Hoy, dentro de nuestro Especial Alimentacion Infantil, nos vamos a ocupar de hablar de los buenos hábitos relacionados con la alimentación, que, sin tratarse de cuestiones puramente nutricionales, si van a influir en que los niños se alimenten sanamente y tengan una correcta actitud hacia la comida. Recordemos que, cuando comemos, no solo comemos, también nos comunicamos.
Hay quien no sabe comer aunque se alimente correctamente, y ese es el que no ha interiorizado los aspectos sociales de la comida.
Comer, en los seres humanos, es un acto social. Y como tal debemos considerarlo. Desde los comienzos de nuestra historia como especie el momento de la alimentación es motivo de celebración, conversación y cooperación. Este es quizá el hábito más importante que debemos cuidar que nuestros hijos adquieran, el que cuando comemos no solo comemos, también nos comunicamos.
La hora de comer en familia
En esta sociedad acelerada es cada vez más raro encontrar familias que hagan todas las comidas del día juntos: horarios laborales, colegios y el tiempo de los desplazamientos lo impiden. Por eso, cuando sea posible, hay que aprovecharlo y disfrutar de la experiencia de que la familia se siente a comer todos juntos en la mesa.
Si es posible en estas comidas familiares lo ideal sería que preparar los alimentos y poner la mesa se pudiera hacer también en familia, pero no es obligatorio.
Lo que lo sería es que la comida sea un momento de comunicación agradable y en el que los lazos de amor entre los que se sientan juntos crecieran y se hicieran más sólidos, conociéndose mejor los unos a los otros con la conversación compartida.
Los buenos hábitos nutricionales, igual que los de comportamiento respetuoso, los niños van a aprenderlos fijándose en nuestro ejemplo. Por tanto, más que mandarles comer sano y obligarles a ser “educados”, debemos serlo nosotros y enseñarles con nuestro ejemplo.
La comida debe ser un momento agradable
¿Habéis intentado comer mientras os gritan, os reprochan u os hacen llorar? El estomago se cierra y, normalmente, si comemos disgustados ni encontramos placer en los alimentos ni nos sientan bien. Por ese motivo quiero recalcar que durante las comidas no es momento de regañarle a los niños, sino de escucharlos. La comida debe ser un momento agradable.
Comidas democráticas
Otro de los errores que cometen las familias cuando se sientan a la mesa con sus hijos es establecer una dura jerarquía en la que mandan los adultos y los pequeños obedecen y, peor aún, mandar callar a los niños mientras hablan los mayores. Las comidas en familia deberían ser democráticas en la comunicación.
Todos los comensales tienen igual importancia y todos tienen derecho a dar sus opiniones y contar sus preocupaciones o vivencias siendo escuchados por los demás. Si los padres no están dispuestos a escuchar a sus hijos durante la comida más vale que no coman con ellos, la verdad.
Muchos niños necesitan levantarse mientras comen
Además, hay que entender las necesidades de los niños y su carácter. Los más pequeños van a tener muchas dificultades para seguir sentados cuando han terminado mientras los mayores se distraen charlando en la sobremesa, encima sin poder interrumpir.
Hay quien les da a los niños algo para que jueguen o una consola, pero, sinceramente, para eso mejor dejar a los niños que se levanten y jueguen. Si queremos que ellos respeten debemos empezar por respetarlos, no atontándolos para que no interrumpan, pero si dejándoles levantarse si lo necesitan mientras comemos.
Con los más pequeños o niños muy movidos hacerles comer sentados es una verdadera tortura para ellos. El aspecto social de la comida implica que la sociabilidad es un acto libre, y además, en ninguna norma natural está escrito que hay que comer sentados y sin moverse.
Si los niños necesitan levantarse, jugar, volver a por un bocado más, la verdad es que no hay razón alguna para impedírselo y, de hecho, si normalmente no se sienten constreñidos pueden mejor aceptar que en determinadas ocasiones tendrán también que ceder si la norma social lo indica. Pero no siempre ni sin motivo.
Para ellos, comer, es parte de su vida, no de la nuestra. Nosotros somos sus educadores y cuidadores, les enseñamos con el ejemplo, pero no somos dueños de sus cuerpos ni de sus voluntades.
La higiene en la mesa
Antes de comer toda la familia debe lavarse las manos como norma imprescindible de higiene en la mesa. Mejor que mandar al niño a hacerlo, y desde luego mucho mejor que llamarle sucio si no lo ha hecho o amenazarlo con horribles enfermedades, más sencillo es acercarnos todos juntos al baño o al fregadero y lavarnos las manos.
Para hacerlo bien hay que usar jabón, agua tibia y restregar a menos quince segundos. Hagámoslo y expliquémosles como se hace. El ejemplo, una vez más, es mucho más educativo que las órdenes.
Distracciones mientras comemos
He querido resaltar la importancia del ejemplo y la comunicación en las comidas familiares y os he recordado lo poco adecuado que es darle al niño un aparato para que se distraiga y no nos interrumpa mientras comemos. Y, enlazando con esto, llegamos a la televisión y a los teléfonos, distracciones perniciosas en la mesa, que interrumpen la comunicación.
El atractivo de la televisión como ruido de fondo me es incomprensible. Me molesta y, de hecho, en mi casa la televisión no está en el salón, pues precisamente quiero evitar que se encienda sin un motivo concreto.
En absoluto quiero decir que haya que desterrarla necesariamente o que comer con la tele sea un error enorme. Todo tiene matices. Una cosa que, sin duda, debemos evitar, es comer con la tele de fondo o enchufarle a los niños unos dibujos para que nos dejen en paz. Y, por supuesto, nunca deberíamos comer con los telediarios puestos, pues son programas cargados de violencia explícita y verdaderamente preparados para enganchar la atención sin ofrecer información crítica. Con los niños mejor no poner la tele y hablar en familia.
De todos modos no soy tajante a este respecto. En algunos casos, incluso si comemos en familia, se puede ver un programa, siempre que este favorezca que aparezcan conversaciones y no nos obligue a un silencio respetuoso ante el aparato, es decir, si no somos muchos en casa y a todos nos gustan podríamos ver un documental o alguna película interesante con contenido cultural, mejor en vídeo para poder ir parando cuando alguien quiera comentar o preguntar algo.
Aunque, la verdad, este consejo creo que viene de mi deformación como profesora y además como madre homeschooler. Para nosotros cualquier momento es bueno para aprender y además, pasamos todo el día juntos por lo que la comida no es ese momento especial de comunicación, pues no nos falta en las demás horas. Por tanto, rectifico y aclaro, si la comida es prácticamente el único momento del día en el que toda la familia se reúne y encima los niños con pequeños, mejor nunca encender la tele.
Y recalco, no hay que poner los dibujos, pero tampoco el telediario ni los programas de cotilleos. Nada de tele es nada de tele para todos. Y de paso, igual que no nos vamos a dejar interrumpir por la televisión, no está de más apagar los móviles y desconectar el teléfono fijo de casa mientras la familia come. Si es urgente, ya dejarán el mensaje. Si no lo es, nuestra familia merece el respeto de que no nos levantemos o nos pongamos a atender una llamada en medio de la comida. Como siempre, practiquemos el ejemplo.
Con todo esto quiero recalcar la idea tan importante del aspecto social y relacional de la comida en familia. Cuando comemos no solo comemos, también nos comunicamos, y desde luego debemos hacerlo con los niños.
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