El de la obligación de las cámaras en las guarderías no es un debate nuevo. Cada vez que saltan a los medios noticias sobre maltrato a niños (que afortunadamente no son frecuentes, pero suceden), a todos se nos estremece el alma.
Dejamos a nuestros hijos con plena confianza en un sitio donde permanecen durante horas y pensar que pudieran hacerles algo malo nos aterroriza. Y no solo para eso, también para poder controlar lo que hacen nuestros hijos cuando no estamos con ellos. Muchas escuelas infantiles ya cuentan con sistemas cerrados de videovigilancia, pero ¿deberían las cámaras ser obligatorias en todas las guarderías?
Vigilar todo lo que sucede en el aula
El sistema de cámaras de video vigilancia funciona actualmente en muchas guarderías. Se instalan en espacios comunes como el aula, el comedor, los pasillos o el patio, pero no en sitios privados como los baños. Los padres cuentan con una clave exclusiva para acceder al sistema y pueden ver desde sus ordenadores, tablets o móviles lo que está sucediendo en esos sitios en todo momento.
Yo estoy a favor de la colocación de cámaras en las guarderías, incluso en que debería ser obligatorio para todos los centros. Os explico por qué.
Hablamos de bebés de apenas meses, sin ninguna capacidad de defenderse ni de llegar a casa y contarnos cómo les ha ido el día en la guardería. ¿Cómo sabemos si ha sufrido algún tipo de maltrato?
Muchas veces son niños que pasan seis u ocho horas en una escuela infantil en la que los dejamos y los vamos a recoger, sin saber qué hacen o cómo están en todo el día. Hoy en día, gracias al teléfono móvil podemos saber en todo momento qué está haciendo nuestra pareja, nuestra hermana o nuestra madre a lo largo del día (si quieren respondernos, claro), ¡pero no sabemos lo que hacen nuestros bebés!
¿Y la confianza en el centro?
Hay quienes creen que tampoco podemos estar en todo momento controlando a nuestros hijos, y que si hemos elegimos un centro idóneo para dejar a nuestro bebés, deberíamos confiar en el personal que lo va a cuidar.
Aunque se confíe en el centro, cuando se trata de los hijos creo que nunca estamos del todo tranquilos, y poder ver lo que hacen en todo momento contribuye a tener cierta sensación de tranquilidad.
Hay quienes defienden que si puedes estar mirando durante 8 horas las imágenes también podrías estar cuidando a tu bebé en casa. No es tan así. A 20 niños por aula, son de promedio 40 padres que mirarán, cuando puedan, de a ratos, lo que sucede en el aula, formando así una especie de cadena de supervisión.
¿Exceso de control o protección?
Puede. Pero hoy en día contamos con herramientas que años atrás eran impensables y podemos aprovecharlas cuando el fin es bueno. ¿Y el derecho a la privacidad? No hablamos de adolescentes, sino de bebés pequeños, de niños menores de 3 años. Aunque lo entiendo, creo que proteger a nuestros hijos del maltrato está por encima de defender su privacidad.
También surge preocupación acerca de lo que puedan llegar a ver los padres en las imágenes y los conflictos que puede desencadenar. Que un niño muerda a otro niño, que le pegue o le quite un juguete. Los padres tendrían información que ahora tal vez no tienen, y lógicamente reaccionarían. Pero otra vez, creo que ese tipo de asuntos son efectos colaterales totalmente manejables y que lo que importa, por encima de todo, es proteger a nuestros hijos.
Fotos | A.M.Garrido en Flickr CC y iStockphoto
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