Con frecuencia creemos que amamantar un bebé es algo instintivo (y lo es) pero la realidad es que a muchas madres les resulta complicado adaptarse. Que si la subida de leche no llega, que si el bebé no se engancha bien, que si los pezones se resienten... Estos son solo algunos de los problemas con los que toda madre se encuentra, en mayor o menor medida, antes de conseguir instaurar la lactancia. Si es tu caso, relájate, ármate de paciencia y sigue nuestros consejos.
Encontrar la postura adecuada
Las primeras horas de vida de tu bebé son cruciales para iniciar de manera correcta la lactancia. Una mala postura o un mal enganche del bebé al pecho puede derivar en problemas de irritabilidad y llanto descontrolado por parte del bebé y en grietas, mastitis o baja producción de leche en tu caso.
Para encontrar la postura perfecta es importante que dispongas de un lugar relajado, cuya temperatura ambiente no sea ni muy fría ni demasiado cálida y donde te puedas sentar o tumbar cómodamente.
Existen muchas posturas totalmente válidas para hacer de tu lactancia una bonita experiencia. La primera que todas las madres prueban, la clásica, consiste en colocar a tu bebé con la cabecita en el antebrazo, sujetando su espalda con tu mano y con el cuerpo mirando hacia ti, totalmente enfrentado a tu pecho. Puedes ayudarte con cojines o con una almohada de lactancia para que su culito y las piernas se posen sobre ella y tu estés más cómoda.
Llegados a este punto, es conveniente resaltar que para que el bebé pueda engancharse bien a tu pecho no sólo ha de agarrarse al pezón sino también a parte de tu areola. De esta manera, al succionar presionará la zona galactófona donde se produce la leche y estimulará su salida al mismo tiempo que fabrica más cantidad.
Una buena manera de saber si se ha enganchado bien es comprobar si sus labios están evertidos, con especial atención a si el lado inferior está “vuelto hacia fuera”, si su barbilla está contra el pecho y si la nariz está pegada a tu seno. Si no es así, prueba con estas otras posturas:
Otras posturas para amamantar
Si tu bebé es prematuro o de tamaño pequeño es posible que le cueste engancharse con la postura tradicional. Prueba con la posición cruzada en la que sujetarás su cabeza y la espalda con la mano opuesta al pecho que vas a ofrecerle.
Otra postura muy recurrida es la denominada posición de rugby, sobre todo en caso de tener gemelos o si tu parto ha sido por cesárea. Como su propio nombre indica, es como si estuvieras sujetando un balón de rugby. Colocarás a tu bebé en el costado con los pies hacia atrás y el cuerpo por debajo de tus brazos.
Para las tomas nocturnas, la postura perfecta es la tumbada. Si estás tumbada boca arriba puedes poner al bebé encima tuyo mirando boca abajo o poneros los dos de perfil.
Otro motivo por el que tienes que cambiar la postura para dar pecho a tu bebé es si padeces una mastitis. El bebé debe dejar de presionar la zona inflamada con lo que, una de las opciones es, ponerte a cuatro patas encima de la cama, colocar a tu bebé tumbado boca arriba e inclinarte hasta que él pueda agarrarse.
Si notas que tu bebé tiene regurgitaciones también es señal de que no le estás dando pecho con la postura adecuada. Prueba a ponerlo a horcajadas, es decir, sentado sobre tu pierna y mirando hacia tu pecho.
Cómo cuidar tu pecho
La piel del pecho es especialmente sensible y requiere unos cuidados para evitar que el pezón se agriete. Para ello es muy importante seguir estricamente unas pautas de higiene muy sencillas, como utilizar siempre discos de protección para evitar que el roce del pezón con el textil de tu ropa los lastime.
Mantén siempre hidratada esta zona de la manera más sencilla, es decir, utilizando tu propia leche que además tiene propiedades cicatrizantes. Además, te resultará de lo más calmante masajear esta zona en cuanto termines de lactar, especialmente si tienes un prinicpio de pezón irritado.
Si a pesar de llevar una higiene adecuada no puedes evitar el agrietamiento de tus pezones, utiliza el protegepezones Natural Feeling de Chicco, ideal en estos casos pues aliviará el dolor mientras te permite continuar con la lactancia materna. Además, también es apto en el caso de pezones planos. Lo puedes encontrar de caucho y de silicona y en dos tamaños.
Para terminar, sigue la rutina de darte una ducha diaria. Además de por higiene, el agua a una temperatura adecuada actúa de relajante, así podrás disfrutar al máximo de tu lactancia materna.