Esta es una carta dirigida a todos mis compañeros de la sanidad que dedican su profesión al cuidado de los bebés y al consejo de salud para madres y padres: 'Hagamos algo, nos estamos cargando las lactancias'.
Llegué a mi puesto de trabajo como enfermero de pediatría hace 10 años, justo unos meses después de que naciera mi hijo y, en consecuencia, con la información relativa al cuidado de los niños muy reciente (aprovechando que había sido padre y que iba a estar en pediatría empecé a reciclarme en todo lo relacionado con la salud de los bebés, la lactancia, la alimentación, etc.).
Armando, deja de decir "cosas raras" a las madres
Pasaron solo un par de semanas en mi nuevo puesto, cuando me di cuenta de que el mensaje que ofrecía a las madres y padres no concordaba con el que otros profesionales del centro estaban dando: el adjunto de enfermería me llamó a su despacho y me pidió que dejara de decir "cosas raras" a las madres, porque les estaba creando "una duda razonable".
Yo ya había estado trabajando en pediatría seis años antes, solo unas semanas, allá por el año 2000, cuando decíamos a las madres que dieran zumo de naranja a los bebés con 3 meses y a los 4 ya empezaban a comer un montón de cosas. Por aquella época, mis conocimientos sobre lactancia se reducían a lo que había aprendido en la universidad: la leche materna emana de los pechos de las mujeres y, si tienen problemas, siempre pueden dar leche artificial en biberón.
Pero ahora era diferente. Había aprendido a valorar el agarre correcto e incorrecto de un bebé al pecho, tenía claro que la lactancia es a demanda del bebé, conocía algunos problemas habituales y sus soluciones y era conocedor de las recomendaciones de la OMS y de la Asociación Española de Pediatría al respecto. Así que la sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que estaba diciendo "cosas raras" a las madres. Cosas que luego las pediatras modificaban en una siguiente visita, corrigiendo "el consejo erróneo" que yo daba.
Obviamente, tuve que decirle que yo no sabía decir "cosas normales", que a riesgo de quedar como "el enfermero que no se entera, que es nuevo", tenía la obligación moral de seguir explicando las cosas según las recomendaciones actuales y no guiándome en unas indicaciones obsoletas, a menudo negativas para las madres y los bebés.
Así que desde esa fecha me las he visto de todos los colores: con compañeras enfermeras, compañeros pediatras, médicos, ginecólogos y hasta matronas. Si hasta tuve la buena intención de hacer unas sesiones de lactancia para mis compañeras de centro y por poco me arrancan la cabeza... todo por decir que lo de dar el pecho cada 3 horas está obsoleto, que la lactancia debería ser exclusiva los primeros seis meses y que a partir de esa edad no podemos decir que den biberón, porque no, la leche no se transforma en agua.
He visto a pediatras estar a punto de cargarse lactancias delante de mí y tener que morderme la lengua para no intervenir y contradecirlas delante de la madre, tratando de reconducir la situación en siguientes visitas (y ver como, a pesar de explicar que lo que acababan de decir era peligroso, lo seguían diciendo con otras madres). Pero sobre todo llevo 10 años leyendo y participando en internet, en foros, en blogs y en redes sociales.
He interaccionado en estos años con miles de madres y he leído y conocido sus historias, sus alegrías, y sus penas. Y he leído miles de consejos erróneos por nuestra parte, los profesionales de la salud. Muchos de ellos tan antiguos, que ya eran antiguos hace 10 años.
Nos estamos cargando sus lactancias
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que no deben tener leche suficiente y en vez de buscar la causa (un agarre incorrecto la mayoría de veces, un hipotiroidismo no controlado, un Sheehan, un déficit de prolactina, una retención de placenta...), y dar soluciones saltamos directamente al biberón.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando tienen grietas y la única solución que les damos es que se pongan Purelan, y que si sigue doliendo, den biberón.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que el pecho hay que darlo siguiendo un horario determinado para dejar que los pechos se llenen de leche entre tomas.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les explicamos que un bebé no debería estar al pecho más de 10 minutos.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que en el momento en que salen los dientes hay que destetar.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les explicamos que más allá del año la leche materna ya no tiene ningún sentido y es mejor que den leche de vaca.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que si tienen una diarrea (ellas) no pueden amamantar al bebé.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que si tienen una diarrea (los bebés) no pueden amamantarles.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando la madre necesita algún medicamento y no se le receta porque amamanta, o se le dice que se saque la leche y la tire, cuando resulta que el tratamiento es compatible con la lactancia, o bien existen tratamientos alternativos que puede tomar.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando explicamos la alimentación complementaria como se explicaba hace diez o veinte años.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando nos dicen que quieren hacer BLW y les decimos que no tenemos ni idea de qué es eso.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que tienen que dar la teta solo para comer, porque si no el bebé las confundirá con el chupete, cuando resulta que fue antes la teta que el chupete.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que quiten tomas de pecho para dar la comida, o que primero den la comida y el pecho quede como postre.
- No las estamos ayudando, y quedamos en evidencia, cuando les decimos que con seis meses ya tienen que dormir toda la noche y que no les den teta.
Y no sigo porque no hace falta seguir. Son muchos los pediatras, enfermeros, médicos, matronas y ginecólogas que están haciendo un trabajo maravilloso ayudando a las mujeres a tener una maternidad informada para que puedan tomar sus propias decisiones, y que les aportan soluciones eficaces a sus problemas. Pero hay muchos de todos ellos que siguen anclados en el pasado, dando consejos erróneos que no solo no ayudan, sino que perjudican.
Muchas madres nos están mintiendo desde hace años (yo mismo llegué a hacerlo en alguna revisión del pediatra de mis hijos para ahorrarme algún sermón), y esto es lamentable porque llegados a ese punto se pierde la confianza y se corre el riesgo de que nos oculten cosas importantes. Pero es que muchas madres han llegado a un punto en que están más actualizadas que nosotros en estas cuestiones, y prefieren ocultar lo que saben a sabiendas de que nuestros consejos no serán los más alineados con las últimas recomendaciones.
Así, cuando tienen un problema con la lactancia, ya no acuden a nosotros: buscan los grupos de apoyo de madres lactantes, o buscan algún profesional concreto que saben que sí está actualizado.
Pero no todas las madres están tan formadas e informadas. Muchas confían ciegamente en nosotros porque creen que tenemos el saber, la máxima evidencia, y muchas cierran la puerta de la consulta llorando, sintiéndose malas madres por algo que resulta que están haciendo bien, o con consejos para sus problemas que no solo no ayudan sino que, por desgracia, están ayudando a destrozar sus lactancias.
Hagamos algo. Empieza a ser duro escuchar que los enfermeros y pediatras, médicos y ginecólogos (y algunas matronas) no tenemos ni idea de alimentación ni lactancia, pero no es fácil responder lo contrario y uno solo puede decir eso de "no todos", porque no dejo de escuchar consejos anticuados aún hoy en día. Es urgente.
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