"¡Mamá, no me beses!" "No me abraces en público..." ¿Te suenan estas frases? ¿Te las ha dicho tu hijo adolescente últimamente? Y piensas, ¿cómo puede ser que mi hijo, que hace "dos días" me comía a besos, hoy no quiera recibir ni un abrazo?
Cuando los hijos crecen, experimentan etapas que les van a cambiar la visión y la vivencia de muchas cosas, y es normal. Una de las etapas "estrella" es la adolescencia.
Hablamos en este artículo de esta necesidad que tienen algunos adolescentes de "retirar" o reducir el contacto físico con los padres, algo que es normal que echemos de menos, y cómo volver a acercarnos a ellos respetando siempre sus necesidades y sin forzar nada.
Mi hijo adolescente ya no quiere tanto contacto físico conmigo: ¿por qué?
Cuando nuestros hijos crecen e inician la etapa de la adolescencia, empiezan también un proceso de maduración, individualización y búsqueda de su propia identidad.
Y puede ser que en ese momento, a tu hijo adolescente, que hasta hace nada te comía a besos, ya no le haga tanta gracia eso del contacto físico, los besos, caricias y achuchones. Pero, ¿por qué ocurre? ¿Cómo actuar?
Para empezar, si estás viviendo esta situación, tranquila porque es algo muy común y normal. Algunas de las posibles razones a esto son:
Vergüenza
Sobre todo si es delante de sus amigos, los adolescentes se sienten mayores (y de hecho, ya lo son un poco más), con lo que es "normal" que experimenten vergüenza si les besas o si haces lo mismo que hacíais hace algunos años.
No hay nada malo en ello, pero ten en cuenta que tu hijo ya no es el mismo, se siente diferente por dentro y por fuera.
Necesidad de diferenciación e independencia
Tu hijo adolescente también está madurando, y en ese proceso, busca la diferenciación con los padres, en un proceso de individualización. Por ello, todas las conductas y hábitos que antes hacíais, para él ya no tienen el mismo sentido.
Muchos cambios en esta etapa
Tu hijo seguramente necesita tiempo para asimilar tantos cambios en su vida a nivel físico, social, emocional y psicológico. Y en ese estado de confusión y búsqueda de "quién es", el contacto físico puede agobiarle más que antes, y no porque haya nada malo en ese contacto, sino porque él está asimilando muchas cosas y al no sentirse igual, necesita algo distinto.
Es probable que cuando "supere" esta etapa, vuelva a anhelar ese contacto (o no, pero tiene derecho a identificar qué necesita, qué le apetece...).
¿Cómo recuperar ese contacto físico?
Y tú como mamá o papá, añoras mucho ese contacto físico, los besos y abrazos que os hacíais cuando era más pequeño. ¡También es normal! Pero si quieres recuperar poco a poco ese contacto físico, es imprescindible que respetes sus necesidades, su tiempo y su espacio.
La importancia de respetar su espacio
Cada persona necesita su ritmo para volver a hábitos anteriores, y en cuestión de cariño, es fundamental que éste nazca del deseo intrínseco en cada uno, nunca que se imponga (eso sería contraproducente).
Por ello, resulta fundamental que respetes el espacio de tu hijo, y lo que él necesita. ¿Cómo respetar todo esto a la vez que intentamos cultivar de nuevo ese contacto?
1. Favorece la naturalidad
La naturalidad será tu mejor aliada aquí. No te preocupes, seguro que ese contacto vuelve con el tiempo.
Pero es imprescindible que no fuerces nada. Que hables las cosas de forma natural con él, que no le exijas y, también, que si te apetece darle un abrazo en la intimidad, se lo des. Eso sí, también háblalo con él.
2. Fomenta una comunicación abierta
También podéis hablar de cómo os sentís. Muchas veces queremos que nuestros hijos se abran a nosotros y, sin embargo, nosotros no nos abrimos a ellos. ¡Puedes empezar tú! Por ejemplo, verbalizando que echas de menos esos abrazos de hace unos años.
Le puedes preguntar también, directamente, cómo se siente él; si le da vergüenza, si ya no le apetece dar besos, el por qué... Pero no "a modo de interrogatorio", sino desde la curiosidad y la libertad, en una conversación informal pero cercana.
3. Cambia el tipo de contacto
Quizás ahora no le apetecen besos y abrazos, pero sí un golpecito en la espalda, una caricia, un "¡te echo de menos!". Al fin y al cabo, el cariño puede darse y demostrarse de múltiples formas, no únicamente a través del contacto físico.
4. Reorienta tus expectativas y disfruta con él
Quizás ahora mismo, a tu hijo no le apetecen las mismas muestras de cariño que teníais antes (o no le apetecen en público, por ejemplo). Si es así, puede ayudarte ajustar tus expectativas.
A lo mejor sí le apetecen otras cosas; una tarde juntos en la bolera, en el cine, en casa viendo una película... Lo importante es que podáis seguir cuidando vuestro vínculo.
Y aunque se haga mayor, siempre será tu hijo; quizás ahora es el momento de darle amor de otras formas, y está bien. Todo volverá. ¡Disfruta el tiempo con él que pasa volando!
Fotos | Portada (Unsplash)