Hace una semana Meg Sullivan, una joven de 18 años natural de Tacoma, en Washington, compartió un tuit en el que fotografiaba una bolsa con su desayuno: dos naranjas y una nota que le había dejado su padre. Lo que no esperaba es que esas dos fotos y las pocas palabras que caben en un tuit tuvieran tanta trascendencia, y es que a día de hoy tiene más de 497 mil "Me gusta" y más de 110 mil retuits.
¿Y por qué tanto revuelo? Pues porque compartió un momento realmente trascendente en la vida de una hija, en la vida de un padre, y en su relación. Ese instante en el que ambos se dan cuenta de que papá ya no estará ahí, ni siquiera para lo cotidiano, como prepararle la fruta para el desayuno cada mañana.
"Es el momento, mi pequeña"
Al parecer, su padre le había preparado el desayuno todos los días desde que iba al parvulario. Y los días que le ponía naranjas se las pelaba para que ella no tuviera que hacerlo. Es cierto que siempre hay un momento en el que un padre dice "Quizás ya sea capaz de pelarlas", y se las pone enteras, pero en el caso de Meg y su padre, ese momento no llegó nunca. Él siempre se las dejaba preparadas para que las pudiera comer sin perder tiempo en pelarlas.
Así, hasta que llegó el último día de instituto. El último día antes de ir a la universidad. Según leemos en Today, su padre pensó que era un buen momento para hacer algo diferente y enviarle así el mensaje de que ahora era ella la que tenía que hacer las cosas por sí misma. Por supuesto, Meg es muy capaz de pelarse sus propias naranjas, y obviamente muy capaz de hacer muchas cosas sin ayuda, pero su padre, Tom, siempre había estado ahí para simplificar algunas cosas cotidianas, como el desayuno.
En un primer momento barajó la posibilidad de ponerle en la bolsa una nota con dinero dentro. Algo así como "Ya eres mayor, puedes comprarte tu propio desayuno", pero pronto desechó la idea al acordarse de las naranjas. Junto a ellas podría agregar una nota en tono de humor (la que veis en la foto) explicando lo que hay que hacer para pelar una naranja. Así ella se daría cuenta de que tenía que dar ese paso, y a la vez sentiría que su padre aún le prepararía el desayuno si fuera posible.
Junto a las instrucciones, una frase constata que ya es el momento de que lo haga ella y el dibujo de un una cara llorando; un emoticono con lágrimas que dice mucho: "Te echaré de menos", "Ojalá pudiera ir contigo a la universidad, pero ahora te toca a ti", "Crece, pequeña"... No sé, cada uno sacaréis vuestras propias conclusiones.
Meg, por su parte, explica que simplemente le pareció un gesto gracioso de su padre, pero que tras hacer las fotos se quedó un rato pensativa mirando el detalle y todo lo que representaba, y fue entonces cuando sintió la misma tristeza por esa "obligación" de su padre que ya no podría llevar a cabo por más tiempo. Ella se perderá el momento de cariño de quien te prepara el almuerzo pensando en ti, y él se perderá el preparar algo pensando en su hija.
Los dos pierden, pero es ley de vida. Llega un momento en el que se abre la puerta de casa y los hijos echan a volar. Ese momento en el que solo te queda la confianza de saber que has hecho las cosas bien, o como mínimo del mejor modo que has podido y sabido, y el dolor de no poder sujetarlos un poco más.
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