La mayoría de las madres coinciden en afirmar que el primer embarazo se vive de una forma especial e irrepetible. Todo lo que acontece durante esos meses es nuevo para nosotras, por lo que las emociones y sensaciones están a flor de piel.
Cuando nos quedamos embarazadas de nuevo, una de las primeras dudas que surgen es si todo volverá a ser igual que la primera vez. Aunque cada embarazo es único y no se puede generalizar, lo normal es que se sucedan una serie de cambios y acontecimientos que difieran notablemente de la primera experiencia.
La tripa aparece antes
Una de las cosas que más ilusión nos hace cuando nos quedamos embarazadas es lucir tripita. Es fascinante comprobar cómo va cambiando nuestro cuerpo para dar cobijo al bebé, y nos emociona mirarnos en el espejo y sentir la prominente curvita de nuestra barriga.
Por lo general, en un primer embarazo tendremos que esperar al segundo trimestre para que todos se den cuenta de nuestro estado, pero en la segunda gestación la tripa aparece mucho antes. Esto sucede porque los músculos rectos transversales de las paredes del abdomen (los que van desde las costillas hasta la línea alba) están más cedidos.
Los movimientos del bebé se sienten antes
La tan esperada primera patadita del bebé dentro del vientre materno se percibe antes en el segundo embarazo. Al comienzo se siente como una especie de burbujeo o mariposeo y más tarde, las pataditas o las manitas chocando con las paredes del útero.
Por lo general, la percepción del movimiento del bebé durante el primer embarazo se produce aproximadamente entre la semana 18 y la semana 20, mientras que en el segundo se produce entre la semana 16 y la semana 18.
Esto se debe a que en el segundo embarazo tanto los músculos de la pared abdominal como del útero están menos tonificados tras haberse dilatado la primera vez, y esto hace que sea más fácil que cedan a los primeros movimientos.
Aparecen nuevos miedos
Es más que probable que quedarte embarazada por segunda vez no te exima de sufrir ciertos temores relacionados con la salud de tu bebé, el correcto desarrollo de la gestación o el momento parto. Quizá los manejes de otra forma, pero el miedo a que a tu hijo le ocurra algo siempre estará ahí; ya sea el primero o el segundo embarazo.
Pero además, en los segundos embarazos aparece un nuevo factor que a menudo es el principal desencadenante de nuestras dudas, sentimiento de culpa y preocupaciones: nuestro primer hijo. ¿Lograré querer a mi segundo bebé igual que a mi hijo? ¿Cómo llevará mi hijo la llegada al mundo de su hermanito? ¿Será capaz de atender a dos hijos por igual?...
El embarazo se disfruta más
En mi experiencia diré que los segundos embarazos se disfrutan mucho más. Si bien, como comentábamos antes, la mochila de los miedos siempre está ahí, es más sencillo relajarse y dejarse llevar por sensaciones que ya nos son familiares.
Además, nuestro hijo mayor nos aportará momentos inolvidables que siempre recordaremos con especial emoción, como el día en que le contamos que tendría un hermanito o cuando nos acaricia la tripa y habla al bebé a través de ella.
El embarazo se hace más corto
Aunque casi todas las mujeres coincidimos en afirmar que el embarazo parece ser eterno, lo cierto es que cuando ya tienes un hijo todo parece marchar a otra velocidad. Tu niño es quien marca el ritmo de tu vida, y sus rutinas diarias, sus necesidades y sus juegos ayudarán a que los meses del calendario transcurran mucho más rápido.
Tienes menos tiempo para ti
Como consecuencia de lo anterior, también tendrás menos tiempo para ti. Si en tu primer embarazo pudiste disfrutar de baños aromáticos, masajes relajantes y lectura en soledad, en tu segundo embarazo no tendrás apenas tiempo para dedicarte, pues como es lógico tu hijo mayor lo ocupará todo.
Aún así, mi consejo es que pidas ayuda para encontrar ese ratito diario tan necesario para ti y tu bebé. En este sentido, el yoga o el pilates para embarazadas son actividades fabulosas que te ayudarán a relajarte y a conectar física y emocionalmente con tu pequeño.
Sabrás reconocer las contracciones
Uno de los grandes miedos durante el primer embarazo es saber si seremos capaces de reconocer las contracciones de parto y diferenciarlas de las que no lo son. Y es que confieso que en más de una ocasión acudí a urgencias creyendo estar de parto, cuando en realidad se trataba de las contracciones de Braxton Hicks o cualquier otra falsa señal de alarma.
Pero esto no ocurre en el segundo embarazo pues las sensaciones ya nos resultan familiares, y nos será más fácil reconocer los pródromos de parto y las señales de que el día se acerca.
El parto suele ser más rápido
Aunque cada caso es único y es difícil predecirlo de antemano, lo normal es que en un segundo embarazo las posibilidades de tener un parto más fácil y corto que la primera vez sean mayores. No en vano, según los estudios la duración promedio del parto en primíparas es de ocho horas, mientras que en multíparas es de cinco horas.
Esto ocurre así porque tras la primera vez, el canal de parto es más espacioso y ofrece menos resistencia a la dilatación, además de que la musculatura uterina está más laxa. Y todo ello hace que las fases de dilatación activa y la expulsión sean más rápidas.
Se tienen las cosas más claras
Y ya por último cabe señalar que en los segundos embarazos se tienen las cosas más claras que la primera vez, tanto en lo que respecta al momento del parto como a la crianza de nuestro bebé. Y es que cuando somos primerizas es fácil dejarse influenciar por comentarios y no escuchar a nuestro instinto.
Sin embargo, durante el segundo embarazo solemos estar más empoderadas, nos informamos con más precisión de aquellos temas que nos preocupan o que no salieron como esperábamos la primera vez, y tenemos más "mano izquierda" para manejar a las visitas tras el parto y las opiniones no pedidas.
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