Seis pautas para mejorar las meriendas de nuestros hijos
La semana pasada, con motivo del revuelo levantado por la OMS a la hora de declarar a las carnes procesadas como salchichas y fiambres, les pedimos a los expertos que nos resolvieran nuestras dudas.
Tras a entrevista, le pedimos a Carolina, Master en humana Nutricion y Salud. Coach nutricional. Responsable del blog 24 Zanahorias que nos ayudara un poco y estas son las seis pautas para mejorar las meriendas de nuestros hijos y poder así tener más opciones que la bollería industrial, el zumo o el bocadillo de fiambre.
La meriendas, no vale cualquier cosa
Hoy en día llevamos una vida marcada por el reloj, lo que hace que muchas veces no le dediquemos el tiempo necesario a algo tan importante como alimentarnos, de ahí que triunfe la comida precocinada o los restaurantes de comida rápida, porque no tenemos tiempo para cocinar y a veces ni siquiera lo tenemos para pasar un tiempo disfrutando de una buena comida en familia.
En esta vorágine del día a día, terminamos saltándonos comidas o bien tomando lo primero que encontramos. Me refiero al desayuno y la merienda. Con el primero suele ser que preferimos esos diez o quince minutos más en la cama que preparar un desayuno adecuado y desde luego con niños la cosa no mejora y gran parte del tiempo lo pasamos intentando que salgan medianamente vestidos de casa, por eso muchas veces recurrimos al socorrido cacao con galletas, bricks de zumo o yogures bebidos.
Con la merienda sucede lo mismo, con el plus que suele ser la comida del día a la que menos atención prestamos. Es lógico, tenemos el problema de que muchas veces no estamos en casa para prepararla ya que solemos dársela según salen del cole y van camino de alguna extraescolar, con lo cual al final tiramos del recurso fácil que es la bollería, galletas o el bocadillo, con alguna excepción, claro está.
Por eso le pedimos a Carolina que nos diera algunas ideas para la merienda que nos sacaran de esta mano de sota, caballo y rey que terminan siendo las tardes al final del mes.
Aumentar la cantidad de fruta que comen nuestros hijos ofreciéndosela en la merienda en gajos o trozos enteros. Podemos hacerla más atractiva preparando una pequeña ensalada de frutas o pinchando piezas de varias frutas a modo de brochetas.
Evitar siempre los zumos envasados, incluso los hechos en casa no se deberían tomar todos los días.
Evitar la bollería industrial y las galletas. No son productos saludables y contienen una gran cantidad de grasas y azúcares, calorías vacías que nada aportan a su organismo.
Ocasionalmente podemos hornear nuestros propios bizcochos usando ingredientes saludables, sin azúcares refinados como un pan de plátano o un bizcocho de zanahoria, usando esos ingredientes como base y añadiendo huevos, harina de avena, trigo sarraceno, trigo integral, especias como la canela y endulzando con compota de manzana (sin azúcar) o una pequeña cantidad de miel de buena calidad y aceite de oliva.
Los frutos secos no son nuestros enemigos. Durante mucho tiempo, o más bien, durante nuestro tiempo de adultos los hemos ido dejando en el rincón de "las cosas que engordan", pero la verdad es que con moderación son una opción interesante de aporte de ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales. Eso si, debemos evitar aquellos que vienen fritos y salados. Los podemos ofrecer junto con fruta o troceándolos dentro de un yogur.
Los bocadillos, un clásico. Podemos ofrecerles bocadillos de pan de cereales integrales con rellenos de huevo y atún, jamón serrano y tomate natural, aguacate y huevo duro, etc.
Con estos pequeños cambios iremos acostumbrando a nuestros hijos a comer cosas nuevas y a no comer dulce a diario. Quizás sea una batalla al principio, pero de ello depende su salud y por supuesto su futuro.
Foto | splitshire
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