La Estrategia Mundial para la alimentación del lactante y del niño pequeño fue preparada conjuntamente por la OMS y UNICEF con el fin de reavivar la atención que el mundo presta a las repercusiones de las prácticas de alimentación en el estado de nutrición, el crecimiento y el desarrollo, la salud, e incluso en la supervivencia de los lactantes y los niños pequeños.
Uno de sus apartados se detiene en las características que ha de tener la alimentación complementaria que se ofrece a los bebés a partir de los seis meses. Sabemos que es a partir de esa edad cuando se recomienda la introducción de nuevos alimentos, pero no cualquier alimento o preparado de cualquier modo es adecuado para los bebés.
Estos días hacemos un recorrido por los distintos componentes de la alimentación complementaria, sus características, edades indicadas para su introducción y modos de preparación, sobre lo que profundizaremos en las próximas semanas.
Pero la base que no podemos olvidar es la idoneidad de dichos alimentos. Los lactantes son particularmente vulnerables durante el periodo de transición en el que comienza la alimentación complementaria.
Según la OMS y UNICEF en el documento arriba indicado, los alimentos nuevos que se introducen en la dieta del bebé como complemento a la lactancia han de reunir estos requisitos para asegurarse de que satisfacen sus necesidades nutricionales:
* Han de ser oportunos, es decir, se deben introducir cuando las necesidades de energía y de nutrientes sobrepasan lo que puede proporcionarse mediante la lactancia natural exclusiva y frecuente. * Han de ser adecuados, es decir, deben proporcionan energía, proteínas y micronutrientes suficientes para satisfacer las necesidades nutricionales de un niño en crecimiento. * Han de ser inocuos, es decir, se deben preparar y almacenar de forma higiénica y hay que darlos con las manos limpias y utilizando utensilios limpios, y no biberones y tetinas. * Han de darse de forma adecuada, es decir, se deben dar atendiendo a las señales de apetito y de saciedad del niño, y la frecuencia de las comidas y el método de alimentación (alentar activamente al niño a que, incluso cuando está enfermo, consuma alimentos suficientes utilizando los dedos, una cuchara o alimentándose por sí mismo) deben ser adecuados para su edad.
Mediante estas recomendaciones se pretende proteger, promover y apoyar la alimentación apropiada del lactante y del niño pequeño.
La Estrategia Mundial para la alimentación del lactante y del niño pequeño se centra en la importancia de velar por que los niños desarrollen su pleno potencial, libres de las consecuencias adversas de un estado de nutrición malo y de enfermedades prevenibles.
Un primer paso, tras la lactancia materna, es asegurarnos de que la alimentación complementaria de los bebés reúna los requisitos nutricionales adecuados, en sus características y en su forma de preparación y ofrecimiento al bebé.
Vía | OMS Foto | Flickr (Ella Novak) En Bebés y más | Guía resumen de la alimentación complementaria (I) y (II), Alimentación complementaria: ¿Cuándo empezar? (I) y (II)