'Mi primer mandado', el reality japonés protagonizado por niños pequeños que ha llegado a Netflix creando opiniones divididas
Fomentar la autonomía e independencia de nuestros hijos desde temprana edad con tareas básicas, es una de las cosas que podemos hacer como padres para prepararles para la vida. Pero, ¿a partir de qué edad es apropiado impulsarles a que salgan al mundo sin nuestra ayuda?
Un programa de televisión japonés pone a prueba nuestras creencias sobre las capacidades de los niños, de una forma muy... peculiar. Se trata de 'Mi primer mandado', un reality en el que los más pequeños de casa salen sin supervisión a intentar cumplir un pedido de sus padres y que ha creado opiniones divididas tras su llegada a Netflix.
De qué va 'Mi primer mandado'
Como su nombre lo dice, este programa filmado en Japón acompaña a niños pequeños, desde los dos hasta los cinco años de edad, en su primera salida a la calle sin sus padres y con el objetivo de que hagan su primer mandado solos.
La premisa del reality suena sencilla: los padres piden a su hijo que les haga un favor, desde hacer la compra hasta ir a la tintorería o a la casa de un amigo de la familia a entregar algo. Lo peculiar del programa, es que se trata de niños de edad preescolar que nunca han salido solos sin sus padres.
Acompañados por un narrador que va describiendo todo lo que sucede -e intenta adivinar lo que piensan los pequeños mientras hacen su recorrido-, el programa sigue a los pequeños en su camino de ida y vuelta a casa, dándonos una idea de cómo se desenvuelven los pequeños cuando no están los padres para guiarles.
Desde luego, cada niño es único. Algunos cumplen con su mandado puntualmente, mientras que otros se distraen en el camino. Unos niños aceptan con facilidad la petición de sus padres, mientras que a otros les cuesta pensar en salir solos por primera vez.
Un programa que crea opiniones divididas
Aunque la primera temporada de 'Mi primer mandado' ha llegado a Netflix apenas hace unos días, en realidad se trata de una serie de episodios que fueron filmados en 2013 (el programa tiene 30 años transmitiéndose en Japón). Sin embargo, con su reciente llegada a esta plataforma de streaming, se ha convertido en noticia y también en blanco de críticas.
Por un lado, el programa nos muestra algo que muchas veces como adultos no entendemos: los niños tienen una capacidad mayor de la que pensamos para hacer ciertas tareas. Al ver cómo se desenvuelven en el mundo real sin ayuda de sus padres, podemos notar que son más independientes de lo que creemos y muchos de ellos se sienten orgullosos de ellos mismos al ver que han cumplido su tarea y han sabido resolver los problemas que se les presentan.
Pero por otro lado, hay quienes están horrorizados al ver a niños de dos a cuatro años andar solos por el mundo, cruzando avenidas y regresando a casa con las manos llenas del mandado que se les solicitó. Como madre, admito que me dieron particular ansiedad aquellos episodios en que los niños cruzaban calles grandes y transitadas sin ningún adulto a su lado.
Hay que tomar en cuenta el contexto
Habiendo visto una cantidad considerable de episodios (suelen durar entre 7 y 20 minutos cada uno, por lo que resulta fácil hacer un mini maratón), debo decir que aunque a simple vista la premisa del programa puede parecernos arriesgada, hay algunas cosas que debemos tomar en cuenta.
En primer lugar, el país en el que se realiza. La cultura japonesa es muy diferente a la mayoría de los países, por lo que sus costumbres suelen sorprendernos o cautivarnos. Hay que tomar en cuenta también, que la mayoría de los episodios fueron grabados en pueblos o ciudades pequeñas, donde existe un fuerte sentido de comunidad y respeto. A donde quiera que vayan, los niños son recibidos con amabilidad y empatía.
Y ya que estamos hablando de las ciudades, hay que tomar en cuenta también que a diferencia de muchos lugares del mundo, las ciudades japonesas que aparecen en el programa fueron hechas para poder llegar caminando fácilmente a todas partes (o al menos a los sitios a los que tienen que ir los niños). En una ciudad grande o altamente transitada, algo como lo que vemos en el programa sería prácticamente imposible.
Ahora, analicemos el contexto. A pesar de ser un programa de televisión tipo reality, cada episodio está cuidadosamente planeado y los niños en realidad nunca están solos. Si prestamos atención, podemos ver que además de los evidentes camarógrafos que los siguen a todos lados, hay otras personas disfrazadas de jardineros, vendedores y peatones que cuidan a los niños a distancia.
De acuerdo con una investigación realizada por el periódico The Guardian, cada ruta que tomarán los niños es altamente inspeccionada y antes de enviar a los niños se aseguran de preparar y revisar el camino, para garantizar que no haya peligros para ellos.
Otro punto a considerar, son los mandados que encargan a los pequeños. La mayoría son tareas sencillas o que consisten en ir a lugares a los que los niños han ido en múltiples ocasiones con sus padres, por lo que ya están familiarizados con los vendedores. Además, como podemos ver en algunos episodios, quienes les atienden están informados de antemano que los pequeños les harán una visita y de acuerdo con algunos medios, incluso se informa a los vecinos para que estén al pendiente y no se sorprendan al ver a los niños solos por la calle.
Como espectadora, debo admitir que sorprendentemente hemos disfrutado mucho ver el programa en familia y personalmente me ha puesto a reflexionar sobre las capacidades que tienen los niños si se les da la oportunidad. Como madre, ha habido momentos en los que he pensado que era una locura, pero mi realidad es muy distinta a la de las madres japonesas que ahí aparecen.
En general, el programa resulta entretenido y en muchos momentos bastante tierno. Los niños llevan puesto un micrófono que nos ayuda a escuchar sus reacciones y conversaciones con ellos mismo en voz alta, y la reacción de las personas que los atienden suele ser una muy divertida.
Creo que más que invitar a los padres a dejar que sus niños pequeños salgan solos, el programa intenta mostrarnos que, en las condiciones adecuadas y adaptándolo a nuestra realidad sin dejarlos solos en plena calle, nuestros hijos son capaces de hacer por ellos mismos mucho más de lo que imaginamos.