Cada vez son más las familias homoparentales en nuestro país y en general, en todo el mundo pero sin embargo, la sensación es que la sociedad en general aún no ha sabido normalizar la situación de los niños que tienen dos madres o dos padres.
Ayer era el Día del Orgullo LGTB pero quizás la inclusión y la normalización es algo que ni podemos ni debemos dejar solo para un día al año.
Lo importante de las familias es el fondo y no la forma ya sean homoparentales o no.
Tristemente la sociedad aún no normaliza la situación de los niños que tienen una familia con dos madres o dos padres, una familia homoparental en la que encuentran cariño y en la que muchos encuentran un hogar tras una adopción.
El problema surge al salir de ese hogar, cuando el prejuicio se aprecia al pisar la calle.
Hablamos de infinitas circunstancias personales, muchas veces adopciones de niños que son conscientes del cambio que supone abandonar un centro de acogida y pasar a formar parte de una familia en la que crecer, una familia a la que querer y en la que sentirse querido y protegido. Niños que incluso puede que hayan cambiado de país y que encuentran ese apoyo y ese cariño en sus dos madres o sus dos padres.
Es evidente que la sociedad no lleva la misma velocidad para normalizar las distintas situaciones familiares que se van creando a pesar de que lo importante sea el apego, la humanización de las relaciones, la protección frente a la crueldad, el respeto y la construcción de relaciones humanas sanas ¿por qué se le da tanta importancia a la forma que tenga la familia cuando todos coincidimos en que lo importante realmente es el fondo?
Hay muchos niños que ni siquiera se atreven a comentar que tienen dos madres o dos padres entre sus compañeros de colegio por miedo a esos prejuicios.
Los niños, sobre todo cuando van creciendo y notando los prejuicios sobre su piel, lo que quieren es sentirse incluidos, que forman parte del grupo, por eso algunos deciden que la ocultación de su realidad familiar es la mejor forma de protegerse. Esta ocultación a veces les provoca mucho conflicto y en ocasiones una tremenda confusión sobre su propia vida y sobre su entorno inmediato y no tanto sobre su propia sexualidad, como muchas veces se acusa desde el prejuicio y la falta de información.
Los conflictos o los problemas que esto genera, al final pueden derivarse hacia la gente que les quiere hasta que esos secretos o esos silencios se superan y se llenan de palabras, de comprensión y sobre todo de tolerancia.
Pequeños cambios
La comunicación social, el lenguaje, quizás sería bueno empezar por ahí para que los niños no se sientan desplazados o diferentes sin ningún motivo.
Los días especiales en el colegio, los regalos del día del padre o de la madre ¿no sería estupendo adaptarlos en lugar de eliminarlos? sin duda ayudaría muchísimo más a la normalización de las nuevas realidades familiares.
Son imprescindibles las herramientas para afrontar este tema y no siempre esas herramientas hemos sabido, querido o podido dárselas a los niños. Quizás deberíamos empezar por ahí antes de prejuzgar a las familias, a ninguna familia que base su existencia en el cariño y el respeto mutuo.
Fotos | iStockphoto
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