Hasta que al bebé no se le cae el cordón hay muchos autores que recomiendan no bañarles. Hay otros, en cambio, que niegan que haya ninguna repercusión en el cordón por el hecho de bañarlos.
En los hospitales suelen recomendar, como mínimo para los días que estáis ahí, hacer un lavadito rápido con una esponja y agua caliente. Hoy quiero explicaros cómo se hace.
Es un proceso simple pero complicado a la vez.
Puede sonar machista (o feminista, nunca me aclaro), pero es simple cuando lo hace una mujer y complicado cuando lo hacemos nosotros.
No es una excusa, es que somos incapaces de hacerlo bien a la primera (y muchos ni a la segunda).
Normalmente una enfermera os explicará muy amablemente cómo debéis hacerlo y este es uno de los momentos para demostrar que “papá ha nacido para esto”.
Por qué digo que es complicado:
- – Mira majo, preparas una cubeta con agua caliente, ni muy caliente ni muy fría. – ¿Y eso como es, oiga? Porque muy caliente para mí es hirviendo y muy fría es helada. – Bueno, que la notes agradable.
Claro, agradable, pero con el poco tacto que tenemos los hombres para esto de la temperatura, que ni siquiera sabemos cuándo está la ropa seca o húmeda, ¿cómo saberlo?
Mi consejo es tener un termómetro de agua (menudo consejo). Si no tienes uno la idea es que pongas el agua en la cubeta y vayas valorando la temperatura a medida que se llena, y cuando veas que está más o menos bien pruebes con la otra mano.
La primera lleva un rato tocando agua caliente y se ha adaptado a ella, pero la otra no, y hace las veces de contacto bebé seco – agua caliente.
- – Ahora le vas quitando la ropita. – Muy bien.
- – Date prisa, majo, que se te va a enfriar el agua.