Cuando nace, el recién nacido apenas tiene conciencia del espacio que le rodea, pero conforme avancen los meses será más y más consciente de su entorno e intentará conquistarlo, explorarlo, acceder a todos los rincones de la casa. Así, alrededor del séptimo u octavo mes el bebé empieza a gatear y más adelante a caminar, lo cual le permite iniciar, pasito a pasito, la conquista de su autonomía.
Evidentemente, los primeros desplazamientos de los bebés serán un logro importante (¡y muy emocionante para todos!) pero los pequeños siguen siendo absolutamente dependientes de los papás, y así será durante muchos años, por lo que no hemos de extrañarnos de que en el futuro, aun sabiendo caminar perfectamente, les asuste entrar al cole, quedarse con desconocidos... En estos casos, lo que hemos de procurar es que sientan que siempre nos tendrán cerca cuando nos necesiten.
Los primeros desplazamientos del bebé
Pero veamos cómo son esos primeros pasos a su independencia. El gateo es un primer logro muy importante y por eso no hemos de impedir a los niños que gateen, saltándonos esta crucial etapa por la que de forma natural pasan la mayoría de los pequeños. Gatear les proporciona autonomía a dos niveles, motor y psíquico:
- En el plano motor, el bebé ha adquirido la madurez evolutiva suficiente como para sortear obstáculos y establecer conexiones compleja que les permitan hacer diversos movimientos para desplazarse, que implican pies, piernas, manos y brazos, culete...
- A nivel psicológico, el bebé por primera vez elige su destino, separarse de los papás... es consciente de estas nuevas habilidades, que le emocionan y le estimulan a continuar creciendo.
Existen muchos juegos para estimular el gateo, de modo que si estáis en esta etapa con vuestro bebé tenéis una ocasión estupenda de ponerlos en práctica.
Al poco tiempo de gatear, el bebé está preparado para empezar a caminar, otro gran logro para su autonomía que suele producirse entre los doce y los quince meses y que amplia su "campo de acción". Más adelante, perfeccionará su técnica y aprende a caminar hacia atrás y a subir escalones con ayuda aproximadamente entre los 16 y 18 meses. Pedalear será otra manera de desplazamiento que llegará después.
Ni contigo, ni sin ti
En definitiva, cuando el bebé, alrededor de los ocho o nueve meses, empieza a desplazarse más fácilmente por la casa, se ve más capaz de explorar, se ve más independiente y reacciona con satisfacción a los elogios y las muestras de ánimo que les damos los padres. Les encanta descubrir rincones nuevos, lo que esconden los cajones o los armarios... y es ahora cuando muchos bebés empiezan a ser más sociables, a no tener miedo a los extraños...
También empiezan a comprender que los objetos y personas existen incluso si no los puede ver, lo cual no impide que sientan cierto temor a pararse de los papás, como veremos más adelante. El proceso por el que pasa un niño en esta etapa sería algo similar a: "Si yo existo autónomamente, mis padres también". Y eso puede asustar.
Por otro lado, en esta crucial etapa no olvidemos cuidar las condiciones de seguridad para los bebés que empiezan a caminar con el fin de no llevarnos ningún susto, tanto en casa como en la calle. Y es que al tiempo que aumenta la autonomía del bebé aumentan el riesgo potencial de todo lo que le rodea, que para él puede simplemente tratarse de un juego.
Por eso, habremos de establecer los límites necesarios y enseñarles lo que pueden y no pueden hacer, lo cual también contribuirá a un desarrollo de su conciencia e independencia. Aprenderá de la experiencia, de sus errores y de la confianza en unos límites precisos y coherentes, incluso aunque se oponga a ellos a través de las típicas rabietas, fruto de la frustración. Un claro ejemplo de este "Ni contigo, ni sin ti", es cuando se quieren alejar de nosotros para explorar pero, si se produce una caída, seremos los primeros a los que busque porque nos necesita.
Y, en fin, aunque los bebés que empiezan a gatear y a caminar también dan pasos hacia su autonomía, nos necesitan muchísimo y lo harán durante bastante tiempo todavía. Además, en esta etapa apenas se quieren separar de papá y mamá, requieren su presencia constante (lo que a veces se conoce como "la angustia del octavo mes"), ya que junto a esos logros el bebé también llega una mayor conciencia de sí mismo y esto le asusta.
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