La regla de las tres E: el secreto mejor guardado de mi familia para acertar con los regalos de Navidad

La regla de las tres E: el secreto mejor guardado de mi familia para acertar con los regalos de Navidad
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Cuando pienso en las Navidades de mi infancia, hay un recuerdo que siempre me arranca una sonrisa: mi abuela sentada en su sillón favorito, con su vestido de flores y ese brillo especial en los ojos que reservaba para los días mágicos.

Fue ella quien instauró en nuestra familia una tradición que, años después, seguimos manteniendo: la regla de las tres E. Mi abuela siempre decía que un buen regalo debía cumplir tres requisitos: ser educativo, esencial y emocional. Como verás a lo largo del artículo, adaptamos esta idea inicial a una regla de lo más útil.

"Un regalo no solo es un objeto, es un mensaje", repetía mientras envolvía con mimo paquetes para sus nietos. Y, aunque en aquel momento no lo entendía del todo, ahora sé que tenía razón. Descubre qué regalar a niños y adultos a través de ejemplos y ¡siguiendo esta regla!

La historia familiar detrás de esta regla original

Todo empezó cuando éramos pequeños. Mi abuela, con su espíritu práctico y su corazón generoso, quería asegurarse de que sus regalos fueran más que juguetes que acabaran olvidados en un rincón (y aunque no lo decía con estas palabras, quería alejarse también del síndrome del niño hiperregalado).

Así que un año decidió innovar: nos daría tres regalos, cada uno con un propósito claro. Uno sería educativo, para aprender y descubrir algo nuevo. Otro sería esencial, algo práctico que realmente necesitáramos. Y el tercero, y quizás el más especial, sería emocional, pensado para tocarnos el corazón.

Lo que empezó como una idea sencilla pronto se convirtió en una tradición familiar. Mis padres y tíos adoptaron esta regla, y, ahora, incluso los más pequeños de la familia participan en este ritual.

¿Cómo funciona la regla de las tres E?

Vamos por partes, porque no se trata de comprar por comprar. Esta regla tiene un encanto especial porque implica reflexionar sobre la persona que recibe el regalo. Aquí van algunas ideas y ejemplos:

1) Un regalo Educativo

Este regalo fomenta la curiosidad y el aprendizaje, pero no tiene por qué ser aburrido. Para los niños, un libro ilustrado sobre el espacio, un juego de construcción que estimule la creatividad o incluso un set de manualidades puede ser perfecto.

Para los adultos, piensa en sus aficiones: un curso online de fotografía para el primo que siempre anda con la cámara en mano, un kit para aprender a hacer pan casero para tu tía amante de la cocina o un libro inspirador para ese amigo que busca nuevas perspectivas.

2) Un regalo Esencial

Aquí es donde entra la practicidad. Mi abuela decía que un regalo útil es un pequeño alivio para el día a día. Para los más pequeños, puede ser ropa cómoda y bonita, una mochila escolar nueva o una botella reutilizable con sus dibujos favoritos.

En el caso de los adultos, piensa en algo que realmente necesiten: una agenda para tu colega súper organizada, una manta calentita para tu abuelo friolero o una taza térmica para el que siempre va con prisa por las mañanas.

3) Un regalo Emocional

Este es, sin duda, el regalo que más conecta. Se trata de tocar fibras, de regalar momentos o recuerdos. A los niños, por ejemplo, un álbum de fotos con imágenes de sus mejores aventuras familiares o una carta escrita a mano puede emocionarlos más de lo que imaginas.

Para los adultos, un álbum con fotos de su viaje soñado, una experiencia como una cena especial o entradas para un concierto que les encante son apuestas ganadoras. También puede ser algo hecho a mano: un bordado, una receta especial o una carta que les recuerde cuánto los valoras.

Una regla que nos enseña a equilibrar y un legado que perdura

A lo largo de los años, esta tradición ha demostrado ser un acierto. Primero, porque nos obliga a pensar en cada persona y a dedicar tiempo a buscar regalos con significado. Y segundo, porque evita caer en el consumismo desmedido que a menudo nos agobia en estas fechas.

Además, la regla de las tres E nos ha enseñado a equilibrar: aprender algo nuevo, cubrir una necesidad y cuidar y nutrir el vínculo emocional. Es una forma de regalar con propósito y sentido y de recordar lo que realmente importa en Navidad.

Hoy, cuando preparo los regalos para mis seres queridos, siento que mi abuela sigue presente. La imagino observándome, aprobando mis elecciones con su sonrisa sabia. Al final, la regla de las tres E es mucho más que una fórmula para acertar con los regalos.

Es un recordatorio de que el mejor regalo es el que hacemos con amor, pensando en el otro, y que las cosas materiales, cuando tienen alma, también pueden crear recuerdos. ¿Te animas a probar la regla de las tres E este año? Estoy segura de que no te arrepentirás.

Foto | Portada (Freepik)

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