Los siete hábitos tóxicos que están haciendo daño a los niños y que perjudican su autoestima

La infancia es una etapa clave en el desarrollo de la autoestima de cualquier niño, porque es donde se construyen sus bases. La forma en que interactuamos con ellos, las palabras que les decimos y los hábitos que modelamos, tienen un impacto profundo en cómo se perciben a sí mismos y en cómo se relacionan con el mundo que les rodea.

Esto también tiene que ver con la construcción de un apego seguro. Lamentablemente, existen hábitos tóxicos que, sin que nos demos cuenta, pueden estar dañando la autoestima de nuestros niños. Por ello vamos a hablar de siete de estos hábitos y de cómo podemos cambiarlos para fomentar una autoestima saludable y positiva en los más pequeños, a través de ejemplos.

1) Criticarlos (y de forma poco constructiva)

Cuando criticamos a nuestros hijos (y no, no hablamos de críticas constructivas), ya sea por su comportamiento, sus acciones o su apariencia, les estamos enviando el mensaje de que nunca son lo suficientemente buenos. Y eso lo podemos hacer, muchas veces, de forma sutil e inconsciente, cuando juzgamos o catalogamos sus acciones.

Las palabras tienen un poder inmenso y pueden dejar cicatrices emocionales duraderas en la autoestima de un niño. Por ello, en lugar de criticar, practiquemos el elogio y la afirmación. Reconozcamos sus esfuerzos y logros, por pequeños que sean, y ayudémosles a aprender de sus errores de manera constructiva.

  • Ejemplo: En lugar de decir "¡Siempre lo haces todo mal!", intentemos cambiarlo por "Sé que puedes hacerlo mejor la próxima vez, ¿cómo te puedo ayudar?".

2) Compararlos

Comparar a nuestros hijos con otros niños es otro hábito tóxico que mina su autoestima. Cada niño es único, con sus propias fortalezas y debilidades. Las comparaciones solo fomentan sentimientos de inferioridad y competencia poco saludable. En su lugar, celebremos la individualidad de cada niño y ayudémosles a valorar sus propias cualidades.

  • Ejemplo: En lugar de decir "¿Por qué no puedes ser más como tu hermano?", podríamos decir "Eres increíble tal y cómo eres. Tus habilidades son diferentes, y eso está bien. ¿Qué te gusta hacer que te haga sentir bien contigo mismo?".

3) Ignorar, minimizar o invalidar sus sentimientos

Cuando ignoramos o minimizamos los sentimientos de nuestros hijos, les estamos enseñando a reprimir sus emociones y a no valorar sus propios sentimientos, y les estamos lanzando el mensaje de que 'lo que sienten no está bien', y de que hay 'emociones positivas y negativas' (cuando la realidad no es así).

Por ello, en lugar de eso, es esencial validar sus emociones y enseñarles a expresarlas de manera adecuada, mostrándoles que todas las emociones son válidas y 'buenas', y que todas tienen su función.

  • Ejemplo: En lugar de decir "No pasa nada, no llores", podemos decir "Entiendo que te sientas triste. ¿Quieres hablar sobre lo que te está molestando?".

4) Imponerles expectativas poco realistas

Cuando tenemos expectativas demasiado altas -o poco realistas- hacia nuestros hijos, corremos el riesgo de hacerles sentir que nunca podrán cumplirlas (o que 'necesitan cumplirlas' para sentirse 'queribles').

Además, aunque es natural tener expectativas hacia ellos, ellos no tienen 'el deber' o la responsabilidad de cumplirlas. Debemos tener en cuenta que esto puede generarles ansiedad, estrés y una sensación de fracaso constante, de 'no llegar a unos estándares'.

Es importante tener expectativas realistas, o directamente hacer un duelo de expectativas, si podemos, y alentar el esfuerzo y la perseverancia. Deben entender que les queremos incondicionalmente (aunque esto no quite que también queramos que mejoren, aprendan, etc.).

  • Ejemplo: En lugar de decir "Deberías sacar siempre las mejores notas", podríamos decir "Sé que haces todo lo posible. ¿Cómo puedo ayudarte a mejorar/aprender/etc.?".

5) Castigarles en vez de enseñarles

Cuando recurrimos al castigo como principal método de disciplina, perdemos la oportunidad de enseñar a nuestros hijos las habilidades necesarias para comportarse adecuadamente.

Además, el castigo no enseña nada, y puede generarles resentimiento, así como dañar la autoestima del niño. En su lugar, optemos por el enfoque de la enseñanza, las normas y consecuencias, el refuerzo positivo y el modelado de comportamientos positivos.

6) No permitir su autonomía

Por otro lado, cuando no permitimos que nuestros hijos tomen decisiones por sí mismos o asuman responsabilidades, les estamos privando de la oportunidad de desarrollar su autonomía y la confianza en sí mismos. Por ello, es importante darles espacio para tomar decisiones (adecuadas a su edad y nivel evolutivo) y para cometer errores, mientras los acompañamos y les ofrecemos nuestra guía y apoyo.

  • Ejemplo: Trata de no tomar todas las decisiones por ellos; en su lugar, podríamos decir "Tienes dos opciones, ¿cuál prefieres?". Esto les da un sentido de control y responsabilidad sobre sus propias acciones.

7) Tratarnos mal a nosotros mismos

Por último, pero no menos importante, es esencial que como adultos, modelemos una autoestima saludable frente a nuestros hijos. Recordemos que somos sus modelos y que aprenden por imitación.

Si por ejemplo, constantemente nos criticamos a nosotros mismos, nos menospreciamos, tenemos un diálogo interno negativo o nos tratamos con dureza, ellos aprenderán a hacer lo mismo. Seamos conscientes de nuestras palabras y acciones, y tratémonos a nosotros mismos con amabilidad, compasión y amor. Pero ojo, eso no significa mostrarnos siempre con una autoestima positiva (también es importante mostrar nuestra vulnerabilidad, y no pasa nada).

  • Ejemplo: En lugar de criticarnos frente a ellos, podríamos decir "Estoy trabajando en mejorar esto, ahora me cuesta, pero sé que soy capaz de hacerlo bien con el tiempo".

Foto | Portada (Película Hook - El Capitán Garfio, 1991)

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