Tenemos que empezar por comprender que los niños no entienden en el “no” de la misma manera que los adultos.
Para ellos el “no” es una negativa tajante a sus deseos. Quiero hacer tal cosa pero no me dejan, no soy libre de hacerlo. Al decirles que no provocamos una frustración en el pequeño en plena etapa de reafirmación de su autonomía que se traduce en pataletas, rabietas, llantos y enojos.
Como padres, somos nosotros quienes debemos intentar resolver esta frustración sin por eso dejarles hacer lo que quieran o acceder a todos su deseos.
Es decir, aprender a decirles que “no” pero de una forma positiva para poder lograr el mismo objetivo pero sin generar una reacción negativa en nuestros pequeños. Esto es utilizando lo que se llama la disciplina positiva.
Es un sencillo ejercicio que podemos comenzar a poner en práctica. Intentemos hacer un esfuerzo por decir que “no” cada vez menos veces al día y veremos como da buenos resultados en la vida cotidiana.
Veamos algunos ejemplos de cómo podemos convertir una respuesta negativa en una positiva.
Ejemplo 1
Es la hora de comer y Pablito quiere salir a dar un paseo en bicicleta justo cuando está la comida lista y la mesa puesta.
- Mamá, ¿puedo ir a dar un paseo en bicicleta?
- Claro, Pablito, podrás ir en cuanto termines de comer.
En lugar de decir “ahora no, ¿no ves que estamos a punto de comer?”, ofrecemos una solución positiva.
Ejemplo 2
Pablito va felizmente en bici por una calle por la que circulan muchos coches. (Los niños pequeños no son tan conscientes del peligro como los adultos).
En lugar de decir “Pablito, no vayas por la calle porque es peligroso”, podemos optar por “Pablito, es mejor que subas a la acera. En la calle hay muchos coches”.
Así eliminamos el “no” de la frase y ofrecemos una alternativa más segura para el pequeño.
Ejemplo 3
La mamá de Pablito está súper ocupada con las tareas de la casa y Pablito quiere que su madre arme con él su puzzle favorito. En es preciso momento en el que Pablito lo reclama, su madre no puede jugar con él.
- Mamá, me ayudas a armar un puzzle. - ¡Buena idea, Pablito! Puedes ayudarme tú primero a hacer la colada y cuando hayamos terminado armamos el puzzle que tanto te gusta.
En lugar de decirle “ahora no, estoy muy ocupada”, respuesta que seguramente causaría una reacción negativa en el niño, planteamos una nueva situación a la vez que fomentamos que el pequeño colabore en las tareas del hogar.
Como estas tres, hay infinitas situaciones que se nos presentan a lo largo del día con nuestros hijos. Si contáramos cuántas veces les decimos que no en un día seguramente nos sorprenderíamos.
Por eso, os propongo intentar transformar el “no” a través de sencillas fórmulas como las que he mencionado arriba y me encantaría que luego compartierais vuestras experiencias con los lectores a través de los comentarios.
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