cuando se asumen roles de madre sacrificada y perfecta, olvidándose de sus propias necesidades
Estamos familiarizados con el síndrome de Peter Pan, que se refiere a esas personas que se niegan a crecer, en referencia al niño eterno creado por Disney. Pero en la misma historia está Wendy, la dependiente relacional de Peter Pan que no le permite crecer y madurar. Pues quizás no sepas que este tipo de personalidad también existe y recibe el nombre del personaje en quien se basa, para describir a las personas que tienen la necesidad de complacer a los demás buscando constantemente aceptación con miedo al rechazo y abandono, dificultando y trascendiendo los propios límites de amor incondicional.
Luis Antón, psicólogo y director del Instituto de Psicoterapias Avanzadas (IPSIA), nos explica en qué consiste el llamado síndrome de Wendy, que afecta sobre todo a las mujeres que se responsabilizan de los demás y que, a veces, quienes padecen el síndrome de Peter Pan tienen cerca para ayudarles en su incapacidad de resolución de los problemas. Pero, qué ocurre cuando llegan los niños. La madre asume roles de cuidadora sacrificada.
Se olvidan de sus propias necesidades
Fue el psicólogo norteamericano Dan Kiley, quien usó por primera vez en 1983 los términos síndrome de Wendy y de Peter Pan.
Luis Antón señala que en la constante búsqueda de felicidad en la pareja, la personalidad Wendy permanece en esa condición rescatadora con su pareja al sentirse útil, querida y necesaria, pensando que el amor significa abnegación, sacrificio y resignación, evitando desagradar a los demás y tratando de no disgustar para mantener la aprobación ajena, cuidando siempre la imagen que se tienen ante el resto.
Afecta sobre todo a madres con sus hijos (en algunos casos también a padres) o personas con sus parejas, que tienen esa necesidad de complacer para buscar la aceptación, entendiendo el amor como sacrificio, y olvidándose de las necesidades de uno mismo.
El síndrome se acrecienta al convertirse en madre
Explica el director de Ipsia que las madres suelen asumir la mayor parte de la crianza, pasando la mayor parte del tiempo con el niño. Además, se incluyen refuerzos sociales y culturales que hacen que se intente ser una madre perfecta, imprescindible para el hijo y sacrificada por él.
"Todo esto está reforzado culturalmente y consigue que las madres se sientan cohibidas en las elecciones de la crianza, culpabilizándose con lo que no consiguen, no hacen o cuando hacen algo para su propio beneficio".
Entre las señales que pueden ayudarnos a descubrir que alguien cercano o uno mismo lo sufre, están "los sentimientos de tristeza y miedo a la culpabilidad, a no ser buena madre o pareja". Así lo señala Luis Antón, quien añade que "en un principio pueden ser difusas, pero si mantenemos los comportamientos y no conseguimos negociar nuestros espacios y deseos con las personas de alrededor, acabamos sintiéndonos cada vez más tristes".
Cómo superarlo en la maternidad
Culturalmente sabemos lo que "debemos" hacer como mujer u hombre, como madre, pareja o padre, lo que está "bien" o "mal". Muchas veces no nos damos cuenta de por qué nos sentimos tristes o culpables si no hemos hecho daño a nadie, pero es que nuestra herencia social nos afecta todo el tiempo.
Así lo explica el psicólogo, que añade que "aunque la cultura ha servido y sirve para relacionarnos, hay que entender qué sentimientos nuestros tienen ese contenido cultural para procurar variarlo, porque la cultura es dinámica, evoluciona, y el rol materno de madre sacrificada y perfecta, también debe hacerlo".
El síndrome de Wendy se agudiza cuando una mujer que ya lo padece, tiene hijos, ya que las madres siguen siendo las que más tiempo pasan con los hijos. Así lo señala Luis Antón, quien opina que la solución al problema debería pasar porque padres y madres asumieran la misma responsabilidad, pero no siempre es así. La situación se agrava aún más si la pareja es como Peter Pan y la mujer asume el rol de mujer sacrificada. Pero da algunas pistas para superarlo:
"Entendiendo que en la negociación de la mayor parte de las parejas esto se da, y partiendo de esta premisa, las madres podrían elegir algunos momentos de la semana en los que puedan realizar actividades que les gusten y dar a este tiempo una importancia muy alta. Muchas mujeres después del parto pierden la gran mayoría de estos momentos reforzadores".
Qué hacer para no perpetuar a nuestros hijos esa actitud sacrificada
Crecer en una familia donde la madre asume el rol de Wendy, puede llevar a que sus hijos asuman como ciertos y necesarios esos mismos comportamientos erróneos. De ahí que el director de Ipsia, nos da una serie de pautas para evitarlo durante su infancia:
Hay que intentar que los niños sean independientes, sin sobreprotección ni hipervigilancia.
Dejarles explorar el mundo y animarles a hacerlo, conocer otros niños, jugar, etc.
Dejarles claro que tienen el cariño y el cuidado en cuanto lo necesiten.
Es bueno seguir los intereses de nuestros hijos, fomentar la autonomía, y que tengan sus propios objetivos, aunque no todos los alcancen.
Y es que precisamente, uno de los errores más comunes entre estas madres, es caer en la sobreprotección de los niños. De ahí que el psicólogo insista en la necesidad de trabajar con ellas la necesidad de ganar espacio para una misma, a la par que se fomenta la autonomía de los niños, dejar que se equivoquen y aprendan de sus errores.
Luis Antón asegura que "la dificultad mayor en una madre con síndrome de Wendy suele ser entender que sus hijos le van a defraudar y no van a ser como quiere que sean".
"Es fácil verlos como una extensión de nosotros mismos. Los padres deben procurar reconocer sus propias expectativas sobre los hijos y conseguir dejarlas a un lado para que no interfieran en los intereses y objetivos del niño. Si además consiguen que sean sociables y se aficionen por actividades e intereses propios, habrán hecho el mejor trabajo por la independencia y el bienestar de sus hijos".
La madre Wendy debe esforzarse por dejar crecer y equivocarse a sus hijos, hasta hacerse adultos responsables. Si lo logra, habrá superado el síndrome y habrá sido una buena mamá, que es lo que tanto le obsesiona.
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