Las tres grandes inseguridades en la adolescencia y cómo ayudar a tu hijo a superarlas

Las tres grandes inseguridades en la adolescencia y cómo ayudar a tu hijo a superarlas
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Como ya sabemos, la adolescencia se caracteriza por ser una etapa llena de cambios y de primeras veces. Y en este terreno de confusión para muchos, pueden aparecer una serie inseguridades habituales en la adolescencia.

Hablamos de las más habituales, relacionadas con el aspecto físico, las relaciones sociales y la propia identidad, y de cómo acompañar a nuestro hijo adolescente para ayudarlo a afrontarlas.

Inseguridades habituales en la adolescencia

Las inseguridades son pequeñas heridas en la autoestima que hacen que nos cueste dar ciertos pasos, mostrarnos tal y cómo somos, lanzarnos a probar cosas nuevas o simplemente, hacer determinadas cosas.

Pueden ser complejos físicos, inseguridades a la hora de hablar en público, a la hora de ser uno mismo, inseguridades que tienen que ver con la forma de ser o con la inteligencia, etc.

Todos tenemos inseguridades en ciertos aspectos y/o en algún momento de nuestra vida, y es algo totalmente normal. Sin embargo, en la etapa de la adolescencia, por sus particularidades (la presión del grupo, la "necesidad de encajar", la personalidad aún construyéndose, etc.), esto puede ser más habitual aún.

1. Inseguridad en la imagen corporal: los complejos

Aparece con frecuencia una inseguridad en la imagen corporal; ya sea porque no reconocen su cuerpo (que aún está cambiando), porque no se gustan en general o porque tienen algún tipo de complejo físico.

Un complejo físico es una sensación de malestar y angustia asociada a una percepción negativa sobre el propio cuerpo, o alguna parte del mismo. Muchas veces, aunque no siempre, nace fruto de una distorsión en la imagen corporal. Esa distorsión puede tener su origen en el hecho de haber sufrido comentarios negativos sobre esa parte del cuerpo, como en el caso del bullying.

También puede tener su origen en algo real y observable, como tener una malformación o una cicatriz visible a los demás. Esa característica física se percibe como muy angustiosa e intolerable, y la persona llega a obsesionarse con ella.

Así, en la adolescencia encontramos una inseguridad física asociada a un nuevo cuerpo o bien a algún tipo de complejo, como por ejemplo: el peso o la altura (ser muy alto o muy bajo), el hecho de usar gafas o brackets, el color de la piel (fruto del racismo sufrido), la forma de alguna parte del cuerpo (por ejemplo, la nariz), el acné en la adolescencia, etc.

2. Inseguridad a la hora de interactuar

La inseguridad también puede manifestarse en el terreno social, a través de conductas de evitación y/o angustia por tener que "exponerse" socialmente. En este caso el adolescente siente angustia y malestar ante la idea de exponerse públicamente, ya sea en una exposición oral, en una fiesta, en una conversación informal, a la hora de conocer gente nueva, etc. Esto puede acentuarse cuando la persona es, además, tímida.

Y esa inseguridad, a su vez, entraña otros miedos o inseguridades, como: miedo a mostrarse como uno es, miedo a hacer el ridículo o a sentirse rechazado, miedo a decir alguna tontería (o sensación de que lo que se va a decir, no importa a nadie), etc. O incluso, inseguridad derivada de un complejo físico.

Además, a esto debemos añadirle las distorsiones en el pensamiento típicas de la adolescencia, que incluyen el fenómeno llamado "audiencia imaginaria", a través del cual el adolescente cree que todo el mundo está pendiente de él (aunque eso no sea así), lo que reforzaría aún más ese miedo a interactuar o a comportarse de X manera.

3. Inseguridad a la hora de ser uno mismo

Relacionada con la inseguridad anterior, también aparece una inseguridad a la hora de ser uno mismo en general. ¿Por qué? Por múltiples razones; por ejemplo, porque no se ven lo suficientemente "buenos" o "interesantes" para mostrarse tal y cómo son.

Esto tiene mucho que ver con su identidad, que aún no está definida, y con su necesidad de ser aceptados por el grupo (la presión grupal y el deseo de pertenecer). Y a su vez, también puede estar alimentado por las inseguridades físicas ya mencionadas.

La inseguridad a la hora de ser uno mismo puede manifestarse por ejemplo a la hora de vestir; no saber cómo vestirse, vestirse de forma extrema o muy cambiante (buscando su propia estilo), en otras conductas como la forma de hablar, o incluso llegando a desarrollar conductas dañinas como fumar o beber solo por el hecho de encajar y no sentirse "diferente" al grupo.

Cómo ayudar a nuestro hijo a superar las inseguridades

Hemos de partir de la idea de que, estas inseguridades forman parte de esta etapa. Pero no por eso son menos importantes, o les hemos de restar validez. Porque es algo que genera mucho malestar a los adolescentes.

Así, se trata más bien de acompañarles, validando lo que sienten y poniéndonos en su piel. Seguramente, a su edad también nos sentíamos así. Y, por otro lado, no debemos forzarles a la hora de "superarlas", sino más bien entenderles y estar a su lado. Algunas ideas para acompañar a nuestro hijo son:

  • Fomenta su confianza hacia ti para que pueda hablar del tema.
  • Pregúntale qué le preocupa, que no se convierta en un tema tabú.
  • Valida lo que siente pero a su vez, ayúdale a relativizar lo que le sucede.
  • Anímale a preguntarse; ¿está siendo realista viéndose así a sí mismo? ¿O tal vez sólo se esté centrando en una parte de su realidad? ¿Está siendo demasiado crítico, perfeccionista o exigente consigo mismo?
  • Ayúdale a ver todo aquello que se le da bien, sus fortalezas y aquellas cosas que sí le gustan de sí mismo.
  • Habla con él de sus cualidades para que se dé cuenta de que, a pesar de tener inseguridades, puede seguir haciendo cosas y sentirse bien.
  • Reflexiona con él preguntándole: "más allá de X inseguridad, ¿por qué crees que los demás te valoran?"
  • Hablad de los beneficios de ser uno mismo: ¿qué cosas buenas trae actuar en base a su personalidad?
  • Ayúdale a encontrar unos valores que puedan guiar su conducta más allá de esas inseguridades.
  • Pide ayuda profesional si crees que tu hijo necesita un psicólogo especializado.

Foto | Portada (Freepik)

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