En este post comentábamos que los conflictos y malas relaciones entre compañeros no tienen por qué ser bullying, aunque si no se gestionan bien pueden (digo "pueden") derivar en acoso escolar, especialmente si existe una víctima visible de los comportamientos de otros.
Una agresión física, un insulto, un comentario a través de las Redes Sociales, no tienen por qué ser señalados como bullying, pero ¡ojo! por que si se producen de forma reiterada, contra la misma (o mismas) personas, los adultos deben plantearse actuar.
¿Insultos?, si, eso he dicho: un insulto puede ser ofensivo, denigrante, también puede que al receptor no le haga ningún efecto (obviamente si le insultan cada día es otra cosa). Pero los insultos también se pueden considerar como bullying.
Y se pueden considerar tanto si se reciben en el pasillo del Instituto, como si llegan en forma de mensaje al teléfono
Como veíamos en este vídeo, si la situación ocurre entre adultos tenemos claro que se trata de un acoso. De la misma forma, a los que insultaran a compañeros en una oficina (llamándoles perdedores, retrasados, inútiles, etc.), el jefe les llamaría la atención o les amonestaría, ¿no? Pues ya está, no hace falta que os diga nada más.
Que los alumnos deben saber que se pueden quejar si les ofenden reiteradamente, es algo a tener en cuenta (y poner en práctica). Que nosotros debemos "exigir" a nuestros hijos que tengan un comportamiento cívico y respetuoso con los demás, debería estar claro, y no siempre lo está.
Porque lo que le pasa al chico del vídeo, es que acaba desarrollando indefensión aprendida, y deja de creerse que puede influir en los acontecimientos externos. Y eso aunque "sólo" sean insultos (entrecomillo para remarcar la palabra, y hacer ver que muchas veces los adultos lo vemos así), hacen daño.
Vídeo | YouTube.
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