Palabras para mi hijo, para cuando tenga una relación de pareja en el futuro
Porque algún día tu peque dejará de serlo. Porque algún día se enamorará y tendrá pareja. Porque a pesar de los años que tenga, tú siempre querrás que sea lo más feliz posible... hay cosas sobre las relaciones que merece la pena que nuestros hijos sepan.
Por todo esto te dejo este artículo para tu hijo en el futuro, un texto sobre el amor y las relaciones en el que recojo muchas de las cosas que veo a menudo en consulta con las parejas con las que trabajo.
Elige bien tus motivos
Lo primero que quiero decirte, hijo, es que llegues al amor desde la libertad, desde el placer y la diversión, no desde la necesidad. El amor ha de sumar, enriquecer, complementar... no salvar.
Cuando buscamos el amor porque necesitamos al otro, porque necesitamos que alguien evite que nos ahoguemos o porque no soportamos la soledad, estamos construyendo los peores pilares posibles para una relación.
La necesidad nos coloca en una posición desigual, desde la que no somos todo lo libres que debiéramos para decidir, para dar, para pedir... La necesidad hace que:
- Transijamos con cosas que en condiciones normales no toleraríamos (Si te necesito no puedo reprocharte esto o aquello, porque no puedo permitirme que me dejes).
- Coloquemos a nuestra pareja en un pedestal, magnificando lo bueno y obviando lo negativo, con lo que no tendremos una visión realista de ella.
- Presionemos y exijamos más de lo que quizá el otro pueda darnos, lo cual no es nada justo.
- Se empobrezca la relación y quede, casi seguro, abocada al fracaso: si no aportan los dos miembros, si en lugar de sumar, vamos a la zaga, difícilmente (o al menos no de un modo saludable) la relación sobrevivirá.
El respeto ha de ser norma
En una pareja puede fallar la comunicación, puede ir mal la convivencia, puede que ya no haya pasión... pero lo que no puede faltar, hijo, es el respeto: es la línea roja que jamás debemos cruzar.
¿Por qué? Porque una vez que se pasa es muy complicado volver atrás, de hecho a menudo es punto de no retorno. Porque a pesar de que pidamos perdón (e incluso si nos perdonan) la falta de respeto deja una impronta, una marca, que difícilmente se borre. Será un fantasma que sobrevuele vuestra relación durante mucho tiempo.
Puede que os enfadéis, que discutáis y que en ese momento ni siquiera recuerdes por qué seguís juntos (a veces pasa, hijo), pero no cruces esa línea, porque te vas a arrepentir, seguro.
En el calor de las discusiones a veces decimos cosas que en realidad no pensamos, por eso intenta pensar antes de hablar. Y si notas que se os ha ido de las manos, mejor dejadlo, parad, y retomad la conversación cuando ambos estéis más tranquilos.
A tu pareja le debes respeto, como a todas las personas, pero más, porque es alguien con quien tienes una relación, con la que has compartido intimidad, miedos, anhelos... Es alguien que por todo eso es mucho más vulnerable a tus palabras que cualquiera.
Cuando atacamos a nuestra pareja, cuando decimos eso que no hay que decir, le estamos haciendo mucho más daño del que creemos: porque precisamente esas palabras hirientes vienen de nosotros, de alguien a quien ha abrazado, querido... no de un descoconocido.
Si no estáis bien, si no hay manera de comunicarse, buscad un profesional que os ayude o pensad en la viabilidad real de vuestra relación, pero no, NUNCA, os faltéis el respeto.
No pierdas la oportunidad de decirle cosas bonitas
Decía mi abuelo que “lo que no se dice no se sabe”, y no le faltaba razón. Es posible que creas que tu pareja sabe perfectamente que la quieres (y cuánto la quieres), pero hijo, nunca sobra un “te quiero”, no pasa nada por dejarlo patente, al contrario.
Evidentemente con nuestra conducta le mostramos al otro nuestro amor, eso está claro, pero los seres humanos necesitamos ese extra, ese brillo que da oír que nos quieren. Y el que no sepa que lo necesita que se imagine una vida sin palabras bonitas... Triste, ¿no?
Además de los “te quiero” dile esas cosas que te gustan de ella o de él, eso que ha hecho hoy sin darse cuenta pero que te ha encantado, dile lo maravilloso que te parece cómo abraza a vuestro hijo, o la gracia que te hace cuando ves cómo se hace un lío intentando ponerse la camiseta, que estaba del revés, sin darle la vuelta.
La vida nos lleva a la rutina, a un bucle anodino en el que es fácil caer, y estas cosas, lo bonito, es la llave para darle luz al día a día y mantener, con ello, la chispa en nuestra relación.
Así que yo, hijo, te animo a que busques a alguien que te haga feliz, que te quiera por quien eres y por en quién te vas convirtiendo cada día, alguien que quiera caminar contigo y te apoye... sin necesitarte, alguien con quien te rías y a quien respetes por encima de todas las cosas.
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