Una de las frases más míticas de nuestra infancia, aunque no precisamente para bien, es aquella que le decíamos a nuestros padres, a veces entre lágrimas de desesperación, como buscando un poco de piedad, que dice así: "Es que se me hace bola". Esto nos sucedía cuando en el plato había más de lo que necesitábamos pero nuestros padres se empeñaban en que nos lo comiéramos todo. Las comidas se eternizaban, la boca se cansaba hasta de tratar de engullir lo que no cabía y la desesperación de nuestros padres aumentaba hasta que todo acababa en problemas y más problemas.
Pues bien, ahora sabemos que todo lo que nuestros padres hicieron por nosotros, para lograr que comiéramos lo que nos ponían, era un error, y uno de los que lo explica muy bien es Julio Basulto, que en su libro "Se me hace bola" nos habla de la alimentación infantil con rigor científico, es decir, avalando sus palabras siempre con estudios y dejando por fin claro cuáles son los consensos en este tema en que los padres recibimos siempre consejos tan contradictorios de diferentes profesionales.
La mayoría de consejos que nos dan dado siempre carecían de base científica
Una de las mayores quejas de los padres es que muchos pediatras y enfermeras han dado hasta ahora (y siguen dando) sus hojas de alimentación complementaria como si fueran los diez mandamientos, verdades absolutas inamovibles que deben ser seguidas a riesgo de malnutrición en caso de no hacerlo.
El caso es que, como dijera Carlos González en un vídeo del que hablamos hace un tiempo, da un poco igual cómo demos la alimentación, porque al final todos los niños acaban comiendo. Sin embargo, como digo, hay pediatras que no permiten variaciones a sus recomendaciones, cuando hasta ahora hay muy poca evidencia científica que diga cuánto tiene que comer un niño y qué debe comer primero o a qué edad empezar con una u otra cosa.
Se me hace bola, el rigor científico asegurado
En Se me hace bola, libro que he tenido la oportunidad de acabar de leer hace unos días, Basulto toca diversos temas de la alimentación de los bebés y niños como la lactancia, los alimentos recomendados y los no recomendados para los niños (con datos que parecen lógicos, pero que es necesario mencionar, vista la alimentación de los niños de ahora), el inicio de la alimentación complementaria, esta vez sí, con ciencia detrás de cada consejo (y por eso, precisamente, hay pocas normas al respecto), la alimentación de los niños y la de los adolescentes.
Además aborda uno de los temas clave, con que he iniciado la entrada: el cuánto deben comer los niños, precisamente para que de una vez por todas dejemos de atosigarles y perseguirles con la cuchara en mano, sufriendo y explicando a la gente que nuestro hijo es "muy malo para comer", como si eso fuera una enfermedad o algo a remediar. Es, en definitiva, un libro entretenido, sobre todo si te gusta saber cosas sobre alimentación de los niños, y un libro que a mí personalmente me ha ayudado a actualizar algunos temas en los que ya me estaba quedando un poco desfasado, cambiando así mis recomendaciones para la consulta de enfermería. Para acabar, comentaros que el prólogo es de Carlos González y el epílogo de Luis Ruiz, dos de los pediatras más reconocidos del país.
Más información | Julio Basulto En Bebés y más | Errores en las hojas de alimentación complementaria del pediatra: expresar las cantidades que deben tomar, Errores en las hojas de alimentación complementaria del pediatra: marcar unos horarios estrictos, Alimentación complementaria: ¿Cuánto tiene que comer mi hijo? (I), (II) y (III)