Este título que podría corresponder a una película subidita de tono se refiere a una experiencia con mis bebés que me gustaría compartir, pues me tiene un poco alerta. Últimamente he recibido algunos dolorosos mordiscos en los pezones mientras amamantaba a mi hija pequeña.
Por lo que he podido ver por Internet, y comentado con algunas amigas, no es ésta una situación demasiado rara. Tal vez lo raro es que el mordisco sea tan fuerte que llegue a salir sangre, como me pasó hace unos días.
Tanto mi hija mayor como la pequeña, que ahora tiene un año, habían “jugado” con el pecho en alguna ocasión, sobre todo con la primera dentición, con los incisivos. Nada reseñable, algún gritito y algunas risas.
Pero de un tiempo a esta parte mi hija se “divierte” demasiado con el pecho, realizando todo tipo de exploraciones táctiles, hasta que decidió probar su resistencia con sus cuatro dientecitos y seguramente toda la fuerza de que fue capaz.
Podéis imaginar mi grito, su susto y hasta el mareo que me dio y me dejó K.O. durante algunos minutos… Creo que hacía tiempo que no veía las estrellas.
El caso es que ahora voy un poco alerta porque ha intentado repetir la jugada en alguna ocasión (y lo ha hecho, aunque más levemente), siempre es al final de la toma, cuando “se despista” y empieza a centrar su atención en jugar y explorar.
Ahora no puedo evitar estar bien atenta a la forma de su boca cuando está acabando de mamar, pues ya he localizado el cambio en la mirada, el gesto y en la boca cuando se dispone a soltar un bocadito. Para las que os encontréis en una situación similar, sólo hay que fijarse en su carita para saber cuándo deja de mamar y empieza a mirar el pecho, cambiando la abertura de la boca.
Eso no significa que cada vez que haga el gesto vaya a dar un bocado, pero si le hablamos, nos movemos, y le volvemos a ofrecer el pecho lo más probable es que se les quite la idea que llevaban de “explorar”, que, por otro lado, es lo que hacen con todo a su alcance a estas edades. Si no, que se lo pregunten al peluche desorejado que tenemos rodando por casa…
Afortunadamente, yo no me he quedado “desmembrada” y no ha vuelto a morder los pezones mientras toma pecho de esa manera, y a pesar de mi alerta y aquel momento puntual realmente doloroso, amamantarla sigue siendo una experiencia preciosa que espero alargar.
Eso sí, a su hermana que pronto cumplirá tres años no le hace demasiada gracia que su hermana mame… pero ésa es otra historia.
Foto | Flickr (aussiegall)
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