¿Cómo pueden hacer los padres para que la próxima generación no tenga prejuicios raciales o de género? En cuanto los niños empiezan la escuela primaria, las cuestiones de género y raciales determinan sus vidas de muchas maneras y es algo que los padres podrían querer evitar.
Ya en el primer año de escuela las niñas tienen menos probabilidades que los niños de pensar que las otras niñas de su mismo género sean "muy inteligentes". Incluso a los tres años, los niños de raza blanca en Estados Unidos aceptan de forma implícita los estereotipos de que los afroamericanos tienen cara de estar más enfadados que una persona de raza blanca.
Estos estereotipos van más allá de las creencias personales de los niños, puesto que también pueden modificar su comportamiento. A los seis años, las niñas tienen menos probabilidades que los niños de elegir actividades que aparentemente estén reservadas para aquellos que sean muy inteligentes, algo que podría contribuir al desarrollo de diferencias de género a largo plazo en el rendimiento escolar en ciencias y matemáticas.
¿Por qué los niños tan pequeños desarrollan estereotipos? Soy profesora universitaria especializada en el desarrollo cognitivo y social en edades tempranas y he visto como mi línea de investigación revela cómo algunas características sutiles del lenguaje contribuyen a la forma que tienen los más pequeños de ver el mundo a través de los estereotipos sociales.
El problema de la generalización
Muchos padres intentan prevenir que los niños desarrollen estereotipos evitando decir cosas del tipo "a los chicos se les dan bien las matemáticas" o "las chicas no pueden mandar". Por el contrario, los padres pueden intentar decir cosas positivas como "las chicas pueden ser cualquier cosa que se propongan".
Sin embargo, nuestra investigación ha descubierto que, en el caso de una mente en desarrollo, incluso este tipo de comentarios positivos pueden llegar a tener consecuencias negativas.
En el caso de los niños pequeños, la forma en la que hablamos es muchas veces más importante que lo que decimos. Generalizar, incluso cuando decimos cosas que sean positivas o neutrales, como "las chicas pueden ser cualquier cosa que se propongan", "en Estados Unidos vive mucha gente de color" o "los musulmanes comen alimentos diferentes" transmiten la idea de que podemos saber cómo es una persona si conocemos su género, etnia o religión.
En nuestra investigación, publicada en la revista académica Child Development, descubrimos que escuchar generalizaciones hacía que niños de solo 2 años asumieran que los grupos determinan importantes y marcadas diferencias entre personas individuales.
En este estudio, a los niños se les introducía una nueva forma inventada de categorizar a la gente: los "zarpies". Si solamente escuchaban comentarios acerca de personas en concreto (por ejemplo: "estos zarpies de aquí susurran al hablar"), los niños continuaban tratando a todas las personas como individuales, independientemente de que pertenecieran al mismo grupo y llevaran ropa parecida. En cambio, si escuchaban la misma información de forma generalizada (por ejemplo: "los zarpies susurran al hablar"), empezaban a pensar que los "zarpies" eran diferentes al resto de personas. Escuchar comentarios generalizados hacía que los niños pensaran que pertenecer a un grupo determinaba cómo serían los miembros de dicho grupo.
En otro estudio reciente descubrimos que escuchar este tipo de generalizaciones (incluso aunque ninguna fuera negativa) hacía que niños de cinco años compartieran menos sus cosas (en este caso, pegatinas de colores) con aquellas personas que no fueran parte de su mismo grupo social.
Estas conclusiones demuestran que escuchar generalizaciones, incluso cuando sean positivas o neutrales, contribuye a la tendencia de ver el mundo a través de los estereotipos sociales. Se trata de la forma en la que decimos las cosas, y no exactamente lo que decimos, lo que les importa a los niños pequeños.
Desde grupos a personas individuales
La conclusión de nuestra investigación es que las generalizaciones son problemáticas incluso si los más pequeños no las entienden.
Si un niño pequeño escucha por casualidad algo como "los musulmanes son terroristas" puede que no sepa lo que significa ser musulmán o terrorista, pero eso no quita para que aprenda algo problemático (que los musulmanes, sean quienes sean, son un tipo diferente de persona y que es posible asumir cosas sobre cómo es una persona simplemente sabiendo si esa persona es musulmana o no).
Cuando utilizamos un lenguaje más específico en vez de comentarios generalizados se pueden evitar estos problemas. Frases del tipo "su familia es sudamericana y vive en otro barrio", "esta familia musulmana come otro tipo de alimentos", "a esas chicas se les dan muy bien las matemáticas" o "puedes ser cualquier cosa que te propongas" evitan caer en generalizaciones sobre los grupos de personas.
Utilizar un lenguaje específico también puede enseñarles a los niños a poner a prueba tanto sus propias generalizaciones como las de otras personas. Hace poco que mi hijo de tres años dijo que "los chicos tocan la guitarra", a pesar de conocer a muchas guitarristas. Fue algo que me preocupó, no porque me importe lo que piense sobre tocar la guitarra, sino porque esta forma de hablar significa que está empezando a pensar que el género determina lo que una persona puede hacer.
Sin embargo, existe una forma muy fácil y natural de responder a comentarios de este tipo y nuestra investigación sugiere que ayuda a reducir los estereotipos. Simplemente diciendo algo del tipo "¿Ah, sí? ¿En quién estabas pensando? ¿A quién has visto tocar la guitarra?" (los niños suelen tener a alguien en mente) "Sí. Un hombre estaba tocando esta noche la guitarra en el restaurante y el abuelo también toca la guitarra". Este tipo de respuesta hace que los niños piensen en personas individuales, en vez de grupos.
Este enfoque también funciona en el caso de generalizaciones más delicadas como cuando un niño dice algo del tipo "los chicos grandes son malos" o "los musulmanes llevan ropa rara". Los padres pueden preguntarles a los niños sobre quién están hablando en concreto y discutir el caso que tienen en mente. A veces los niños hablan de esta manera porque están probando si generalizar sobre un tema es algo delicado o no. Haciéndoles pensar en casos concretos hacemos que vean que no lo es.
Cada interacción cuenta
¿Hasta qué punto importa este pequeño cambio en el lenguaje? Los padres, los educadores y otros cuidadores de los niños no pueden controlar todo lo que escuchan y la exposición a ideas explícitamente racistas, sexistas o xenófobas también pueden influenciar la forma en la que un niño entiende las normas y los valores sociales.
Sin embargo, los niños desarrollan su forma de ver el mundo a través de las conversaciones del día a día con los adultos que les rodean y que tienen una voz muy influyente en ellos. Como padres y cuidadores, podemos utilizar nuestro lenguaje con cuidado para ayudar a los niños a que se vean a ellos mismos y a otras personas como personas individuales y libres de elegir su propio camino. Con nuestro lenguaje podemos ayudar a los niños a desarrollar hábitos mentales que pongan a prueba los estereotipos de la gente que nos rodea.
Autora: Marjorie Rhodes, Profesora Asociada de Psicología, Universidad de Nueva York.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí
Traducido por Silvestre Urbón
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