Seguimos en nuestro recorrido por las historias de mamás que nos estáis enviando de cara al Día de la Madre, que se celebra el próximo domingo en muchos países de Hispanoamérica y en España. Hoy os traemos con placer la historia de Myriam y su pequeño Martín.
Asistimos embelesados al nacimiento de Martín y al encuentro con su mamá, y cómo aún ahora, nueve meses después de su nacimiento, Myriam sigue agradeciéndole cada día que haya llenado sus vidas de ilusión, felicidad y sorpresas. Os dejamos con su bonita historia:
El día que nació Martín, yo estaba tranquila, relajada y feliz. Era un parto programado, mi ginecólogo decidió que 41 semanas eran suficientes para que mi hijo conociera el mundo, y a las 10 de la mañana, con mi maleta y una bolsa para mi pequeño, preparada con infinito amor e inexperiencia, llegué a la discreta clínica donde mi vida cambiaría para siempre. Enseguida comenzaron con el procedimiento de rigor, oxitocina, rotura de bolsa, monitorización. Pasadas unas horas, con contracciones cada vez más dolorosas, apenas había dilatado 2 cm. La matrona me llamaba a la calma, la planta estaba saturada y yo pedí la epidural. Fue uno de los múltiples errores que he cometido en esta andadura como madre, yo, siempre tan perfeccionista. La anestesia me sentó fatal, la tensión me bajó tanto que tuvieron que ponerme glucosa y el monitor se alteró. Después de 11 horas de dilatación, sin apenas éxito, sin pemitirme caminar para encajar al niño, otra matrona diferente y peor encarada decidió que era el momento de hacerme una cesárea.
Y así, a las 23.40 de una tórrida noche de julio, con su madre completamente grogui, por el camino equivocado,y contra su voluntad, mi pequeño guerrero, Martín, llegó a este mundo antes de tiempo, llorando con la misma intensidad que las sirenas de mil coches de bomberos, demostrando a las matronas, al ginecólogo y a sus papás que tenía mucha vida en ese minúsculo cuerpecito, blanco y perfecto. El bebé más bonito del mundo. Con insistencia pedí que le pusieran en mi pecho, quería sentirlo a mi lado, quería ser su sustento, quería conocerle y que me conociera. Estábamos rodeados de familia, de amigos, de enfermeras pululando removiéndome las maltrechas tripas, pero cuando le acercaron a mí, nos reconocimos inmediatamente, se agarró a mi pecho, le miré y me acordé de un pececito de colores, con su boquita en "o" rodeando mi pezón, "mi pececito", así es que como comencé a llamarle, mi precioso pececito alimentándose de mí. Desde entonces, hasta ahora que tiene nueve meses, mi vida se ha llenado de sonrisas sin dientes, de llantos y lágrimas tan entendibles como el mejor diccionario, de caricias con babas y babas que acarician, de abrazos a tres y miradas embelesadas a dúo, de sorpresas diarias, de canciones de cuna inventadas en exclusiva, de momentos grandiosos como sus primeras sílabas, de abrazos y besos deliciosos como un brownie con chocolate líquido, de hilarantes pedorretas y de carcajadas limpias y maravillosas, justo como mi bebé después del baño. Y sí, también ha habido momentos duros (soy primeriza hasta el tuétano), pero ni un sólo día ha pasado sin mirarle y conmoverme hasta lo más profundo de mi ser. Gracias a mi hijo he aprendido a sentir amor incondicional, he desechado lo banal y material frente a la pureza de un alma, he asumido la grandeza y responsabilidad absoluta de dar la vida a otro ser (todavía me asombro cuando le miro y y después nos miro a su papá y a mí) y trabajo todos los días para cuidad nuestra familia y para conseguir que estos tres corazones distintos latan acompasados para siempre. Por eso quería decirle a él algo, si me permitís: Gracias mi pequeño Martín, por tanta felicidad, te quiero muchísimo y no hay ni habrá un segundo en mi vida en que no sea así.
Espero que esta bonita historia os haya agradado tanto como a mí. Estamos recibiendo muchas historias de madres, y no queda demasiado tiempo para publicarlas, por lo que nos vemos obligados a realizar una selección.
Recordamos a nuestras lectoras que pueden hacernos llegar las historias, de entre cinco y ocho párrafos preferentemente y acompañadas de vuestras fotos junto a vuestros hijos. Mandadnos vuestras vivencias a historiasdepadres@bebesymas.com.
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