Sabemos que el cerebro humano es una máquina increíble, capaz de influir en nuestra salud de maneras que apenas empezamos a comprender.
En relación a ello, la ciencia ha documentado ampliamente el efecto placebo, en el que una sustancia sin propiedades medicinales puede mejorar nuestra salud simplemente porque creemos que funcionará.
Pero hay un lado oscuro de esta moneda: el efecto nocebo, un fenómeno menos conocido pero potencialmente más perjudicial, donde las expectativas negativas sobre un tratamiento o una enfermedad empeoran nuestra salud de manera real y tangible.
¿Qué es el efecto placebo?
Para entender el efecto nocebo, primero debemos comprender el efecto placebo. En el ámbito de la salud y la psicología, el placebo se refiere a cualquier tratamiento que no tiene un componente activo para tratar una enfermedad, pero que, sin embargo, produce una mejoría en los síntomas de un paciente. Esta mejoría se basa en la creencia del paciente de que el tratamiento es efectivo.
Imagina que participas en un estudio clínico y te administran una píldora, diciéndote que aliviará tu dolor de cabeza. No lo sabes, pero esa píldora no contiene ningún medicamento activo, es solo azúcar. Sin embargo, tu dolor de cabeza desaparece. Este es el poder del efecto placebo: tu mente, convencida de que estás recibiendo tratamiento, activa mecanismos en tu cuerpo que realmente reducen el dolor.
El efecto placebo ha sido ampliamente documentado en la literatura científica, y los estudios han demostrado que este efecto se forma por mecanismos de aprendizaje. Además, los estudios también sugieren que los efectos beneficiosos del placebo se pueden aprovechar para el uso clínico para mejorar los resultados del paciente.
El lado oscuro: el efecto nocebo
Pero, mientras que el efecto placebo es un ejemplo del poder curativo de la mente, el efecto nocebo es su contrapartida destructiva. Según los estudios, el término nocebo original se acuñó como equivalente negativo al placebo, y se refiere a un tratamiento inerte sin propiedades terapéuticas que al ser administrado produce una respuesta negativa en el paciente.
Desde el punto de vista psicológico, el efecto nocebo implica la anticipación negativa en forma de ansiedad, miedo o repulsión al tratamiento. Según este estudio, se podría decir que los seres humanos tienden a percibir aquello que esperan percibir.
Esta expectativa negativa no tan solo determina la aparición de efectos adversos, sino que también puede disminuir la eficacia terapéutica del tratamiento o interferir en el curso de la enfermedad.
En definitiva, el nocebo se refiere a la aparición de efectos negativos en la salud física y/o psicológica de una persona como resultado de sus expectativas de daño o malestar. Es como si, al creer que algo nos hará daño, nuestro cerebro realmente comenzara a producir síntomas negativos, incluso si no hay una causa física real.
Por ejemplo, si te dicen que un medicamento tiene efectos secundarios desagradables, como náuseas o mareos, podrías empezar a experimentar esos síntomas, incluso si el medicamento que te dieron es un placebo. Tu cerebro, anticipando el malestar, crea esos síntomas en tu cuerpo.
Ejemplos del efecto nocebo en la vida diaria
El efecto nocebo puede manifestarse en situaciones cotidianas. Imagina que un amigo te dice que un nuevo medicamento que estás tomando para la presión arterial tiene una alta probabilidad de causarte insomnio.
Esa noche, no puedes dormir, y te convences de que es por la pastilla. Pero lo que realmente sucedió es que tu cerebro, anticipando el insomnio, activó una respuesta que te mantuvo despierto.
Otro ejemplo es el temor a las enfermedades. Con la cantidad de información disponible en Internet, es fácil caer en la trampa de leer sobre síntomas y convencerse de que se tienen.
Al leer sobre una enfermedad y preocuparte por ella, puedes empezar a experimentar los síntomas descritos, aunque no estés enfermo. Este es un ejemplo clásico de cómo el nocebo puede convertir la preocupación en malestar real.
¿Cómo podemos protegernos del efecto nocebo?
Si bien no podemos evitar todas las influencias negativas, hay formas de minimizar el impacto del efecto nocebo. La educación y la comunicación clara son clave.
Los médicos y profesionales de la salud deben ser conscientes del poder de sus palabras y evitar sembrar expectativas negativas innecesarias en los pacientes. En lugar de enfocarse en los posibles efectos secundarios, es más beneficioso hablar de los aspectos positivos del tratamiento y cómo puede mejorar la vida del paciente.
Por otro lado, como pacientes, es importante ser conscientes de nuestras propias expectativas y creencias. Si te encuentras preocupado por un tratamiento o una enfermedad, hablar abiertamente con tu médico puede ayudarte a disipar temores y reducir la posibilidad de que experimentes el efectos nocebo.