En una casa con niños pequeños, una de las recomendaciones de seguridad que hemos de seguir es mantener los medicamentos fuera del alcance de los niños. Muchos pequeños son atendidos en Urgencias cada año por ingesta accidental de fármacos, de modo que no es un caso extraño. De hecho, las intoxicaciones debidas a fármacos son las más frecuentes en la infancia.
Y aunque sí solemos tener un lugar seguro para guardar los medicamentos, no solemos caer en la cuenta de que, tras utilizar los medicamentos (para tomarlos nosotros o dárselos a los niños) hay que volver a dejarlos en su sitio. Un despiste puede hacer que dejemos las pastillas o el jarabe en la mesa por ejemplo, y que en un momento el niño pequeño lo tome para "jugar".
Pero los medicamentos no son un juego (ni caramelos), por ello también conviene que no hagamos de un juego la hora de administrarles los suyos si están malitos. Si les decimos que son un caramelo, no dudarán en cogerlos si los ven a su alcance.
En este sentido, tampoco conviene administrarle los medicamentos a oscuras, tanto para evitar confundirnos de medicina o de dosis como para no tener que dejarlos donde no corresponde.
Un momento importante de descuido es el momento tras administrar la medicina, tenemos que acordarnos de devolver el medicamento a su lugar y asegurarnos de ello, lo cual no siempre es sencillo (el niño llora, estamos en otra habitación...).
Es importante no bajar la guardia, con ningún tipo de medicamento (infantil o de adultos) pues cualquier fármaco es peligroso si no se toma bajo prescripción médica y en la dosis correcta. No hay medicamentos inocuos. Por ello, si sospechamos que nuestro hijo ha tenido al alcance y ha tomado algún medicamento hay que llamar a Emergencias y llevarlo al hospital más cercano.
Recordemos por lo tanto que no valen los descuidos, y más vale prevenir. Hemos de hacer un esfuerzo porque ponemos a nuestros hijos en peligro: los medicamentos siempre hay que guardarlos después de usarlos, en armarios altos y mejor si están cerrados con llave.
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