Hace unas semanas explicamos por qué algunos bebés no logran un buen agarre al pecho, siendo las causas más comunes la falta de contacto piel con piel nada más nacer, que permitiría que se llevara a cabo la primera toma antes de separar al bebé de su madre, la sedación en el bebé secundaria a la administración de medicación en la madre durante el parto y la administración de algún biberón o chupete los primeros días que podría originar confusión en el bebé.
Sea cual sea la causa, una vez que el bebé se agarra mal puede ser difícil corregir la posición y suele suceder que a la madre se le hacen grietas, que normalmente son muy dolorosas, que el bebé no mame bien y que no saque suficiente leche, que llegue incluso a llorar de hambre y que la madre acabe llorando también de dolor, por ver llorar a su hijo y por darse cuenta de que no está disfrutando de algo que debería ser precioso (me he puesto en el peor de los casos, que no siempre sucede, pero que es común… algunos bebés engordan perfectamente sin quejarse demasiado y sin embargo la madre sufre dolor por una mala posición).
Cuando esto sucede hay una técnica que se utiliza mucho y que me encanta, porque no la lleva a cabo ni el profesional, ni la madre, sino el bebé, que se conoce como afianzamiento espontáneo y que viene a ser la manera de decirle al bebé: “mama tranquilo, poco a poco, con calma, y hazlo como sólo tú sabes”.
Los bebés nacen sabiendo mamar
Los bebés nacen sabiendo mamar perfectamente. Tanto es así que no sólo son capaces de abrir la boca y succionar para conseguir su alimento, sino que tienen la capacidad de reptar y moverse sobre el abdomen y el pecho de su madre para llegar al pezón, guiados sobretodo por el olor y un poco por el color oscuro que contrasta con el resto de la piel (para eso se oscurecen los pezones durante el embarazo).
Una imagen vale más que mil palabras, así que mirad este vídeo y lo comprenderéis:
Bien, pues ese instinto de succión con el que vienen equipados les dura unos 3 ó 4 meses, tiempo que puede ser aprovechado si en algún momento algo se ha hecho mal y el bebé ha aprendido a mamar de otra manera por la razón que sea.
Aparecen los problemas con la lactancia
Digamos que alguien le puso un chupete o un biberón, o una sonda por la boquita y el bebé aprendió que lo que entra por la boca no es como esperaba, cambiando su manera de succionar. Digamos que simplemente estuvo tanto tiempo separado de su madre que se quedó dormido y tardó en mamar el tiempo suficiente como para hacer un agarre diferente al esperado, aprendiendo a hacerlo mal desde el principio.
Llegan las grietas, el dolor, el malestar físico y emocional, la falta de confianza en una misma, las dudas, los consejos de todo el mundo que lejos de ayudar se convierten en lanzas irritables que la madre no quiere escuchar e incluso llega ese momento en que la madre empieza a odiar el reloj porque ve que se acerca el momento de darle el pecho a su hijo.
Aparecen las soluciones
Entonces empiezan a aparecer soluciones como suplementos, pezoneras, leche artificial o destete y junto a ellas los comentarios de apoyo y de rechazo ante cada nueva decisión.
En esa oleada de ideas que pueden o no funcionar aparece una poco utilizada (cada vez más, sobretodo en los grupos de apoyo) que sorprende porque, como he dicho, no la lleva a cabo el profesional o la asesora, ni siquiera la madre. Es el bebé el que da la solución: el afianzamiento espontáneo.
La técnica de la no técnica (TNT)
Hace tres años, cuando hice el curso de asesoras de lactancia nos explicaron la técnica del afianzamiento espontáneo con mucha ilusión, ya que se trataba de algo muy desconocido en nuestro país que se estaba empezando a utilizar en los grupos de apoyo.
Nos mostraron vídeos y nos explicaron de qué se trataba y todos los que ahí estábamos nos quedamos ojipláticos (o ojillorosos), al ver a bebés cuyas madres ya habían casi tirado la toalla (o que ya la habían tirado) cogiéndose de repente al pecho y mamando como si lo hubieran hecho siempre.
En ese momento le llamaron la técnica de la no técnica (TNT), porque era un método en el que, por primera vez, nadie tenía que hacer nada. Fuera manos, nada de tocar al bebé, ni su cabeza, ni sus labios para que los abra, ni ponlo así ni ponlo asá. El bebé sólo ante el pecho de su madre invitado a mamar. ¿Lo más sorprendente? Que funciona.
Tiempo después el nombre cambió a afianzamiento espontáneo, más técnico y definitorio que el anterior y así se sigue conociendo hoy en día.
En qué consiste el afianzamiento espontáneo
El afianzamiento espontáneo consiste en decirle al bebé, con nuestros actos, que puede volver a sus orígenes. Que olvide lo que ha aprendido el tiempo que ha estado afuera y que lo sentimos mucho, pero no hemos sido capaces de enseñarle bien, así que debe ser él quien tome las riendas y se coja al pecho tal y como ya sabía al nacer. Yo suelo decir a las madres que es como hacer un “Reset” a lo que el bebé ha aprendido con respecto a la lactancia para decirle “empieza de nuevo”.
Para volver a los instintos más mamíferos del bebé es necesario actuar como tal, así que lo ideal es que la mamá se quite la ropa de cintura para arriba y que se la quite también a su bebé (dejando el pañal, que tampoco es plan que correr riesgos innecesarios).
La mamá se sienta cómoda inclinada unos 45º (posición de semisentada) y se pone al bebé encima bocabajo, del mismo modo que las madres de los prematuros realizan el Método Madre Canguro.
Debe hacerse en un momento en que el bebé no tenga hambre, porque de ser así no funcionará.
En esa posición la madre debe olvidar casi el objetivo y dedicarse, simplemente, a disfrutar del contacto con su bebé. Acariciarle, susurrarle… amarle.
Pasado un rato, quizás diez minutos, quizás una hora, el bebé empieza a notar hambre y conocedor de la posición en que se encuentra empezará a moverse en busca del pecho. Estando en el centro tiene dos donde elegir, así que él mismo se dejará caer hacia uno de ellos. Este es el único momento en el que la madre debe intervenir activamente, no para guiarlo, sino simplemente para evitar que el bebé se caiga, parándolo con los brazos.
Entonces el bebé empezará a hacer movimientos con su cuerpo y sus piernas para deslizarse a través del cuerpo de su madre en busca del pezón.
Poco a poco llegará a él y será entonces cuando empiece a mover la cabeza para acercar su boca al pecho de su madre. Cabeceará, fallará, abrirá la boca y tratará de succionar zonas que no son. Incluso puede ser que utilice sus manos para tratar de preparar el pecho en la dirección adecuada. Finalmente, orientará la boca hacia el pezón y ¡flas! (no sabía qué onomatopeya utilizar), el bebé estará mamando bien ante la perplejidad de su madre.
No es matemático, no tiene un éxito asegurado, pero sí funciona en muchas ocasiones. Gracias a esta toma concreta en que el bebé vuelve a aprender a mamar, el resto de tomas serán más satisfactorias.
Por supuesto no tiene que hacerse en cada toma, pues el bebé aprende a mamar bien de nuevo, pero sí puede ser útil para la mamá colocarlo más o menos del mismo modo: sentada en 45º, el bebé encima de la barriga ya orientado al pecho y dejarle unos minutos o segundos para que sea él quien se coja.
Una vez la toma está siendo correcta, pueden utilizarse cojines para “fijar” al bebé, pero no antes, pues limitan la libertad de posiciones.
¿Mamará siempre bien?
Pues a saber. Lo bueno que tiene esta técnica es que puede hacerse tantas veces como se quiera. Hay madres que explican que pasado un tiempo el bebé empieza a coger algunos vicios y a mamar un poco peor. En estos casos se recomienda realizar la técnica del afianzamiento espontáneo de nuevo (de igual modo que pulsamos el “reset” del ordenador cada vez que creemos que es necesario).
¿Hasta qué edad puede realizarse?
Como ya hemos comentado, los bebés tienen un fuerte instinto de succión al nacer que poco a poco van perdiendo. Es difícil poner cifras a algo así, pero parece que existe algo de consenso en afirmar que hacia los 3-4 meses los bebés van perdiendo esa capacidad de mamar bien.
Existen casos de madres que dan biberón a bebés de dos y tres meses, casi desde el nacimiento, que han conseguido un agarre correcto gracias a esta técnica, pero no puede afirmarse que vaya a suceder siempre, ni mucho menos.
Ante casos así sólo hay una recomendación: inténtalo. No se pierde nada y lo peor que puede pasar es que pases un buen rato disfrutando del contacto con tu bebé, que no es poco.
Fotos | Raphael Goetter, moppet65535, Daquella manera en Flickr
Vídeo | YouTube
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