Siete claves infalibes para aficionar a los niños al arte (ahora que sus mentes son maravillosas)
Después de leer a los editores de esta página durante años mientras mis hijos crecían… resulta que han decidido que escriba con ellos. No sé cómo os parecerá a vosotros, yo estoy encantada y con un pequeño nudo en el estómago ¡hay tantos ojos al otro lado y yo espero estar a la altura! Así que empiezo a contaros cosas de esto de la crianza que deseo de corazón que os ayuden, que os interesen y a veces que os diviertan y os hagan sonreír, que una sonrisa a tiempo ayuda mucho después de varias noches en vela.
Me estreno hablando de creatividad, de imaginación, de la capacidad infinita que tienen los niños de ver la magia en el mundo y de cómo el arte es una herramienta eficaz para que esa magia no se destruya cuando crezcan, sino que sólo se transforme como lo que es, una energía que seguro les será muy útil durante su vida adulta. ¿Cómo acercar y aficionar a los niños al arte, así en general? Me he preparado una lista con siete recomendaciones, siete claves infalibles ¿preparados?
Exponerles con frecuencia a todo tipo de arte
Lo que viene siendo que no expongamos a los niños al arte de pascuas a ramos. No es tan difícil salir de casa y encontrar una exposición en la que muchos niños puedan disfrutar sin mucho esfuerzo. Hay museos, hay fundaciones, hay centros culturales de barrio, de distrito, de carácter municipal. La oferta es muy amplia y nosotros como padres y madres somos los catalizadores de esta oferta, merece la pena intentarlo, a fin de cuentas se puede convertir en una buena y sana costumbre para realizar en familia, para estar juntos, para formar parte de sus estímulos y de sus recuerdos.
Darles tiempo para sentir
Estamos ya en la sala, tomémonos nuestro tiempo y dejemos que nuestros hijos hagan lo mismo. La prisa se ha quedado fuera del edificio, nosotros hemos planeado esta actividad sin reloj, sin prisas y sin presiones. Esto del arte es lo que tiene que uno sabe cuándo empieza pero no puede fijar cuando debe terminar de disfrutar. Habrá niños que tarden más en hacerlo y para otros sea más inmediato, también dependerá del punto anterior, la frecuencia con la que nuestros hijos se mueven por las salas de exposiciones. Esto como todo es casi un entrenamiento, en este caso para su cerebro.
Respetar su libertad de elegir
A mí me gustan los cuadros grandes pero quizás a mi hijo mayor le gustan las esculturas pequeñas y él quiera estar más tiempo frente a una de ellas que yo o puede que a mi hijo pequeño lo que le guste sean las fotografías o los montajes y yo pasé de puntillas pero sin pararme ante ellos. Libertad para decidir qué es lo que les atrapa. Y una vez frente a la obra, libertad para sentir lo que les provoque y para expresarlo incluso para verbalizarlo o no… ¡qué todo puede pasar!
Aplaudir su imaginación frente al arte
El arte contemporáneo les da más pie a usarla, al menos a priori, sin embargo recuerdo un paseo por algunos de los lienzos del Museo del Prado en el que mis hijos vieron piratas, bañistas que se perdían en el horizonte y sobre todo crearon historias viéndolos, amores, desamores, monstruos marinos… La imaginación es la varita mágica que tienen los niños, tenemos que dejar que la saquen y la pongan a funcionar y para eso el arte es un campo perfecto en el que sembrar.
Generar toda la confianza que necesiten
¿Y por qué no puede ser ese piano lleno de luces un barco de noche o esa señora friendo huevos la bisabuela de la cocinera del comedor del colegio? Sí, son ideas que se cruzan por sus cabezas y que tienen que tener la suficiente confianza como para comentárnosla, su imaginación les lleva a estas conclusiones pero la confianza que tengan en ellos mismos les llevará a defenderlas, estas y muchas más ideas que vayan creando según vayan creciendo. Quizás ahora nos las cuenten sólo a nosotros, en nuestra mano está que esa confianza se afiance, se consolide y les ayude a crecer.
Alimentar su curiosidad
La llevan de serie en sus cabecitas, a veces les juega malas pasadas, eso es verdad pero en este caso potenciar su curiosidad puede ser un juego que les acerque al arte y les haga mantener una relación que les acompañe durante toda su vida. Muchas veces el cuadro, la escultura, la obra en general, se entiende mejor conociendo un poco más el contexto del autor, sus circunstancias personales. No sé a qué edad mi hijo se quedó absorto con la brutalidad de “Zeus devorando a su hijo” de Goya, cuando supo que en esa época el pintor acababa de sufrir una durísima enfermedad que le dejó incluso secuelas, la entendió aún más y mejor. Su curiosidad es como una llave para aprender sin dejar de disfrutar, el arte en este sentido es un vehículo precioso y nosotros podemos aportar conocimientos que sirvan para saciar esa curiosidad y que no pare de crecer.
Buscar siempre la diversión en la experiencia
No por ser la última es la menos importante sino al contrario, las seis anteriores sólo funcionarán si se cumple la séptima. Si los niños no se divierten con esto, no hay nada que hacer, estaremos sembrando en baldío. Si no nos ha funcionado el método, siempre podemos desandar lo andado y tratar de encontrar otro camino en el que el arte sea divertido para nuestros hijos, en el que forme parte de su vida como algo tan normal como lavarse los dientes. Una obra de teatro, un concierto, una exposición, un buen libro… las opciones son casi infinitas siempre que estén relacionadas con la diversión ¡qué poco nos diferenciamos en eso los niños y los adultos! ¿o acaso sois vosotros mucho de hacer actividades voluntariamente que no os resulten divertidas?
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