Hace unos años Danone logró un eslogan que quedó grabado en la memoria de muchos: "A mí me daban dos". En un anuncio de su Petit Suisse consiguió hacer creer a mucha gente que el crecimiento de sus hijos dependía de lo que comieran y no sólo eso, consiguió que los padres ofrecieran a sus hijos no uno, sino dos envases del producto.
Una estrategia similar llevan a cabo los fabricantes de leche para bebés al llamar a la leche para bebés a partir de los 12 meses "leche de crecimiento", como si por meterle más calcio, más vitaminas y más de muchas cosas los niños fueran a ser más altos. Pues hala, ahí tenemos a cientos de madres y padres dando esta leche pensando que van a crecer más.
Pero esto no es todo. En muchas consultas médicas, y hablo del pediatra o la enfermera, puedes ir con tu bebé y recibir, tras pesarlo y medirlo, un "vamos a suplementar el pecho con biberón" o un "vamos a empezar ya con las papillas" porque "está bajo de altura". Y esto es muy sorprendente porque hace ya mucho tiempo que se sabe que la estatura de los niños depende casi exclusivamente de la altura de los padres.
Imposible saber cuánto medirá tu hijo
Que no me molesta, que yo siempre doy respuesta a todas las preguntas, pero es que es imposible saberlo. Muchas madres y padres, cuando hago la revisión a sus bebés (como siempre, por si alguien no me conoce, recuerdo que soy enfermero de pediatría), me preguntan cuánto medirá su hijo, si ya se puede saber, si será muy alto, si se quedará bajito.
La realidad es que sí, es muy difícil saber cuánto medirá su hijo, porque los niños no siguen un patrón predefinido, pese a que en las tablas la altura vaya pareja a un percentil determinado, y la otra realidad es que la manera más fácil de saber cuánto medirá un hijo es, simplemente, mirar cuál es la estatura de los padres. Si ambos padres son bajitos, lo lógico es que los hijos sean bajitos. Si ambos son altos, lo lógico es que sean altos.
El pediatra que se preocupó por la estatura de mis hijos sin mirar a los padres
Y esto me recuerda al pediatra al que llevaba a mis hijos cuando eran pequeños, que uno tras otro se preocupaba porque rondaban el percentil 3 o directamente no llegaban a él. Vamos, que eran de los más bajitos por edad. Yo no llego al metro setenta y mi mujer es más bajita que yo. Cuando el pediatra ponía cara de "no sé qué hacer con este niño" ella y yo nos mirábamos y al final le confesábamos que "es que no esperamos que sea muy alto... no estamos preocupados porque nosotros tampoco somos gran cosa".
La altura es una de las características de las personas que más tienen que ver con la herencia
Nuestro aspecto depende en gran medida de los genes. El color de la piel, del pelo, la altura, la complexión. ¿El peso? Sí, en parte sí, pero luego depende de lo que cada niño coma. ¿El temperamento? También, pues cada niño nace ya con su propio carácter y manera de ser, pero creo que estamos todos de acuerdo en que la vida que lleve modificará mucho, mucho, su manera de comportarse y de ser.
Sin embargo, la altura no varía tanto, por no decir que no varía casi nada. Dice un estudio reciente que han descubierto que hay el doble de genes relacionados con la altura de las personas de los que pensaban. Es decir, que la altura se asocia más en la herencia genética de lo que se sabía (que ya era mucho).
Para lograr este descubrimiento cientos de investigadores han analizado datos genéticos de más de 250.000 personas y uno de los investigadores, Joel Hirschhorn, del Hospital Pediátrico de Boston, dijo lo siguiente:
La estatura está casi completamente determinada por la genética, pero nuestros estudios anteriores solo habían podido explicar alrededor del 10 por ciento de esa influencia genética.
Es decir, aún queda mucho por explicar, pero tienen cada día más claro que la cantidad de comida que ingiera un niño no determinará su estatura.
¿Y el "come, que no crecerás"?
Pues eso, se confirma que ni el "a mí me daban dos" es cierto ni lo es tampoco el "come o te quedarás pequeño" que toda madre le ha dicho alguna vez a su hijo. Un niño tiene que comer lo que tiene que comer, ni más, ni menos. Y el que sabe cuánto necesita es él (o ella). Ni la madre, ni el padre ni el pediatra lo saben, así que mientras el peso esté bien (que vaya subiendo peso de manera más o menos correlativa a la altura), lo que coma será suficiente.
Si conseguimos forzar al niño a comer, si logramos hacerle creer que tiene que comer más para crecer más y acaba por comer más de lo que necesita lograremos que mida lo mismo que iba a medir, pero que pese más.
Vamos, que si tienes un hijo bajito y delgado y lo atiborras a comida conseguirás que cambie. Pasará de ser bajito y delgado a ser bajito y con sobrepeso. Y si te pasas, bajito y gordo. Y esa no es la idea, ¿verdad?
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