Yo siempre he estado convencida de que las inducciones son realizadas de forma demasiado común y que no había justificaciones para la mayoría de ellas ni quedaban claros sus beneficios en muchos de los supuestos en los que se realizan. Un estudio muy amplio y reciente señala lo mismo: se cuestiona la conveniencia de las inducciones.
Una inducción al parto no es un acto sin peligros. Cuando se induce un parto existen muchas más posibilidades de que no haya progresión adecuada, siendo las tasas de cesáreas, forceps, ventosas y episotomías mayores. El uso de oxitocina sintética hace las contracciones más dolorosas y provocan que se deba usar anestesia epidural casi siempre. La mujer queda sin movilidad al ponerse medicamentos por via venosa y usarse la monitorización interna al bebé. El riesgo de infección es mayor por los tactos y la rotura de bolsa de forma artificial. Inducir un parto es una decisión médica muy seria y se debe realizar cuando sea necesaria de verdad.
Un estudio publicado recientemente en el BJOG, la revista médica del Royal College of Obstetricians and Gynaecologists, señala que la mejor evidencia científica disponible no avala muchas de las razones médicas que dan los profesionales para provocar el parto.
Los investigadores sólo encontraron evidencia para apoyar la inducción del parto al cumplir las 41 semanas de gestación o después (41 semanas completas, esto es, 40+7 o más), y eso sólo bajo determinadas condiciones (romper aguas sin que se inicie el parto de forma espontánea).
No obstante, no hay evidencia que justifique la inducción en otras muchas situaciones, por ejemplo si se supone que el bebé es muy grande o si podría tener un retraso del crecimiento intrauterino, un embarazo gemelar, diabetes insulino-dependiente, o bajos niveles de líquido amniótico.
“La mejor evidencia disponible no avala las inducciones de rutina en muchas de las situaciones en que se está recomendando una inducción a las pacientes. Hace falta más investigación para clarificar los riesgos y beneficios de la inducción en estas situaciones”.
Es decir, no hay evidencias que indiquen necesarias la mayor parte de las inducciones o que vayan a producir un beneficio mayor que el riesgo que producen. Y eso, tratándose de nuestros cuerpos y la vida de nuestros hijos es algo muy serio. Yo hoy lo tengo claro, no aceptaría una inducción por esos motivos y solamente lo haría cuando el médico me expusiera muy claramente la necesidad de realizarla.
Via | Interscience En Bebés y más | La rotura artificial de la bolsa no implica un parto más rápido