Las tres razones por las que no hay que bañar al bebé al nacer
Nada más nacer. Hasta hace unos años, y aún ahora en algunos hospitales que no se han actualizado todavía, a los bebés se les bañaba nada más nacer, como si fuera totalmente necesario dejarlos limpios y aseados para conocer a su madre.
En otros, algo más avanzados, dejan al bebé con la madre para que estén piel con piel y haga su primera toma, y después sea evaluado, pesado, tallado, etc., y bañado, más o menos a las dos horas de nacer.
Sin embargo, según un estudio, sigue siendo pronto. A continuación os dejamos con las tres razones por las que no hay que bañar al recién nacido al nacer.
Para no quitarle la vérnix caseosa
¿Veis al bebé de la foto, lleno de una sustancia amarillenta? Los bebés nacen así. Unos tienen más y otros tienen menos, pero llegan al mundo con la misma sustancia que les protegía dentro del útero, la vérnix caseosa.
Como digo, hasta hace unos años se consideraba que era un resto del embarazo y se retiraba, pero se está viendo que tiene funciones muy válidas y útiles para el recién nacido.
Por una parte, y como ya nos explicara Lola hace unos meses, la vérnix ayuda a que el bebé mantenga mejor su temperatura corporal (la pérdida de temperatura es muy peligrosa para los recién nacidos) y es poco a poco absorbida por la piel del bebé, aportándole hidratación y elasticidad (y en consecuencia una menor probabilidad de escoceduras, dermatitis, etc.).
Para no romper el vínculo con la madre
Cada vez se separa más tarde a la madre y al bebé porque se ha visto que de ese modo la madre tiende a ser más cercana al bebé (y por muchas otras buenas razones). Aunque puede parecer una tontería, porque todas las madres quieren con locura a sus hijos, cuando no se separan de los bebés tienden a ser más cariñosas haciéndoles más caricias y teniendo más momentos de contacto visual.
Luego hacia el mes de vida esas diferencias apenas se observan, pero los primeros días y semanas pueden ser bastante duros y cuanto mayor sea el vínculo mejor lo llevarán tanto ella como el bebé.
Para aumentar las probabilidades de amamantar al bebé
En el año 2013, investigadores del Boston University School of Medicine y del Boston Medical Center publicaron un estudio en el que compararon el baño a los recién nacidos dos horas después del parto con el baño realizado doce horas después.
Vieron que los bebés que habían sido bañados más tarde tenían un 39% más probabilidades de conseguir ser alimentados con lactancia materna exclusiva y un 59% más de probabilidades de lograr una lactancia materna casi exclusiva. Asimismo, vieron que las probabilidades de que madre y bebé iniciaran una alimentación con leche materna (en vez de con biberón) era un 166% mayor.
De este estudio se desprende que no es solo una hora lo que debe respetarse al nacer el bebé, sino muchas más horas, al menos en lo que al baño se refiere. Es posible que el hecho de verlo aún "sucio", como si aún formara parte del cuerpo de la madre, aumente el sentimiento de responsabilidad en la mujer y decida iniciar el amamantamiento e incluso luchar más en caso de que haya algún problema con la lactancia (pero solo es una teoría).
En cualquier caso, en el estudio hablan de 12 horas, que es poco en comparación con lo que hacen en muchos hospitales de Londres, de esos en los que se crea la evidencia que luego se hace extensiva al resto del mundo. Allí están recomendando que el primer baño del bebé (lo que conocemos como sumergirlo en el agua y frotar un poco con una esponja) se haga cuando tenga ya dos o tres semanas, para aprovechar la grasa natural de la piel del bebé. Mientras tanto solo se les lava con una esponja o toalla húmeda, por zonas.
Así que si dentro de unos años nos dicen que no los bañemos hasta que tenga 15 ó 20 días, no os extrañéis... será señal de que han visto que es mejor.
Foto | iStock
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