Los primeros balbuceos del bebé tienen una gran importancia en el desarrollo del lenguaje, ya que le sirven de entrenamiento para cuando sea capaz de pronunciar sus primeras palabras.
Cuando el bebé cumple dos meses de edad, empieza a emitir sonidos que provienen de la parte posterior de la boca, en respuesta a las demostraciones afectivas que le procesamos, ya que el ser humano está "programado" desde el nacimiento para la interacción con otras personas.
Esto sirve para que vaya ejercitando los órganos del habla. Comienzan a expresar los primeros sonidos, y entre el tercero y el quinto mes empiezan a hacer vocalizaciones más complejas pronunciando sílabas mínimas con sonidos del tipo “kaka” o “gaga”. A esta etapa los especialistas le denominan juego vocal.
A partir del sexto mes hasta el noveno, el bebé ya empieza a formar cadenas silábicas reiteradas y de larga duración: ma-ma-ma-ma, pa-pa-pa-pa, ta-ta-ta-ta, etc. A esta etapa se le llama balbuceo reduplicativo.
La siguiente etapa, entre el noveno mes y hasta que aparecen las primeras palabras, aparece el balbuceo no reduplicativo. En esta etapa comienza el contexto comunicativo, cadenas cortas de vocal-consonante, consonante vocal, etc.
Si nos fijamos en la evolución del balbuceo, podremos comprobar como se pasa de un aspecto con absoluta ausencia de regularidad a algo muy similar a los sonidos que se oyen en el entorno del pequeño.
Generalmente, podremos oír en el balbuceo vocales aisladas, sílabas formadas por una consonante (p,b,k,g...) y una vocal en estructura vocal-consonante-vocal (aka, apa, aba) y otras estructuras de difícil pronunciación (nge...)
Cada vez las emisiones que van realizando los pequeños se parecen más a las formas convencionales de la lengua que se habla en el contexto del niño debido a la carga funcional que el adulto da a dichas emisiones y que el niño comparte, con lo que éste tiende a usarlas cada vez más veces en situaciones parecidas a las que ha oído.
Es por todo ello que podemos decir que la etapa del balbuceo inicial es de vital importancia para el desarrollo de los fonemas de la lengua.
La imitación de lo que el bebé oye y la observación de las reacciones que nosotros los padres tenemos, le ayudan a reemplazar los balbuceos por sonidos cada vez más parecidos a las palabras, sobre todo a medida que se aproximan a su primer cumpleaños.
Comunicarte con tu bebé
Los padres pueden imitar los sonidos que el niño emite, lo que también facilita el suponer los estados mentales del pequeño, así como sus intenciones gracias a las cadenas de sonidos emitidos.
Es en esta etapa cuando podemos decir que comienza a construirse de forma más clara el lenguaje, ya que la mayoría de las actividades entre padres e hijos se podrán regular mediante las emisiones del niño.
Este balbuceo se puede tomar como un juego (algo que produce placer, no una actividad con reglas donde alguien gana y otro pierde). Poco a poco, el bebé comenzará a controlar sus movimientos, con la ayuda cada vez más perfeccionada de la discriminación auditiva.
Esto permitirá al adulto responder con palabras a esas emisiones verbales que, sin querer, iniciarán interacciones comunicativas gratificantes. Se da una situación comunicativa porque el adulto responde y fija un carácter comunicativo en su interacción con el bebé.
Es interesante el ver como las vocalizaciones de esta etapa se emiten acompañando a acciones y acompañadas de gestos. Esto es lógico si pensamos en que con ello se obtiene una mayor efectividad para dar a entender el objeto del mensaje que se quiere transmitir.
Es muy conveniente hablarle a tu hijo, ya que de esta manera facilitas su aprendizaje en el mundo del habla.