Los padres de esta bebé pagaron para que fuera niña y no tuviera enfermedades genéticas: ¿el principio de una raza mejorada?
Tarde o temprano tenía que suceder. La ciencia ha avanzado tanto que ya ha hecho posible seleccionar los embriones por sexo y, además, escoger aquellos que, en el momento de la elección, no tengan ninguna enfermedad genética.
El dilema ético es importante. En España, acorde a la Ley de Reproducción Asistida, sólo se hace cuando existe una enfermedad hereditaria, como el bebé que nació libre de la mutación de cáncer de mama porque en su familia había ya cinco casos de esta enfermedad, pero en Bolivia ha nacido recientemente la primera bebé cuyo sexo ha sido seleccionado por sus padres, con la promesa de que no tiene enfermedades genéticas.
Qué dice la Ley Española
Nuestra ley controla la técnica de diagnóstico genético preimplantacional (DGP) para limitar su uso a "La detección de enfermedades hereditarias graves, de aparición precoz y no susceptibles de tratamiento curativo posnatal con arreglo a los conocimientos científicos actuales". De este modo, se cogen los embriones no afectados para la fecundación. Además, el DGP se utiliza para "la detección de otras alteraciones que puedan comprometer la viabilidad del preembrión"; y para hacerlo, el centro debe comunicarse con la autoridad sanitaria correspondiente, que informará a la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida.
Este control legislativo tiene como misión evitar que los padres utilicen este avance para decidir el sexo de los hijos, por una parte, así evitar que paguen por tener un bebé libre de alteraciones genéticas, en lo que podría considerarse una forma de eugenesia (buscar la perfección de la descendencia de manera que el resto de bebés se encuentren en una situación de desventaja).
El ejemplo más claro de eugenesia lo tenéis en la película Gattaca, en que un hombre genéticamente imperfecto (no válido) se hace pasar por uno válido, para poder aspirar a desarrollar el mismo trabajo que ellos.
Pero en Bolivia no existe regulación
Como en muchos países de Latinoamérica, en Bolivia no existe una ley que regule el DGP ni la reproducción asistida, y a la llegada de la tecnología no le ha seguido una limitación ética. De este modo, El Deber informaba ayer del nacimiento de una bebé conseguida gracias a que sus padres han optado por el DGP.
Al parecer, su ilusión, después de cuatro hijos varones, era tener una hija. Al saber que podrían conseguirlo con el diagnóstico genético preimplantacional acudieron a la Clínica Montalvo de Santa Cruz, donde lo hicieron posible.
Natalia Montalvo, la profesional que ha dirigido el tratamiento desde el principio lo explica así:
Es la primera bebé en Bolivia que nace exenta de enfermedades genéticas y por selección de sexo. Es el primer éxito en el país que nos permite ver que esta técnica funciona. Eso nos abre puertas a lo más avanzando en ciencia.
Y de ese modo nació Javiera, una bebé que midió 51 cm y pesó 3,935 kg, y que es la primera de otros que están por venir a través de la misma técnica.
Así, aquellos que paguen, tendrán bebés seleccionados previamente para evitar que tengan enfermedades genéticas y cuyo sexo sea del agrado de sus progenitores.
¿Y los que no tengan medios para pagar?
Pues no podrán optar por elegir el sexo del bebé y sus hijos tendrán, quizás, alguna alteración genética que no puede evitarse cuando la concepción es natural.
Y esto da miedo, mucho miedo, porque quién sabe qué puede pasar en el futuro con estos bebés. ¿Serán considerados superiores por no tener enfermedades genéticas? ¿Las aseguradoras les cobrará menos por tener menos probabilidades de enfermar? ¿Serán seleccionados, como en Gattaca, para llevar a cabo trabajos de mayor responsabilidad?
No es oro todo lo que reluce
Sin embargo, no todo es como lo estamos explicando. El DGP es un gran avance en la ciencia, pero no es infalible y conlleva aún muchos riesgos: para realizar el estudio se extrae una célula a cada embrión en el momento en el que cuenta con sólo 8 células. Esto hace que sea una técnica muy agresiva en la que muchos embriones no salgan adelante para su selección.
De los que continúan, unos pocos son los considerados válidos para la fecundación in vitro, pero incluso en ellos la agresión del DGP puede llegar a dejar huella. Tal y como explica Natalia López Moratalla en su página Crónicas de la Ciencia:
De los recién nacidos por esta técnica, y que se han podido seguir médicamente tras la biopsia, algunos presentaron malformaciones graves, otros más leves, y varios mueren al nacer. Los que sobreviven mantienen un estado de salud similar a los nacidos por reproducción asistida, siempre peor que los engendrados naturalmente.
Entonces, ¿cuál es el dilema?
Si resulta que los bebés nacidos por reproducción asistida, incluso los nacidos después de un DGP, tienen de media peor salud que los que se engendran de manera natural, ¿cuál es el dilema?
Pues que aunque ahora hay esta diferencia, llegará un día, probablemente cercano, en el que los bebés nacidos después de un diagnóstico genético preimplantacional tendrán, de media, mejor salud que nuestros hijos, mejor salud que aquellos que nacen como siempre.
Para evitar que se creen "dos razas" humanas diferenciadas, las que enferman y las que no, los gobiernos tienen que legislar cuanto antes, o el futuro será aquello que ya hemos visto en las películas. Y allí es entretenido verlo, pero en la realidad nos gustará mucho menos.
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