Los videojuegos pueden ser un recurso para entretenerse y aprender distintas habilidades y conceptos, siempre que se usen de una manera adecuada y sepamos escoger los juegos idóneos para su edad e intereses.
Mantener a los hijos lejos de las pantallas no sólo resultará un tarea infructuosa en cuestión de tiempo, sino que puede ser contraproducente y limitaríamos un espacio cultural emergente en el que van a desenvolverse durante toda su vida, del mismo modo que lo hacemos ya nosotros.
La clave para que los vídeojuegos no acaparen a nuestros hijos está en controlar el juego, el tiempo y la compañía. Veamos unos sencillos consejos para que jugar con las máquinas sea una actividad placentera y beneficiosa.
Fijemos un horario para el uso de los videojuegos. Puede ser los fines de semana, una hora por la tarde... También se puede flexibilizar el horario, por ejemplo en vacaciones, pero es importante que sepan cuándo pueden jugar o que no se acostumbren a que es un recurso siempre a mano (es fácil caer en la tentación de jugar continuamente).
Ofrezcamos alternativas a las maquinitas. Aunque jugar puede ser muy educativo, hay que compaginarlo con otras actividades diferentes, juegos al aire libre, juegos tradicionales, lecturas...
Evitemos que jueguen solos. Afortunadamente cada vez hay más oferta de máquinas para jugar en compañía, aprevechemos esas oportunidades, pero si son juegos individuales podemos estar junto a ellos para ver cómo se desenvuelven, comentar las jugadas, pedirles si comparten el juego...
Jugar con la familia, con los amigos y en un lugar común de la casa (no encerrado solo en la habitación) sería lo mejor para evitar el aislamiento al que conducen en ocasiones los videojuegos.
Explotemos los juegos que invitan al movimiento. Las empresas han empezado a lanzar videojuegos y plataformas que fomentan el ejercicio, para luchar contra el sedentarismo y jugar en familia, para evitar problemas como la obesidad y el sedentarismo de los jugadores. Consolas como la Wii se encargan de que podamos movernos frente a las pantallas.
Los padres debemos ponernos al día en lo relativo a los videojuegos, saber de qué nos hablan nuestros hijos, probar los juegos... nos ayudará a acercarnos a nuestros hijos a la vez que descubrimos los contenidos más apropiados y sus gustos e intereses.
Para comprar el videojuego adecuado conviene que sepamos qué significan los símbolos que aparecen en las carátulas para clasificarlos y escoger así el adecuado a la edad de nuestros hijos. Aquí os dejamos el sistema PEGI, el sistema de clasificación por edades de Información Paneuropea sobre Juegos que se estableció en 2003 para ayudar a los padres a decidir sobre los videojuegos.
Recordamos completo el decálogo para una compra responsable e informada de los videojuegos, a tener en cuenta a la hora de visitar la tienda, y también para que lo conozcan los familiares que vayan a regalar algún juego al niño.
De entre los juegos apropiados para los peques, ellos pueden escoger el que prefieran, pues siempre habrá determinados temas igualmente adecuados sobre los que se inclinen. Aunque también hay que procurar variedad para que no todos los juegos sean del mismo tipo, estructura, contenidos, formato...
Controlar un mando puede proporcionarles a los niños destrezas variadas y reflejos, pero es que además cada vez hay más oferta de juegos pedagógicos que invitan a aprender idiomas, vocabulario, comportamientos sociales, historia, matemáticas... De modo que no debemos alejar a nuestros hijos de estos juegos, sino hacer que crezcan junto a ellos para convertirse en adultos responsables que hacen buen uso de este entretenimiento.
Con estos sencillos consejos lograremos que los videojuegos sean un recurso educativo y divertido sin convertirse en un elemento de riesgo que afecte a la salud visual de nuestros hijos, a su masa corporal o a su comportamiento ni a sus relaciones sociales.
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