Estos días me he topado varios titulares que han llamado mi atención: los bebés que nacen en invierno tienen un desarrollo motriz anterior a otros bebés que nacen en verano. Esto me ha hecho plantearme varias preguntas, empezando por la razón que se esconde tras ese sorprendente título. ¿Por qué los bebés que nacen en meses fríos empiezan a gatear antes?
Indagando un poco en el origen de la noticia, hallamos la respuesta en la manera en que ese bebé empieza a explorar su entorno cuando tiene posibilidades de empezar a moverse un poco. Es decir, cuando pasan unos meses, llega el buen tiempo y el bebé explora sin ataduras de ropa, puede que descalzo, en casa o fuera de casa... Es entonces cuando su cuerpo y su mente se ven estimulados mayormente que las de un bebé que no tiene dichas posibilidades.
Hablamos de los bebés nacidos en verano, que llegarán a esa etapa de poder explorar (cuatro, cinco meses) en invierno. Porque si los pequeños van con mucha ropa, ni perciben el exterior tan bien, ni se pueden mover tanto. Aquí está la razón de que empiecen a arrastrarse o gatear cinco semanas más tarde que los niños nacidos en época invernal.
Es decir, que los estímulos que les llegan a los niños son mucho mayores si van con menos ropa, si se pueden mover más libremente, si hace una temperatura agradable para moverse en distintos entornos, explorar... Mientras que, de lo contrario, se reciben menos estímulos.
Si el bebé está en una temperatura agradable, además fortalecerá sus músculos más fácilmente debido a este mayor movimiento, lo cual es imprescindible para poder arrastrarse o gatear, cuando tienen pocos meses. Lo cual no quiere decir que un niño que se mueva menos y ejercite menos sus músculos no acabe gateando (si no existe algún problema motor o de desarrollo), solo que probablemente lo hará unas semanas más tarde.
Parece que a veces nos empeñamos en que nuestros niños lo hagan todo antes y mejor, pero esto no siempre es posible y realmente unas semanas de diferencia a la hora de gatear o caminar no van a suponer nada relevante. De todas formas, no todos los bebés nacidos en invierno acabarán gateando antes, ya que influyen muchos otros factores.
De hecho, si crees que tu hijo tarda o tiene dificultades para arrastrarse o hacer determinados movimientos, no debemos buscar la explicación en el calendario sino más bien habrá que detectar retrasos en el desarrollo psicomotor debidos a causas diversas.
Los datos del estudio
Ha esta conclusión ha llegado una investigación realizada en la Universidad de Haifa, en el norte de Israel. Según los expertos, el efecto estacional se percibe en algunas ubicaciones geográficas, según el clima local. Esto es lógico, ya que en lugares cercanos al ecuador, donde las temperaturas son bastante parecidas durante todo el año, no hay diferencias en este sentido (modo de vestir a los bebés, de permitirles salir...).
Entonces, las diferencias se vieron cuando en el entorno del hogar entre el verano y el invierno son significativos (por ejemplo, se comprueba así en estudios realizados en Denver, Colorado y en Osaka, Japón).
Pero un estudio realizado en Alberta, Canadá, donde los inviernos son largos y fríos, pero el ambiente en el hogar (debido a la calefacción en invierno) es muy similar durante todo el año, no se observó el efecto estacional.
En concreto, el estudio de la Universidad de Haifa fue elaborado en Israel, donde sí hay diferencia entre inviernos y veranos, aunque se tuvo en cuenta datos de muy pocos niños. La investigación incluyó una muestra de 47 bebés, 16 nacidos en el período estival y 31 en el invernal-primaveral.
La observación del desarrollo motriz en ambos grupos se hizo en los hogares de los bebés a los siete meses de vida, en un proceso de visitas por parte los expertos durante el cual los padres también filmaron la evolución de sus hijos.
El análisis de desarrollo, bajo los parámetros de la Escala Motriz del Infante de Alberta (AIMS), demostró que los bebés nacidos en invierno empezaron a arrastrarse a las 30 semanas de vida, en tanto que los del verano lo hicieron a las 35 semanas, sin que se registrase ninguna diferencia entre niños y niñas.
La época del año influye en el desarrollo del bebé, relativamente. También lo puede hacer en el estado de los adultos.
En definitiva, la época del año puede influir de manera muy diferente, tanto a los bebés como a los adultos. En los más pequeños, la explicación más lógica para esta evolución motriz anterior podría estar en que las experiencias de los bebés son más amplias con el buen tiempo: menos capas de ropa, más contacto directo con el suelo, hay más horas de actividad durante un día más largo, se sale a la calle, al jardín...
Lo bueno es que, mes arriba mes abajo, al final, todos los niños gatearán y caminarán. Y aquellos padres que deseen proporcionar las "mismas oportunidades" de desarrollo, podrán hacerlo teniendo en cuenta los factores mencionados, acondicionando el hogar para que el bebé pueda estar como en primavera o verano. Ya, más complicada, está la opción de trasladarse a una zona cercana al Ecuador...
Fotos | Thinkstock
Más información | University of Haifa
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