En estas fechas, la gente suele correr como loca comprando regalos frenéticamente y organizando cenas navideñas. Nuestros hijos piden en sus cartas a Papá Noel y los Reyes Magos los juguetes que desean y nosotros, en la medida de lo posible, intentamos complacerlos, perdiendo a menudo de vista lo más importante: que el mejor regalo de Navidad para nuestros hijos somos nosotros.
Si nuestros hijos pudieran elegir entre los juguetes más deseados y pasar más tiempo con sus padres, ¿qué creéis que pedirían? Sin duda, jugar más con ellos, que les hagan más caso, hacer experimentos juntos...
En definitiva, todos los niños quieren pasar más tiempo con sus padres. Y dárselo es más sencillo, económico y positivo que comprarles cosas materiales.
Un regalo que no vale dinero
En la vorágine del día a día apenas tenemos tiempo para estar en familia. A veces por nuestra propia culpa, por sobrecargarnos (y sobrecargar a los niños) de actividades que restan tiempo en familia.
Por eso, dado que en Navidad tenemos unos días de descanso en familia, aprovechad para desconectar del móvil y de las responsabilidades cotidianas, y conectar de verdad con vuestros hijos. Sin distracciones.
No hay necesidad de tener siempre una actividad programada, simplemente pasar tiempo juntos es el mejor plan. Jugar con ellos, conversar, pasear, ver una película, o lo que surja... Nuestros hijos tienen que sentir que les prestamos atención y que disfrutamos de estar con ellos.
Tampoco es cierto eso de que es preferible pasar tiempo de calidad a cantidad de tiempo. Todo el tiempo que podamos compartir con ellos es importante, aunque no hagamos nada en especial.
Pasar tiempo con ellos fortalece el vínculo con nuestros hijos, nos permite conocerlos mucho mejor y compartir con ellos experiencias que a veces la rutina no nos permite. Y pasadas las vacaciones, podéis poneros como propósito dedicar a diario momentos especiales para detener el ritmo y conectar con vuestros.
Tal vez puedas comprarles todos los juguetes que deseen, pero el tiempo juntos es algo que no se compra con dinero. Así que, recuérdalo: el mejor regalo de Navidad para tus hijos eres tú.
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