Como padres, lo sabemos. Es como un superpoder. Somos perfectamente conscientes de que un martes cualquiera el balón dará un bote más de lo debido y saltará a la mesa del desayuno, derramando cereales, leche y piezas de fruta. Poniendo perdida la encimera, las baldosas y nuestra ropa. Es algo que ocurrirá, si no esto cualquier otra cosa que requiera que limpiemos.
Los accidentes, especialmente con los peques, ocurren. Y nos obligan a estar más atentos. Sin embargo, en el tema de la limpieza no todo son competiciones ocasionales de bolas de barro sobre las cortinas. La limpieza y la desinfección son procesos periódicos con los que nos adelantaremos a posibles infecciones y mantendremos más saludable nuestro entorno.
No tenemos que esperar a que nuestra casa se convierta en una batalla campal.
La diferencia entre limpieza y desinfección
Limpieza y desinfección son conceptos que se mezclan en la terminología familiar, probablemente por el hecho de que ambos se llevan a cabo con utensilios similares: con paños, estropajos, fregona... Sin embargo, se trata de dos operaciones diferentes (aunque complementarias) que tienen el mismo objetivo: evitar enfermedades.
Según la RAE, limpiar es «quitar la suciedad o inmundicia de alguien o algo», y se parece bastante a ese momento en que quitamos la suciedad de la cara del mayor con un paño mojado después de que le pareciese buena idea explorar el trastero. O a cuando barremos. Limpiar es, simplemente, retirar capas de suciedad de algo. Pero con esto no desinfectamos.
Desinfectar, de nuevo según la RAE, es «quitar a algo la infección o la propiedad de causarla, destruyendo los gérmenes nocivos o evitando su desarrollo». Si alguno ha imaginado una veintena de lanzallamas abriéndose en abanico para eliminar un malvado patógeno alienígena, no va mal desencaminado.
Desinfectar es más que limpiar. Es limpiar, eliminar, y prevenir posibles focos de infección. Limpiar es eliminar lo visible, mientras que desinfectar es eliminar lo invisible.
¿Cuándo hay que limpiar y cuándo hay que desinfectar?
Es muy sencillo saber cuándo hay que barrer, o cuándo hay que limpiar el polvo sobre los muebles. Este tipo de suciedad es visible. Pero los gérmenes no lo son. Entonces, ¿desinfecto todos los días, todo? Por suerte para nuestro tiempo libre, no será necesario.
Lo que sí será necesario es medir el uso que le damos a los espacios. Así, será recomendable desinfectar por lo menos una vez a la semana baño, cocina y suelos. Sin embargo, también será necesario desinfectar la cocina cada vez que manipulemos, por ejemplo, carne cruda. Del mismo modo, será aconsejable desinfectar más veces un baño sin ventana que uno que permita la ventilación. O el suelo al que accedan nuestros pequeños.
La limpieza y desinfección de superficies, especialmente el suelo
El suelo es el lugar donde pisamos con los zapatos que traen la suciedad de la calle, o donde se posan todo el polvo en suspensión de la casa. Pero el suelo es también el espacio donde nuestros hijos, sobre todo en las primeras etapas de crecimiento, pasan la mayor parte del tiempo, jugando, gateando, llevándose a la boca lo que encuentren… Es importante poner especial atención a la limpieza de esta superficie.
Algunos consejos básicos de limpieza serán, por un lado, aspirar a diario toda la casa , teniendo especial cuidado con cambiar el filtro de la aspiradora cuando éste se encuentre lleno (o perderá su eficacia). Esto nos llevará unos minutos, y eliminaremos una capa importante de polvo y ácaros. El segundo, quitarnos los zapatos al entrar en la vivienda, evitando ponerlos sobre el suelo o sobre superficies altas de donde pueda caer suciedad a cualquier otro objeto.
Pero aspirar no es suficiente porque no estamos desinfectando. Parte de los ácaros seguirán ahí, así como el grueso de los gérmenes. Para eliminarlos, debemos usar productos con propiedades desinfectantes , como los que contienen lejía y detergentes. En este caso podemos usar Estrella 2en1 en el cubo de la fregona para la cocina y baño.
La limpieza y desinfección del baño
El baño es el lugar donde nos aseamos, a nosotros y a nuestros peques. Y sin embargo es uno de los puntos de la vivienda con más fauna. Debido a la humedad más o menos permanente que da la ducha, los hongos y bacterias campan a sus anchas, y debemos tener especial cuidado , sobre todo con niños, que acceden indiscriminadamente con sus manos a todo lo que esté a su alcance, como el suelo o el inodoro.
Por suerte para nosotros, el baño es un espacio en el que tanto suelos, paredes y mobiliario (la taza o la bañera) pueden ser frotadas sin que la lejía suponga un problema para su superficie. Es más, productos como la lejía Estrella 2en1 ayudarán a blanquearla y eliminar esas manchas que suelen salir en las juntas de los azulejos.
El inodoro, tanto por fuera como por dentro, el suelo de la ducha, la bañera o los lavabos son lugares que hay que atender especialmente ya que se acumulan muchas bacterias resultado de su uso continuado y frecuente, y que deben intentar eliminarse con mayor frecuencia de lo habitual. Otro factor es el número de personas que compartan el baño ya que, en caso de ser muy numeroso, la limpieza con desinfectante deberá ser más regular. Por todo ello, con el aseo hay que ser especialmente meticulosos sobre todo si hay niños pequeños en casa que puedan arrastrarse por el suelo y entrar en contacto con la suciedad acumulada.
Otro lugar que puede acumular bastante suciedad, y es importante desinfectar, es el suelo del baño, donde las bacterias pueden aflorar por la humedad en alfombrillas y ambiente. Una buena idea sería rematar el baño con un chorro de lejía en el cubo de la fregona junto con otros productos fregasuelos aromáticos y retirar la condensación de manchas en esquinas y rincones de la pared con una bayeta.
Hay que evitar que la humedad se acumule tras duchas o baños de agua caliente, para ello es importante dejar la puerta abierta, colgar todas las toallas para que puedan secarse bien y secar restos de agua en lavabos y suelo.
El campo de batalla de la alimentación de nuestros peques
En la cocina preparamos alimentos y por lo general damos de comer a nuestros hijos. Hay superficies, herramientas y textiles que se utilizan de forma repetitiva día tras día y en los que tenemos que poner especial cuidado en la higiene, sobre todo en los primeros años del niño cuando su sistema inmune aun es inmaduro. La trona, por ejemplo, acumula en sus recovecos restos de comida antiguos que debemos retirar con esmero para evitar que se pudran y generen bacterias. Otros utensilios como cuchillos, cucharones y palas de madera no deberían reutilizarse sin pasar por el lavavajillas tras las comidas o en la elaboración de diferentes platos.
Siempre que la superficie lo permita, podemos utilizar lejía para asegurarnos que estamos desinfectando además de limpiar. Estrella 2 en 1 también nos vale para la cocina. Las tablas donde cortar alimentos, mármol, encimeras, hornos y microondas conviene que permanezcan limpios y desinfectados después de cada comida, por dentro y por fuera evitando que restos que hayan quedado de la cocina acaben por secarse y resulte más difícil su extracción. Si usas grandes bandejas donde colocar la fruta o tienes cajones en la nevera, una buena recomendación será estar pendiente del estado de los alimentos para que no se acumulen piezas en mal estado que además de mal olor, te obliguen a tener que deshacerte de estos contenedores.
Las bayetas, esponjas y cepillos para fregar vajillas deben sustituirse cuando pierdan color y empiecen a oler ya que en caso contrario pierden su eficacia y manchan más que limpian. El fregadero también es un lugar esencial que mantener limpio y desinfectado, pues además de acumular restos de comida de los platos, sartenes con aceite usado y la cal propia de sus tuberías, muchas veces lo usamos para reposar los alimentos que vamos a consumir posteriormente, como para escurrir la pasta recién cocida y lavar el pescado. Por ello, todas las zonas de trabajo donde vayamos a cocinar (especialmente, si es comida cruda como verduras, fruta o carnes) deben estar limpias y recogidas, cumpliendo con el procedimiento previo de lavar las manos siempre antes y después de su preparación
En un hogar con bebé, los textiles que usamos a la hora de cocinar y comer se someten a mucho estrés. Baberos, trapos y servilletas de tela están en constante uso y en ocasiones no permanecen limpios más que unos minutos cuando el pequeño empieza a experimentar con los alimentos. Quién no ha limpiado la cara de un niño con comida hasta las orejas con el trapo de cocina. Este gesto nos recuerda que tenemos que cambiar los trapos diariamente, ya que en ocasiones lo hemos utilizado antes para secar cualquier superficie y la humedad acumulada propicia la multiplicación de gérmenes.
Para la desinfección de estos textiles siempre que sean tejidos claros, recomendamos usar productos como Neutrex con lejía en la lavadora, que nos dejará con la tranquilidad de haber eliminado las bacterias. En caso de tener manchas difíciles, podemos ponerlos a remojo con este producto un ratito antes de hacer la colada. Además, aconsejamos tener cuidado en su secado, evitando doblarlos y guardarlos húmedos.
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