Tener una rutina de sueño es una parte necesaria e indispensable para el sano desarrollo de bebés y niños. Dentro de esta rutina de sueño también tienen lugar las siestas, esos periodos cortos de descanso que son beneficiosos para su salud y su cerebro.
A medida que los bebés y niños crecen, las siestas van disminuyendo en duración y cantidad, pero continúan siendo una parte importante y normal de los primeros años de vida, por lo menos hasta los tres o cuatro años según la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Sin embargo, aunque nuestros hijos aún sean pequeños, habrá ocasiones en las que se rehúsen a hacerla. ¿Qué debemos hacer en estos casos? Te compartimos algunos consejos para esos momentos en los que tu hijo no quiere tomar su siesta.
¿Qué hago si no quiere dormir la siesta?
Lo primero que vamos a explicar es que nunca debemos obligar a un bebé o niño a dormir la siesta. No va a pasar absolutamente nada si un día (o dos) se salta este descanso, siempre y cuando posteriormente duerma las horas recomendadas según su edad.
Lo que sí podemos hacer ante esta situación, es tratar de averiguar por qué no quiere tomarla, pues en ocasiones el motivo por el cual no quieren dormir la siesta puede ser algo que esté incomodándole. Hacemos entonces un repaso por su lista de necesidades, revisando por ejemplo si no tiene hambre, si su pañal está limpio, si hay algo en su ropita que pueda estar molestándole...
Si notamos que ese rechazo a tomar la siesta sucede con frecuencia, tal vez sea necesario hacer algunos ajustes que ayuden a propiciar el sueño. Por ejemplo, unos minutos antes de su hora habitual de la siesta podemos hacer alguna actividad tranquila, como leerle un cuento, para ayudar a relajarle.
Desde luego, no podemos olvidar la importancia de tener un ambiente que le invite al descanso. Elegir un sitio tranquilo que tenga temperatura agradable, un poco música suave y algo de luz tenue, son los elementos ideales para invitarle a tomar su siesta.
Es posible también que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, nuestros hijos simplemente no quieran tomar la siesta porque en ese momento no la necesitan. En este caso y dependiendo de su edad, quizás ese día debamos adelantar un poco la rutina de buenas noches y acostarle un poco más temprano de lo usual, para asegurarnos que tenga un adecuado descanso.
¿Y si ya no quiere tomar la siesta?
Esto sucede generalmente entre los tres y los cinco años, cuando los niños comienzan a ir al cole y sus rutinas cambian. El cambio será poco a poco y eventualmente llegará el día en que nuestros hijos digan adiós a las siestas diarias o de rutina, convirtiendo ese pequeño descanso en algo más ocasional.
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