El agua para preparar el biberón se ha hervido siempre. Se cogía el agua del grifo en un cazo que se ponía a hervir, se retiraba del fuego, pasado un rato se echaba en el biberón, se mezclaba con el polvo de la fórmula y se enfriaba un poco con agua para dárselo al bebé.
Lo que ha cambiado ahora es que la mayoría de padres y madres han sustituido el agua del grifo por agua embotellada, que aporta más seguridad para el bebé y lo que en teoría debería ser algo positivo se está convirtiendo en un riesgo porque muchos padres creen que, por el hecho de utilizar agua de botella, no necesitan hervirla y esto es un error: el agua para preparar el biberón hay que hervirla sí o sí.
El problema no es el agua, sino el polvo
Antiguamente el agua se hervía por dos razones: para eliminar microorganismos del agua y para eliminar microorganismos de la leche artificial. Sin embargo la gente no creía que estuviera haciendo lo segundo, sino que creía que lo hacía sólo por la primera razón.
Al cambiar el agua por la embotellada (correcta en sales minerales y sin microorganismos perniciosos) se está dejando de hervir el agua. El problema es que la leche artificial no está esterilizada y por culpa de no hervir el agua pueden producirse infecciones graves (meningitis severas y enterocolitis necrotizantes que cursa con un porcentaje de mortalidad de entre el 40 al 80%) sobretodo en prematuros y bebés pequeños, producidas por Cronobacter sakazakii, que antes se conocía como Enterobacter sakazakii o bien por Salmonella.
El biberón hay que prepararlo a 70ºC
Para minimizar el riesgo de infección por los microorganismos del polvo el biberón tiene que prepararse a 70ºC. Por eso se hierve el agua, para tener una referencia de la temperatura que alcanza (cuando rompe a hervir está a 100ºC). En ese momento se aparta el cazo de la fuente de calor (si el agua es embotellada o tenemos la certeza de que es potable no hace falta que esté un rato hirviendo) y esperamos a que se enfríe un poco, para que baje la temperatura hasta cerca de los 70ºC. A partir de los cinco minutos, más o menos, ya puede ser un buen momento para echar el polvo, siendo el límite los 30 minutos (más allá no estará lo suficientemente caliente).
Entonces se mezcla el agua con el polvo y se enfría para poder dárselo al bebé, normalmente sumergiéndolo en agua fría un rato hasta que alcance la temperatura adecuada.
Pero, ¿no perderá propiedades?
Hay gente que argumenta que no hay que preparar la leche con agua caliente porque se pierden propiedades. Es cierto, calentando el agua se pierden algunas de las propiedades de la fórmula de leche artificial, como la vitamina C. Sin embargo, es más recomendable eliminar posibles microorganismos que mantener "viva" dicha vitamina y por eso, sí o sí, hay que calentar el agua.
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