Después de haber visto cuáles pueden ser los efectos del frío en la salud de los niños damos un paso más en nuestro Especial invierno con los consejos para prevenir los efectos adversos del frío sobre la salud.
Cuando hace un frío extremo, lo mejor es permanecer a buen resguardo, pero también en casa hay que seguir ciertas recomendaciones, especialmente con niños pequeños y los ancianos, que son los que están en mayor riesgo.
El problema es más complicado que ponerse un buen abrigo. Hay muchos riesgos no sólo en la calle, sino también dentro de nuestros hogares. Veremos algunos consejos para proteger a los niños del frío el frío en ambos contextos.
El frío fuera de casa
Debemos limitar en lo posible las actividades exteriores, especialmente si suponen algún riesgo (carretera, deportes al aire libre...). Si baja mucho la temperatura y especialmente si hay mucho viento, mejor permanecer en un lugar bajo techo.
En la medida de lo posible, evitaremos sitios cerrados demasiado concurridos y, como siempre, aquellos contaminados por humo.
Si es necesario trasladarse, mejor utilizar el transporte público que el propio automóvil.
Si usamos nuestro coche, debemos revisarlo, los niños han de ir en el sistema de retención adecuado (como siempre), y debemos ir provistos de cadenas, depósito lleno, ropa de abrigo y mantas... También se ha de consultar antes el estado de las carreteras.
Tampoco se debe exponer al niño a cambios bruscos de temperatura porque afecta a las vías respiratorias superiores.
Hemos de utilizar prendas de abrigo resistentes al viento y la humedad preferiblemente. Aunque no resulte cómodo, hay que ponerse varias capas de ropa, ligera y cálida, mejor que una sola prenda de un único tejido más grueso.
Si salimos con un bebé en cochecito, conviene utilizar saco de invierno, poner la capota y taparlo con un plástico protector.
Hemos de evitar prendas ajustadas: si el aire circula entre la piel y la ropa actúa como aislante.
La mayor parte del calor del cuerpo se pierde por la cabeza, manos y pies, así que hemos de prestar especial atención a estas partes. La cabeza ha de ser protegida con un gorro de lana (especialmente si es un bebé y no tiene pelo), pasamontañas o sombrero. Para el cuello se puede usar una bufanda y en los pies use calzado resistente al agua, calcetines de algodón y lana. Finalmente hay que cubrir las manos con guantes o manoplas.
El rostro también se ha de proteger, empleando crema que hidrate y actúe de aislante, una crema espesa. Hay que evitar la entrada de aire frío en los pulmones, para los niños mejor respirar por la nariz y proteger con una bufanda nariz y boca.
Como es lógico, se ha de procurar permanecer seco permanecer seco, pues la ropa mojada enfría el cuerpo rápidamente.
También evitemos caminar sobre hielo. Un elevado porcentaje de lesiones relacionadas con el frío tiene que ver con caídas en escalones y caminos congelados.
Si vemos que el niño suda, habremos de quitarle alguna capa de ropa, ya que el exceso de sudoración incrementa la pérdida de calor.
Si el niño tirita continuamente habremos de refugiarnos porque corre el riesgo de hipotermia. El color pálido o muy rojo del cuerpo (o alguna parte del cuerpo) indica que hay riesgo de congelación.
Protegerse del frío en casa
Como hemos dicho, permanecer en el hogar es una buena idea cuando hace un frío extremo. Pero recordemos que es en casa donde más accidentes infantiles se producen, por lo que habremos de tener en cuenta estos consejos especialmente en época invernal.
Mantengamos a los niños alejados de chimeneas, estufas y braseros, y de cualquier fuente de calor, que pueden resultar peligrosas.
También hay que tener cuidado con las estufas de gas y leña para evitar riesgos de incendio o intoxicación por monóxido de carbono. Hay que asegurarse de que funcionen bien antes de ponerlas en marcha, con especial cuidado la primera vez que lo hacemos en la temporada de frío, y de que las salidas de aire no estén obstruidas.
La sobrecarga en la red de estufas eléctricas también es peligrosa, por ello debe revisarse previamente el estado de la instalación eléctrica y los puntos adecuados para conectarlas en las viviendas.
Procurar un buen aislamiento térmico de la vivienda evitando corrientes de aire y pérdidas de calor por puertas y ventanas protegerá a la familia del frío más eficaz y económicamente.
Si cerramos las habitaciones que no se utilicen optimizamos el sistema de calefacción.
La temperatura ideal para una casa es de 21º C. Temperaturas superiores no aportan más beneficios y producen un consumo excesivo de energía, mientras que por debajo de 19º C sería demasiado frío.
Podemos tener ciertas costumbres a la hora de dormir, pero en invierno conviene mantener cerradas las ventanas y persianas de los dormitorios durante la noche.
Es muy importante vigilar la temperatura en los cuartos con bebés, que pierden calor más rápido que los adultos.
En casos de emergencia, podemos proteger al bebé dándole el calor de nuestro cuerpo, pero si tenemos que dormir, hay que tener cuidado de no sofocar al pequeño.
Mejor que los niños pequeños no duerman con mantas eléctricas ni bolsas de agua caliente (ni las dos juntas, pues hay riesgo de electrocución) ya que no pueden controlar o avisar si la temperatura no es adecuada... Sí serían adecuadas mantas eléctricas diseñadas sólo para calentar la cama antes de meterse, que no deben ser usadas para dormir.
Utilizar ropa de cama cálida, mantas y edredón ligero que calienten pero no pesen en exceso.
En definitiva, hay que estar prevenidos y protegerse convenientemente del frío para evitar los efectos adversos sobre la salud, especialmente en el caso de bebés y niños pequeños, que son los más vulnerables. Pronto volveremos con más datos y consejos sobre el frío en nuestro Especial invierno.
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