Marta está a punto de cumplir quince años y cuando ve a un chico pasar a su lado se ruboriza como cualquier adolescente, cuando tiene cerca a chicas de su edad, no puede evitar ponerse coqueta, como nos ha pasado a todos. Sin embargo un diagnóstico hace que el sistema educativo considere que deba acudir a un colegio de educación especial. "Ese es el principio de las etiquetas sociales", me cuenta su madre, "el principio de la exclusión".
Seguramente ahora mismo no te suene su historia pero quizá si te digo que su madre, Lola Rizo, hace unos días consiguió nada más y nada menos que más de 21.000 me gustas y más de 24.000 compartidos en su publicación de Facebook donde solicitaba amistades para su hija ya te suene.
Marta fue diagnosticada de TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo) más cercano al Síndrome de Asperger que al autismo severo y durante toda la educación primaria acudió a su colegio de siempre. Allí sus profesores le recomendaron asistir a un aula abierta que consiste básicamente en un espacio físico donde se tiene atención especial a niños con diversidad pero comparten el colegio con el resto de niños en momentos como el recreo y además en asignaturas como música, plástica o educación física, permitiendo una mayor motivación e inclusión.
Aquí no existían las etiquetas, ni los prejuicios, Marta se sentía muy querida por sus compañeros y estimulada y tal y como me confirma Lola "los niños aprenden a ser mucho más empáticos" si crecen viendo que no hay discapacidades sino diFcapacidades o capacidades diferentes.
Una vez terminada esta etapa Lola tuvo que aceptar la decisión de nuestro sistema educativo y matricular a Marta en un colegio de educación especial para proseguir con la educación secundaria. Ella misma me transmite que "sus nuevos compañeros son bellísimas personas, así como las familias o el profesorado pero no recibe estimulación suficiente". "Ese círculo no la estimula, mi hija cambia de postura cuando se le acerca una niña de quince años normal".
Llamamiento en Facebook
Por eso Lola decidió que era el momento de que su hija hiciera cosas propias de su edad, que saliera de un entorno que no la beneficia y no la ayuda en su desarrollo y publicó en su muro un mensaje que en pocas horas corrió como la pólvora por medio mundo. En él, Lola buscaba "candidatos" de la edad de Marta para poder ir al cine, pintarse las uñas o por qué no, ¡criticarla a ella misma!
¿El resultado? Mensajes de más de 15 países ofreciendo su amistad, gente de su zona, otros que por lejanía al menos ofrecen una amistad virtual, mensajes de apoyo, y hasta palabras de agradecimiento por enseñar a muchos padres a valorar algo tan simple como un amigo.
Marta ya ha podido tener un primer contacto con algunos nuevos amigos, aunque Lola intenta ser prudente y hacer este proceso con cautela para evitar toda situación incómoda a su hija. Al final, muchos desaparecerán pero otros, con los que exista un feeling permanecerán y Marta verá ampliado su círculo de amistades y estímulos más allá de su centro de educación especial.
A pesar de que escribir en público en Facebook "fue un error", como nos cuenta ella misma, descubrir la humanidad de tanta gente seguro que le ha merecido la pena.
La falta de inclusión del sistema educativo
Lola nos cuenta que ha descubierto que no solo ocurre esta exclusión en España sino también en otros muchos lugares.
"Que mi hija no pueda estar en un colegio con los otros niños pues no me gusta, aunque los colegios tienen muchas carencias. Investigué mucho sobre el sistema educativo tal y como está, y supe de metodologías como las inteligencias múltiples o el aprendizaje cooperativo, que se utilizan en muchísimos colegios de forma aislada o por muchos profesores, pero que no están instauradas. Y me cabreé más, porque si todo esto estuviera, mi hija y muchísimos niños entrarían dentro del sistema. Esa es mi lucha a favor de una mejora del sistema educativo por ella y por muchos niños más", nos cuenta Lola.
En nuestro país el sistema de educación especial está dividido de la siguiente forma: Educación Infantil Especial (3 a 6 años), Enseñanza Básica Obligatoria (6 a 16 años) y Transición a la Vida Adulta (16 a 21 años).
Aunque es conveniente ver la información concreta de cada comunidad autónoma podemos revisar la información al respecto del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
El problema, tal y como denuncia Lola, "es la falta de inclusión que impide por un lado que los niños con algún tipo de discapacidad puedan recibir estímulos adecuados y por otro la falta de empatía con la crecen aquellos niños que de otra forma, compartiendo pupitre día tras día con niños de capacidades diferentes, nunca verían barreras que les separaran".
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