Cuidar la comunicación es clave para cuidar nuestras relaciones. A veces decimos las cosas con la intención de tranquilizar y ofrecer esperanza al otro en tiempos difíciles, pero generando justo el efecto contrario. Por ejemplo, sabemos que el uso repetido de ciertas frases, sin una acción significativa que las acompañe, puede erosionar la confianza y perjudicar la relación.
Hay una frase en cuestión que genera este efecto. Pero, ¿cómo puede dañar tanto una frase de tan solo cinco palabras? Lo explica el psicólogo de Pensilvania Jeffrey Bernstein, en la publicación Psychology Today. La frase es: "No te preocupes, lo resolveremos". Lo peligroso no es tanto la frase en sí, sino su uso y que solo quede en eso, en palabras (como dice el refrán, las palabras se las lleva el viento).
Y aquí os traemos algunos ejemplos adaptados que cita el psicólogo, donde se evidencian las tres problemáticas derivadas de esta frase: perder la confianza, que se rompa la comunicación y el no afrontamiento de los problemas.
Una frase que puede hacer que nos pierdan la confianza
Imagina que Alberto es un comercial, que quiere mudarse con su novia a un nuevo apartamento, y le dice: "Ahorraremos juntos para comprarnos esta casa". Entonces su novia le menciona su preocupación por los gastos mensuales, sabiendo que Alberto tiene una gran deuda de tarjeta de crédito. Alberto responde: "No te preocupes; lo resolveremos", lo que puede darle a su novia un alivio y un consuelo temporal. Pero claro, en realidad está evitando el tema.
Cuando sus problemas persisten y empeoran a medida que Alberto no toma medidas concretas para abordar sus problemas financieros, sus palabras de seguridad empiezan a sentirse vacías, y su novia cuestiona la sinceridad que había en ellas, lo que le lleva a la duda, a perder la confianza y a la frustración.
Puede llevar a romper la comunicación
Otro ejemplo que traemos para explicar mejor lo dañina de esta frase es este. Imagina a Óscar y Fernando, amigos de toda la vida unidos por la pasión por el fútbol. Ambos asumieron la tarea de organizar la liga anual de su vecindario, sin embargo, a medida que profundizaron en el proceso de planificación, su comunicación, que alguna vez fue fluida, comenzó a desmoronarse.
Óscar es un planificador meticuloso, mientras que Fernando, que tiene una naturaleza más relajada, dijo repetidamente: "No te preocupes; lo resolveremos", priorizando la diversión sobre la estructura.
Sus puntos de vista contradictorios hicieron aumentar la tensión entre ellos. Frustrados por su incapacidad para estar de acuerdo, Óscar y Fernando rompieron su comunicación como amigos.
Incentiva no afrontar los problemas o posponerlos
Sonia y Elías, ambos farmacéuticos, se conocieron en una convención, se hicieron amigos y concibieron una idea de negocio, anhelaban convertirse en socios de una aventura empresarial.
Tuvieron que abordar problemas sobre los roles que cada uno asumiría y diferentes elementos importantes para crear una empresa. Ambos empezaron a notar que su amistad se sentía muy tensa, ya que cada uno evitaba una discusión seria sobre estos detalles cruciales recurriendo al "No te preocupes; lo resolveremos".
En lugar de enfrentar los problemas de frente y asumir la responsabilidad de encontrar soluciones, confiaron en las promesas vacías de resolución de los demás, sin participar activamente para solventar sus problemas.
Nuestras palabras deben acompañarse de hechos: cómo transformar esta frase 'dañina'
Claro que es importante ofrecer tranquilidad, consuelo y esperanza a nuestros amigos, familiares o pareja, cuando están preocupados por un determinado tema. Y está genial ser optimistas. Sin embargo, también lo es que nuestros hechos se acompañen de acciones concretas.
De no ser así, un uso excesivo de la frase "No te preocupes; lo resolveremos" puede erosionar gradualmente la confianza y la comunicación, y hacer que no acabemos afrontando los problemas que tenemos. Y esto puede perjudicar, lógicamente, el vínculo que tenemos con la otra persona.
Por ello, en lugar de decirla, optemos por algo más firme, concreto y resolutivo (y que además, valide la preocupación del otro). Por ejemplo: "¿Cómo puedo ayudarte? ¿Cómo podemos arreglar esto? Vayamos a arreglar esto, ocupémonos de esto, es normal que te preocupes...", etc. Y acompañar la frase con un hecho.
Como vemos, aquí no hablamos del futuro (que no existe) o de promesas vacías, ni de algo que se queda en el aire, sino del presente (nos ponemos manos a la obra y activamos recursos de afrontamiento). Y si no lo podemos resolver al momento, al menos planifiquemos cómo podremos resolverlo.
Foto | Portada (Película Cruce de caminos, 2013)