Los colores, las formas, los tamaños, las texturas...todo es nuevo para nuestro bebé y día a día observamos cómo disfruta cada vez que aprende y es capaz de repetir una acción.
Uno de los juguetes más queridos por los niños combina todos estos elementos de forma sencilla, facilitando a los padres un recurso muy práctico para interactuar con nuestro pequeño, mientras jugamos y nos divertimos.
La Pirámide Balanceante de Fisher-Price estimula diferentes sentidos del bebé, tanto a nivel visual con sus llamativos colores, como a nivel auditivo con sus sonidos. Pero además, le anima a realizar movimientos que desarrollan su motricidad fina y su lógica.
Con un poquito de nuestra ayuda, nuestro hijo empezará a distinguir los diferentes tamaños y a asociar los colores a dichos tamaños e incluso a memorizar el orden de colocación de las piezas. Esto a su vez desarrolla su capacidad resolutiva, ya que tendrá que aprender a encajar las piezas de forma correcta y conocerá los efectos de sus acciones.
El balanceo de la pirámide le diferencia de esas torres estáticas y le aporta más dinamismo al juego, además de añadir un nuevo reto a nuestro bebé a la hora de encajar las piezas en movimiento.
La satisfacción de que todo encaja
Recuerdo con total nitidez el día que mi hijo comprendió por primera vez que las piezas eran de diferentes tamaños y que el orden de colocación en la base era importante para que entraran todas. Tras varias repeticiones con éxito, consiguió memorizar dicho orden y cada vez que terminaba, le producía una satisfacción como si hubiera completado un puzzle de 2000 piezas.
Nosotros tenemos un modelo más básico, pero también coincide con la pirámide balanceante en que el aro más pequeño, el que se coloca en último lugar, tiene unas bolitas en su interior que producen un sonido similar a un sonajero. De hecho, siempre ha sido su pieza favorita y ha jugado con ella de forma independiente. La ha llevado a la calle, ha dormido con ella y hoy en día sigue agitándola a modo de maraca mientras baila por toda la casa.
En base a mi experiencia con diferentes juguetes de piezas encajables, entiendo que este sea uno de los juguetes más queridos por las familias, porque permite realizar actividades variadas a niños en sus diferentes etapas de desarrollo. Si con seis meses aprenden a diferenciar los colores y las formas, con dos años lanzan los aros desde unos metros para intentar encajarlos. El hecho de que disponga de varias piezas facilita el juego en grupo y el aprendizaje por observación. Y después del esfuerzo, a relajarse con el balanceo de colores o con los sonidos de sus aros.
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