Por más que lo intento, no logro recordar cómo era mi rutina cuando decía que estaba ocupadísima (¡y cansada!), y no tenía niños. Sé que cuando no lo has vivido, uno, ni te lo planteas, y dos, ni siquiera puedes llegar a imaginar lo elástico que es el agotamiento de una madre. Por eso esta semana cuando mi marido me preguntó si quería algo en particular por el día de la madre, automáticamente respondí mentalmente: tiempo.
Supongo que decirlo ya es un tópico, o al menos en mi casa, porque no sé cuántas veces al día repito que no me alcanza el tiempo para todo lo que tengo que hacer, pero es verdad: cuando tienes niños pequeños, que son completamente dependientes de ti, trabajas (ya sea en casa o fuera, porque ambos son igual de válidos e incluso alguno más desagradecido que otro), quieres que tu casa esté medianamente habitable, y haya algo qué comer, entonces las horas se te van como agua entre los dedos.
Con este post no pretendo herir susceptibilidades ni generalizar, porque cada uno hace lo mejor que puede, se supone que ahora las tareas se reparten mejor y es verdad que los hombres se implican mucho más con la crianza, pero esta sociedad sigue descargando sobre los hombros de la madre la mayor parte las tareas domésticas y el cuidado de los hijos... y no, no lo digo yo, sino el Instituto Nacional de Estadística (a las pruebas me remito).
Independientemente de lo que ocurra dentro de casa, estoy segura de que en la gran mayoría no se presta mucha atención a esos "pequeños detalles" que no se ven. Cosas que a simple vista no tienen mucha importancia, pero que si no se hacen, o se planean, el engranaje no funciona: tender la ropa, hacer la lista de la compra, cortarles las uñas a los niños, comprarles zapatillas porque en dos días les creció el pie -esto es verídico-, calcular cuántos días más podemos aguantar antes de salir corriendo a la compra porque estamos bajo mínimos, solicitar esa tarjeta sanitaria que se caducó... "nimiedades" que convierten nuestro día a día en una triatlón que agota. Agota y consume tiempo.
Por eso si estás pensando en el regalo perfecto, seguramente el que más os va a agradecer esa mamá que parece que siempre va al límite con todo, es tiempo. Pero tiempo dado con gusto, con agradecimiento... y no solo porque se acerca el día de la madre, sino porque se lo merece hoy, esta semana y todos los días por todo lo que hace en favor de la familia.
Regala tiempo a mamá para que se cuide
La gran mayoría de madres que conozco, y en el grupo me incluyo, nos dejamos de últimas en la lista de prioridades. Siempre tenemos por delante las necesidades de los niños y eso hace que a veces no encontremos tiempo incluso para cosas básicas, como ir al médico a hacernos un chequeo o simplemente salir a dar un paseo solas con nuestros pensamientos. Eso es tan necesario como el respirar, porque todos necesitamos un equilibrio para estar bien... si no lo tenemos, siempre habrá alguna frustración que tarde o temprano saldrá a flote (generalmente cuando estamos enfadadas y tenemos una lista de 10 cosas por las que nos queremos quejar).
Por eso en mi caso también necesito que el regalo de este año sea tiempo, empezando por facilitármelo yo misma... decidiendo, después de mucho tiempo, que los zapatos pueden esperar un día más pero la visita a mi doctora no.
Si quien está leyendo es pareja de una madre a la que tal vez le esté sucediendo lo mismo, es hora de pensar si las cargas están equilibradas, y si la respuesta es sí, tampoco es una mala idea ceder algo de tu tiempo para que la otra persona sienta que aprecias todo lo que hace.
Está claro que la crianza es agotadora para los dos, pero no se trata de competir por quién está más cansado, sino de dar un regalo que hoy día, tiene muchísimo más valor que cualquier cosa material. Te aseguro que si compras una bomba de baño y la sorprendes con un, "métete en la bañera todo el tiempo que quieras, que yo me encargo de los niños", seguramente sorprendas tanto o más que con un regalo que cuesta bastante más dinero.