Todos los recién estrenados papás se dan cuenta de que no existen los horarios con el bebé, por lo menos hasta que no cumple los tres meses de edad. Es posible que se hagan una idea sobre las tomas, pero es imposible predecir cuándo tendrá hambre y solicitará su comida para saciarla.
Con respecto a otros aspectos, pasa enteramente igual, no sabes cuánto tiempo permanecerá dormidito y tampoco cuántas veces será necesario que le cambies el pañal, las diferencias horarias no existen, han desaparecido y obligan a los padres a encontrarse en completa vigilia, viviendo según el comportamiento del bebé.
Se trata de un mundo nuevo para el recién nacido, aclimatarse y encontrar la rutina requiere algún tiempo, la verdad es que todo ha cambiado para él. Antes no necesitaba reclamar la comida, ya que le era suministrada cada vez que era necesaria a través de la placenta y el cordón umbilical, ahora puede ser necesario solicitarla. Sensaciones desconocidas antes, ahora afloran por doquier, es sin duda un gran impacto que el bebé soporta y al que se habitúa poco a poco, de ahí que hasta el tercer mes como mínimo el bebé no empiece a tener una rutina diaria que permita a los padres un poco más de sosiego y calma.
Una vez pasada la barrera de los tres meses, los padres empiezan a percibir la rutina del bebé, las toman suelen ser regulares, cada cuatro horas en la mayoría de los casos, poco a poco se espacian los tiempos y el bebé empieza a entretenerse por sí solo con alguno de sus objetos favoritos.
Nosotros recordamos aquellos meses iniciales en los que era difícil dormir, comer, ver la televisión, realizar alguna tarea y pensábamos que duro, pero que gratificante (casi repetiríamos por tercera vez).
La vida ofrece mucho a un bebé, aunque cueste, acaba adaptándose a ella, seguro que nuestros lectores pueden compartir con nosotros ese momento en el que el bebé adquiría esa ansiada regularidad.
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