Alentada por mis compañeros, retomo la tarea de contaros mis experiencias como madre dos meses después del parto.
Estos primeros meses han sido (y siguen siendo) algo caóticos. La bebé todavía no entiende de horarios por lo que mis noches son una seguidilla de despertares.
Por su parte, la mayor muere de celos.
Pero vayamos a lo más gratificante. Hasta hace poco la comunicación con mi bebé la establecíamos a través de miradas embelesadas, además de la lactancia y del contacto piel con piel.
Pero hace unos días empezaron los balbuceos como respuesta a los mimos, las sonrisas y los juegos.
Todo comenzó con el esperado "ajó", al que cada día le agrega nuevos sonidos y gorjeos alargando las vocalizaciones como si afinara la garganta.
Por otro lado, lo que empezó hace un tiempo siendo una tímida sonrisa se ha convertido en una sonrisa tras otra a plena boca abierta cuando le doy besos en la papada o le hago cosquillas.
Es obvio decir que son los momentos más lindos del día. Pero lo que más me gusta es ver cómo reserva la mejor sonrisa del día para regalársela a su hermana mayor.
Estoy convencida de que la comunicación con el bebé es primordial para su desarrollo afectivo, así que desde que nació e incluso desde que estaba en la panza le hablo como si me entendiera, con entonación, gestos y todo.
Creo que eso influye mucho, tanto en la relación madre-hijo como en su comunicación futura con el resto del mundo que les rodea.
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