Aunque a veces no veamos el peligro dentro de casa, está ahí. La electricidad es uno de ellos, y es muy peligrosa para los niños. Especialmente cuando son pequeños y empiezan a gatear, y luego a dar sus primeros pasos y a moverse por sí mismos por toda la casa explorándolo todo. Es muy importante estar prevenidos. Te damos algunas ideas para prevenir accidentes con la electricidad, ya que desde bebés no paran de investigar.
Riesgos de electrocución
El informe 'Principales accidentes por edades', de la Asociación Española de Pediatría (AEP), señala que a partir de los seis meses, explican en el informe, los niños comienzan ya a llevarse todo a la boca, por lo que hay que hacer una revisión general de la casa y proteger las esquinas, muebles peligrosos, las escaleras, los enchufes, y muy especialmente no dejar cargadores enchufados, ya que pueden chuparlos y electrocutarse. Una precaución que también hay que tomar cuando se visita las casas de familiares y amigos.
Según la AEP:
"Hay que tener mucho cuidado con las quemaduras por electricidad. Las lesiones que se producen como consecuencia de una descarga eléctrica son muy graves, producen quemaduras muy profundas que afectan estructuras internas como tendones y músculos, por lo que pueden provocar incapacidades funcionales graves".
Además, conllevan el riesgo de que se produzca una electrocución. Explica la autora del informe, la pediatra María Teresa Benítez, que si la descarga es muy intensa y pasa a través del cuerpo, es capaz de producir una parada cardíaca e incluso la muerte: "Las casas suelen tener un dispositivo que hace 'saltar la corriente' pero, en ocasiones el niño puede hacer de conductor de la electricidad".
La prevención, la mejor medida
Justifica la AEP en su 'Guía para Padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad Infantil', que la OMS propone sustituir la palabra accidente por la de lesión no intencionada, ya que "se trata de un hecho inevitable y sobre el que se puede influir". Sin embargo, la palabra accidente lleva a pensar en un hecho que se debe al azar y sobre el que no es posible actuar. Y aseguran que no es así: la prevención ayuda.
Y es que quizás la primera medida para evitar que nuestros hijos se vean envueltos en accidentes caseros sea precisamente informarles de los peligros que entraña la electricidad. Pero hasta que tengan la capacidad de entender y asimilar qué pasa cuando se hace mal uso de ella, es nuestra responsabilidad poner todas las medidas de precaución que estén a nuestro alcance.
Según el 'Manual de prevención de accidentes del hogar' de la organización de consumidores Facua, y la AEP, estas son las recomendaciones para evitar una temida electrocución de los niños en el hogar, algo relativamente sencillo:
- Tapar los enchufes con protectores para evitar que los niños metan los dedos y otros objetos en los mismos. Para protegerlos no hay que idear dispositivos de seguridad caseros, porque pueden ser peligrosos y no cumplir bien su función. Mejor adquirirlos en tiendas de puericultura y asegurarnos de que están homologados.
Asegura la AEP, que "la implantación de este tipo de dispositivo en los domicilios de Estados Unidos redujo hasta en un 60% los accidentes domésticos por descarga eléctrica".
Situar los enchufes a una altura fuera del alcance de los niños, desde que ya empiezan a gatear o a a desplazarse por su cuenta.
Bajo ningún concepto, hay que llevar los cables por el suelo y menos por debajo de las alfombras.
Comprobar periódicamente el estado de los enchufes y arreglarlos si están defectuosos (fuera de la pared, rotos o con manchas) o sustituirlos por unos nuevos. Lo mismo con los alargadores.
Reparar los aparatos eléctricos con cables en mal estado.
Desenchufar pequeños electrodomésticos, como planchas de ropa y de pelo o secadores, cuando no se usan, para evitar que los niños puedan tirar de los cables.
Nunca dejarlos cerca del agua o de un ambiente donde se concentre vapor de agua (como el baño).
No enchufar aparatos que se hayan mojado hasta estar totalmente seguros de que se encuentran secos.
Tener cuidado de que el niño no toque ningún aparato eléctrico cuando anda descalzo con los pies húmedos.
No conectar aparatos eléctricos cerca de la bañera (menos aún con niños dentro). Podrían caerse en el agua y provocar la electrocución. Lo mejor, tener los enchufes lo más alejados posible de ella para evitar la tentación (a más de un metro del borde).
Evitar conexiones triples o múltiples, porque son más propensos a sufrir problemas eléctricos y atraen más la atención de los pequeños, con tantos cables conectados.
Nunca dejar sin supervisión cables de los aparatos electrónicos conectados a la altura de los niños, y menos aún sin tener cargando ningún dispositivo (ordenador, tablet, teléfono, maquinilla eléctrica, depiladora...). Mejor sobre un mueble o una encimera a la que no puedan llegar.
No doblar muy fuerte los cables de los cargadores al guardarlos ya que se puede romper la funda protectora y provocar un cortocircuito al volver a enchufarlos.
Procurar no manipular enchufes o cables delante del niño, cuya imitación puede ser peligrosa.
Y por último, pero no menos importante, no dejar cargadores enchufados de móvil, tablets, portátiles u otros dispositivos.
¿Qué hacer en caso de descarga eléctrica?
Los accidentes por electricidad, generalmente se quedan en un susto. Pero en los casos más graves, el niño puede perder la conciencia y sufrir un shock, porque según explica la Asociación Española de Pediatría, el paso de la corriente eléctrica por el organismo puede dañar los tejidos internos más que la piel y producir un paro cardiaco, la destrucción de los músculos, nervios y tejidos atravesados por la corriente, y quemaduras por el efecto térmico de la fuente eléctrica.
La gravedad de las lesiones provocadas por la electricidad depende de la resistencia de la piel y mucosas, del tipo de corriente eléctrica (alto o bajo voltaje) y de la duración del contacto.
Las más habituales son las de bajo voltaje, ocasionadas en el domicilio por el contacto con enchufes, cables pelados, electrodomésticos en mal estado..., y suelen afectar a las manos y a la boca.
Así que lo habitual es que el niño pueda separarse por sí solo del objeto metálico que la ha causado la descarga. Estará consciente, aunque muy asustado y llorando.
Si no es así, la AEP explica que lo primero que deben hacer los padres es desconectar la electricidad apagando los interruptores automáticos (a veces desenchufar el aparato no es suficiente). Después, hay que separar al niño si permanece unido a la corriente, con un objeto aislante, como un palo de madera o de plástico, nunca con sus propias manos. Ponerse encima de varios periódicos doblados es útil para aislar a la persona que socorre al niño.
A continuación, hay que llamar al teléfono de emergencias, el 112, y actuar según sus instrucciones.
Además, si la descarga eléctrica es prolongada, el calor de la corriente puede provocar una quemadura. En este caso, los consejos de la AEP son:
Si la zona por la que ha pasado la corriente solo está enrojecida, será suficiente con ponerla bajo el agua fría.
Si la piel está oscura, pero pegada a la dermis, o se ha formado una ampolla, hay que colocar encima una gasa estéril empapada en agua fría. Pasados unos diez minutos, se puede retirar la gasa y aplicar crema antiquemaduras. Después, se cubre la herida con una gasa estéril, fijada con esparadrapo.
Nunca aplicar sobre la quemadura hielo, mantequilla, dentífrico, ni otros remedios caseros. No romper las ampollas, ni retirar la piel muerta.
Si la quemadura es grande y profunda y el niño está consciente aunque pálido, tiene sudor frío, náuseas y debililidad muscular, puede haber sufrido un ligero shock. En estos casos, hay que llevarle a urgencias.
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