El eccema es una vesícula de color rojo que produce picor, esta aparece sobre todo en los pliegues de la piel del bebé, formando placas irregulares. Cuando el bebé se rasca, rompe estas placas y sale pus y cuando se seca forma unas costritas amarillentas.
Las causas pueden ser varias, en principio se piensa que es hereditario, pero hay agentes externos que ayudan a desencadenar el eccema, como puede ser algún medicamento, el polen, determinados jabones o colonias, reacción alérgica a ciertos alimentos como la leche...
Lo mejor en los casos de eccema es acudir al especialista para que así descartemos otro tipo de afección como puede ser la dermatitis atópica o la seborreica y así nos dará el tratamiento adecuado para tratarlo. Recuerda que bañar al bebé, pero con el agua no demasiado caliente, ayuda en su hidratación y calmarás el picor y la irritación. También es conveniente utilizar jabón de avena, un aceite corporal vegetal o un antiséptico sin detergente para que las lesiones no se infecten.
Es recomendable ponerle dos o tres veces al día una crema hidratante, aunque tenga otro tratamiento con crema específica. Hay que evitar el contacto con productos y tejidos que al bebé le produzcan una reacción anormal en la piel.
Conseguir que en la zona de la eccema no reciba demasiado calor y si por las noches se rasca, mantener sus uñas cortas y ponerle unos guantes finos y cómodos impedirá que se lastime.
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