Después de hacer un repaso por algunos riesgos y beneficios de ir a la guardería, nos queda la sensación de que queda mucho por decir y mucho por concluir en una cuestión que resulta difícil de estudiar con datos objetivos y controlables. Sin embargo, vamos a tratar de resumir aquellos aspectos que parecen más claros (aunque no sean determinantes).
Vamos a recorrer los riesgos más evidentes hasta llegar a otros que lo son menos, para finalmente detenernos en los posibles beneficios y en cómo mejorar la guardería para que disminuyan los riesgos. Que haya riesgos evidentes o beneficios puestos en duda, no significa que no encontremos ejemplos que “demuestren” lo contrario.
Por orden de evidencia, diríamos que en cuanto a los riesgos destacan las enfermedades: el dato más claro es que sí existe un mayor riesgo de sufrir determinadas enfermedades infecciosas a edades tempranas en los niños que van a la escuela infantil.
Como ya adelantábamos, existe suficiente evidencia de este hecho, un riesgo consistente a lo largo del tiempo y entre diferentes entornos sociales y geográficos.
Esta objetivamente sería la principal razón para decidir, siempre que se pueda, que el niño no vaya a la escuela infantil, aunque estos riesgos pueden ser asumibles en niños sanos y controlados que pueden ser atendidos médicamente. Diríamos que “tenemos números” para que el niño enferme más, aunque siempre se dará el caso de niños que no muestren esa mayor incidencia de infecciones.
Pero, ¿qué sucede con aquellos pequeños que padecen enfermedades crónicas? Se puede decir que para estos niños la guardería sí está “contraindicada”, pues a menudo evitar que vayan a la guardería podría ser una prevención rentable. Y para aquellos niños que se ponen malitos semana sí y semana también en la guardería, ¿no es una mala solución?
Del análisis de los estudios referidos a beneficios y riesgos de la asistencia a la escuela infantil no está claro el papel de la escolarización precoz sobre la prevención de asma y otras enfermedades de potencial base inmunitaria, ni que sea ventajoso exponer a los niños a una mayor incidencia de infecciones en la primera infancia frente a hacerlo en edades posteriores.
Por todo ello, a la afirmación extendida y no exenta de razón de que “total, lo que no pille ahora lo va a pillar más adelante” se puede objetar que siempre será mejor que el niño enferme cuando sea mayor y su sistema inmunitario esté más desarrollado. Siguiendo con el símil de antes, sería ir ahorrando para comprar los números de la lotería más adelante.
Los problemas de comportamiento asociados a la guardería son difíciles de medir
Con un menor grado de evidencia, hay grandes estudios que ponen de manifiesto que los niños que van a la guardería son más “impulsivos”, otros más agresivos, aunque sus propios autores señalen que esos comportamientos entran dentro de la escala de lo que podría considerarse “normal”, y que en un grupo de niños sería imposible determinar quiénes fueron a la guardería y quiénes no.
Como de estudios observacionales se trata, es difícil extraer relaciones de causa-efecto y de controlar o determinar todos los factores relacionados con esta posible implicación en el comportamiento de los niños que van a la guardería.
Del NICHD STUDY of Early Clild care and Youth Development, el estudio más completo que se ha realizado sobre el cuidado de los niños en guarderías hasta el momento, parece desprenderse que la agresividad no está asociada a la calidad de las guarderías, algo que sí sucedería en el caso de los posibles beneficios, como veremos a continuación.
De modo que, en la realidad, en nuestra experiencia, encontraremos casos para todo, y creo que cada cual conocerá ejemplos: niños tranquilos que han ido a la guardería y niños impulsivos o agresivos que no pisaron la guardería. ¿Qué es lo más frecuente? Parece que los casos contrarios, según los estudios comentados.
Los beneficios de la guardería son difíciles de medir
En cuanto a la influencia positiva de la guardería, destacábamos cómo el NICHD STUDY of Early Clild care and Youth Development (Estudio de la Atención en la Infancia y el Desarrollo de la Juventud) incidía en que las escuelas infantiles de calidad promocionaban las habilidades sociales y académicas de los niños antes de que inicien su etapa escolar.
Ahora bien, con estos datos nos es imposible saber, por ejemplo, si los niños cuidados en casa que reciben los mismos estímulos pero no están en contacto tan frecuente con otros niños tendrían esos mismos resultados. Y de las guarderías de mala calidad no se extraerían estos beneficios.
Pero entonces, ¿es conveniente que los niños vayan a la guardería? Pues dependerá de su salud y de otros factores, y aquí coincido por completo con el análisis que se hace en “Evidencias en Pediatría”:
a la hora de decidir la conveniencia de que un niño sea atendido o no en una guardería, no deben considerarse solo los riesgos sobre su salud. También debemos tener en cuenta si la familia dispone de sistemas de cuidado alternativos, así como los posibles beneficios de socialización y estimulación de la escolarización precoz.
¿Qué se desprende de esta última frase? Que si la familia no dispone de otro medio para cuidar al niño, pues para ese caso, y siempre que no tenga enfermedades crónicas, la guardería no es que sea la mejor solución, es que es la única solución.
Si a partir de ahí la guardería pone todos sus esfuerzos en minimizar riesgos (aunque para ello tienen que implicarse otros sectores de la sociedad, empresas, administraciones…) y potenciar la calidad de su servicio, tanto mejor estará un niño en ella.
Reducir riesgos y mejorar la calidad de las guarderías
A pesar de las discrepancias en cuanto a la influencia de la calidad de las escuelas infantiles en los riesgos y beneficios asociados, me parece claro y lógico que siempre será mejor para el niño una buena guardería.
Unas alternativas que reducirían los riesgos de la asistencia a la guardería en lo que a salud se refiere serían la disminución de las horas de asistencia (por ejemplo, con guarderías en el trabajo, con mayor flexibilidad horaria en las empresas), un menor número de niños por centro o por clase, la formación completa de los educadores, extremar las medidas de higiene en la guardería…
Y en cuanto a mejorar los posibles beneficios para los niños que van a la guardería se deberían desarrollar programas educativos de calidad, formar a los educadores, que hubiera más profesionales para grupos más reducidos y por lo tanto una atención más personalizada…
En definitiva, ni para todos los niños, ni para todas las guarderías, ni para todas las familias, los riesgos y beneficios de asistir a las guarderías son los mismos, de modo que cada cual ha de sopesar los pros y los contras, las alternativas existentes, informarse adecuadamente y finalmente decidir la mejor solución para la familia. Esto, cuando se tiene posibilidad de elegir, que como sabemos no se produce siempre.
Más información | Kinsdsein, Evidencias en Pediatría
Fotos | Pink Sherbet Photography, Scott & Elaine van der Chijs en Flickr-CC
En Bebés y más | Guarderías en el trabajo, La mayoría de los niños empiezan la escuela infantil antes del año, Riesgos y beneficios de ir a la guardería (I) y (II)