El caramelo cae al suelo, de donde lo cogemos y le damos un soplido potente. ¡Bfff! Por lo que respecta a nuestros pequeños, el caramelo acaba de ganar una inmunidad que no la tiene ni Superman y, se lo llevan a la boca. En el proceso, es posible que una inmunidad real haya sido ganada por el peque. Pero, ¿hasta qué punto justificamos el contagio de algún virus a cambio?
¿Qué es la inmunización activa natural, y qué papel juega?
La inmunización activa natural (los apellidos vienen por el modo en que se gana la inmunidad) es un tipo de resistencia conseguida tras adquirir anticuerpos , ya sea por haber ingerido de manera natural las defensas, como es el caso de la lactancia materna, o por haber luchado contra un virus, como cuando nuestros hijos se contagian de un catarro o pillan la varicela.
Es esta última la que se gana en las guarderías o en los parques en contacto con otros niños, al ir con poco abrigo en invierno, o mediante infecciones por vía gástrica (como ese caramelo con el que abríamos el artículo).
Hay dos extremos: proteger al pequeño contra todos los elementos y dejarlo aislado o, pasividad absoluta ante cualquier cosa que se meta en la boca. Como todos los extremos tiene un punto medio (y saludable) basado en vivir el día a día sin alarmas innecesarias y en el que la higiene diaria tiene mucho que decir.
Diferenciar unos virus de otros
Por un lado están esos virus de los que raramente se puede huir y cuyas consecuencias (atendidos siempre por un médico de cabecera) suelen ser el reposo una semana o dos. Es el caso del resfriado común, el doble de frecuente en niños que en adultos, y que incluso sanos suele contagiarnos dos o tres veces al año.
Luego hay otro grupo de virus frecuentes en niños que inmunizan a los pequeños. Estos contagios durante la infancia juegan un papel decisivo en la salud adulta, y haber pasado determinadas enfermedades de pequeño evita futuros problemas. Por citar algunos: en adultos, las paperas pueden causar esterilidad, la varicela puede desembocar en hepatitis o neumonía, y el sarampión puede causar encefalitis.
Lejos de ir corriendo con nuestro hijo en busca de grupos de niños para infectarse (los médicos nunca recomiendan esta práctica) no debe darnos miedo que nuestro pequeño las contraiga de manera natural en los medios en que suelen darse: lugares concurridos como guarderías, parques, fiestas de cumpleaños o cualquier otro evento que incluya personas juntas.
Por último hay un tercer grupo de virus particularmente nocivos de lo que se recomienda huir en todo momento, que no aportan ningún tipo de ventaja inmunitaria y por los que no tenemos obligación de pasar. Algunos ejemplos de ellos son la toxoplasmosis o la E.coli.
¿Qué medidas debemos tomar al respecto?
Como siempre que hablemos de la salud de nuestros pequeños y posibles infecciones, la higiene y la prevención son cruciales. Tanto de los pequeños como de los adultos que les rodean, así como su entorno.
En casa es importante mantener la higiene prestando especial atención en desinfectar, no solo limpiar, atendiendo a las zonas donde pueden surgir los virus graves. Como hemos mencionado, no es lo mismo un catarro que la E.Coli.
Debemos tener especial cuidado con la higiene en la cocina, es aquí donde manipulamos la comida y donde se aconseja utilizar productos específicos que desinfecten además de que limpien, como Estrella 2en1. En la cocina también tenemos bayetas y paños que suelen acumular bacterias conviertiéndose en un foco de contaminación. Para su correcta desinfección es recomendable cambiarlos a diario y lavarlos con Neutrex con lejía siempre que sean colores claros.
El baño es otro de esos lugares a tener en cuenta, donde debemos tener especial cuidado en la desinfección de los grifos, pomos, el botón de la cisterna... Son objetos por los que pasan muchas manos a lo largo del día, y donde puede haber una alta concentración de bacterias y virus.
En los espacios públicos, no tendremos control sobre la limpieza y desinfección por eso es muy importante enseñarles desde pequeños pautas de higiene como puede ser el lavado de las manos para prevenir infecciones antes de comer, después de ir al baño, o tras jugar con sus amigos en el parque. Convertir este pequeño reto en un juego evitará contagios cuando no estemos presentes para ayudarles a limpiar.
Pero más que nada debemos hacer caso de la opinión de los expertos , acudir al médico cuando sospechemos que nuestro peque haya cogido algo, y no preocuparnos en exceso. Los niños aprenden interactuando con su entorno al igual que lo hicimos nosotros
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